4.

250 40 18
                                    

Carli sabía que en algún bendito momento debía de dejar de babear por su jefe. Pero es que simplemente no podía. Thadeas transmitía tanta paz, a la vez que emanaba un magnetismo atrayente que ella sentía que su corazón podría fallar en cualquier momento. 

¡Y apenas llevaba una jornada trabajando para él! ¿Qué sería de su miserable vida sentimental cuanto más tiempo pasara a su lado? 

A pesar de haber sido interrumpido rudamente por Mariel Castell, él se había mantenido calmo hasta la ultima reunión. Sus emociones siempre en control y una sonrisa gentil para quien lo mirase. Su empatía para con los demás podía pasar fácilmente confundida con aburrimiento o desinterés, pero Carli sabía que ese no era el caso. 

—Hemos terminado por hoy, Carlotta —le dijo con una sonrisa. —Esperaré a que guarde los documentos de las últimas reuniones y tendremos una conversación.

—¿Estoy en problemas? —preguntó Carli instintivamente acostumbrada a que, en cuanto esa frase emergía de los labios de sus patrones, ella estaba despedida. —¿Tiene alguna queja sobre mi desempeño?

Ella cruzó los dedos tras su espalda para que él no notase lo angustiada que se encontraba. 

—Nada de eso —sonrió otra vez gentilmente y Carli se sintió insultada. Ella no esperaba que él la tratase como al resto de las personas; se reconoció tristemente que quería esmerarse para ser especial en la vida de Thadeas Corfú. —Quiero analizar sus pensamientos sobre el primer día de trabajo. ¿No tiene ninguna objeción? 

—¿Quiere borrarme la memoria?

Thadeas palideció. 

—¿Qué dice? —preguntó con brusquedad. Mimi no había mencionado en ningún momento el haberle mencionado a ella la naturaleza de sus contratantes. — ¿Cómo se le ocurre esa estupidez? 

—¡Ay, por favor! Señor Corfú... —Carli comenzó envalentonada. —Hemos estado trabajando con personas que distan mucho de ser seres humanos comunes y corrientes con una imaginación productiva. ¿En serio cree que no entiendo lo que ustedes son

Thadeas entrecerró sus ojos. Sospechando.

—¿Son? ¿Se refiere a mi?

Carli asintió. 

—Lo vi. Vi lo que usted pudo hacer —ella se removió un poco. —Sus ojos cambian sutilmente cuando "aconseja" a las personas que vienen a las reuniones. Usted los manipula... 

Thadeas tragó con fuerza, pero se negó a flaquear en su postura. No podía reconocerle inmediatamente a esa muchacha la naturaleza de su raza.

—Entonces, ¿tienes alguna pega u objeción con este empleo? —preguntó en lugar de confrontarla. Era mejor huir de una batalla para poder ganar la guerra. —¿Te has sentido incomoda o disgustada en algún momento? ¿Tienes deseos de correr a la prensa y contarles lo que aquí has visto?

Ella lo miró fijamente, sin parpadear y luego negó. 

—Puede confiar en mi, señor. No soy alguien que traiciona a quien le ha dado su confianza. 

Thadeas respiró con más calma. Sin embargo, su respuesta en lugar de darle calma le instó a pensar por qué diablos ella confiaba de esa forma en él. Algo se estaba escapando de su radar y él, muy imbécil, aún no podía reconocerlo. 

Hizo nota mental de pedir ayuda a Eric para descifrar los pensamientos de la muchacha que no le habia sacado los ojos de encima.

***

Carli guardaba los documentos de la ultima reunión cuando una figura apareció por el pasillo hacia la oficina del señor Thadeas. 

—Hola, bonita —dijo un hombre de impresionantes ojos azules. —¿Se encuentra Thadeas? —señaló la oficina, pero no esperó contestación y se dirigió al interior. Carli fue lo suficientemente rápida para notarlo y se interpuso en su camino.

 —El señor esta ocupado.

—¿Haciendo que cosa? Dile que su hermano favorito... —guardó silencio y se tomó la barbilla pensando sobre sus palabras, —bueno, el segundo favorito está aquí. Soy Eric, pero si gustas puedes llamarme señor Clark. Así, como el apellido de Superman. Es porque en realidad tengo raíces americanas. Somos medios hermanos.

Él hablaba rápido y era demasiado efusivo. 

—¿Disculpe? 

—El otro apellido de Thadeas es Corfú. Nosotros compartimos el apellido de nuestra madre— aclaró con un gesto despreocupado. —Por si cuestionabas el parentesco. ¿Y, tu quien eres?

—Vaya —ella regresó de su aturdimiento. —Soy Carli... Carlotta, la nueva secretaria.

Carli fue capaz de percibir el ligero cambio en los irises del hombre y como hacía cada vez que se sentía insegura, cerró en banda sus pensamientos. Era un consejo tonto que le dio alguna vez su abuela, pero ella estaba segura de que esa era la forma de protegerse de personas como Eric Clark o el mismísimo Thadeas. 

Esa había sido la técnica que utilizó aquella vez que él quiso hacerle creer que los chuchos en el bosque eran solamente producto de su imaginación. Ahora Thadeas no la recordaba y ella estaba más que ansiosa porque él lo hiciera.

—¿Como....cómo puedes hacer eso? —preguntó Eric asombrado. —¿Pero qué tenemos aquí, una prodigio?

—¿Eh?

Eric inspiró con fuerza sobre su cuello, incluso invadiendo su espacio personal.

—Eres humana —concluyó. —¿Cómo haces para bloquear mis dones? —él se señaló la cabeza. —Estoy intentando leerte, pero no puedo —sonrió con una expresión feliz. —Enséñame a hacerlo. 

—Eric —era la voz de Thadeas a su espalda. Carli se quedó atónita al sentirlo tan cerca y no haber oído que se acercaba. —¿Qué demonios estas haciendo encima de mi secretaria? Eso es acoso aquí y en veinte estados más. Apartate, por favor. 

ThadeasWhere stories live. Discover now