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Carli se sintió liviana y llena de energía. Movió sus brazos y piernas a través del espeso humo violeta que la rodeaba y se preguntó que haría a continuación. Pensó en intentar volver a su tiempo, pero esa idea se le hizo poco atractiva.

Ahora era poderosa y sentía como la magia podía ser fácilmente manipulable por sus manos regordetas. El mundo estaba a sus pies y el tiempo parecía obedecerla.

¿Y si...?

¿Y si solo se aseguraba de que Thadeas creciera sano y fuerte? No le haría ningún daño visitar el pasado y darle un vistazo a la imagen infantil del hombre al que amaba. Quizá y así podía hacerse a la idea de como se verían sus hijos en el futuro, porque sí, Carlotta estaba segura de que tendría muchos niñitos con Thadeas. Ahora era suyo y ningún poder sobre la tierra podría separarla de él. 

Esos pensamientos la entusiasmaron y se concentró en buscarlo a través del tiempo. No era algo difícil ya que gracias a que ella había utilizado su esencia para fortalecerlo, y evitar así que muriese siendo un neonato, ellos tenían una especie de conexión más profunda. Todavía se maravillaba de poder entender la magia. 

Buscó, buscó y ¡bingo! 

De pronto se encontró en un lugar desconocido para ella y a lo lejos divisó a un niño sentado mirando el horizonte con tristeza. Ah, su tonto corazón se derritió, al parecer su Thadeas siempre había sido un hombrecito melancólico.

Carli se sentó en el fresco césped del parque en el que estaban y lo observó a la distancia. Thadeas cortaba las verdes hebras con sus manitas y suspiraba. Ella notó que en realidad no era melancolía lo que tenía, sino más bien, algún tipo de ansiedad.

Se acercó como un imán.

—Hola amiguito —sonrió y se sentó a su lado. Él se giró y Carli pudo notar cuan parecido era Sebastian a su padre. La idea de que sus niños serían adorables se afianzó con más fuerza en sus pensamientos. —¿Estas bien?

—¿Y tú quién eres? —cuestionó él sin inmutarse demasiado en su repentina aparición, como si supiera que ella no iba a dañarlo. 

Carli lo pensó durante un largo minuto mientras golpeteaba su barbilla con la punta de su dedo índice.

—Soy un ángel de la guarda y estoy aquí para protegerte.

Thadeas bufó y la miró de arriba abajo. Carli tuvo que reconocerse que para ser un ángel, su imagen no ayudaba mucho. Ella todavía utilizaba un horrendo vestido gris que Callidora le había prestado con anterioridad y seguramente sus rulos estaban esponjados sobre su cabeza. Sí, nada parecido a un bello y etéreo ángel guardián. 

Gracias al cielo el niño no le prestó demasiada atención y siguió arrancando las hebras verdes.

—Es cierto —insistió ella y luego colocó su sonrisa más amigable.—¿Por qué estás aquí tan solito? —miró a su alrededor. —¿Y tu hermano? ¿tu madre?

Thadeas se encogió de hombros.

—¿Tu también quieres robarnos? ¿Eres de esas personas que quieren alejarnos de mamá? —preguntó con curiosidad y Carli contuvo el aliento. Lo miró detenidamente y negó con suavidad. ¿Qué clases de personas perseguían a Galatea y sus pequeños? —Thanos está con mi mamá y... los otros niños; Ben y Eric. El señor Clark también está allí. Ellos van a vivir con nosotros —le contó con inocencia. —Mamá dijo que necesitábamos protección y ahora se va a casar con ese hombre para que su familia nos ayude.

Carli bizqueó sus ojos sintiéndose abrumada por la cantidad de información que él le daba. ¿Entonces Galatea no era la madre biológica de Eric y el otro hermano a quien ella no conocía? 

ThadeasWhere stories live. Discover now