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"—Deme una oportunidad entonces, señor Thadeas. Hagamos de cuenta que nunca nos conocimos y que su pasado no existe. Tomeme como su subdita y vivamos juntos la experiencia de un subdito y su amo.

—¿De qué diablos estas hablando, Carli? ¿Estás loca?

—Tengamos una aventura. Aprovecehemos esta oportunidad de estar en un tiempo donde nadie nos conoce y salga conmigo. Sé que sonará descarado, pero le estoy pidiendo una oportunidad... déjeme estar a su lado." 

—...por eso es que debemos estar atentos con la frontera norte —la voz del general Corfú era firme, sin ninguna duda, mientras le hablaba a todos los hombres que se habían reunido en su casa. —¿Thadeas... estás escuchándome? 

—¿Eh? —el aludido levantó la vista y dirigió su atención hacia el General Corfú que le hablaba a él. —Es decir, sí, señor. Estoy oyéndolo. 

Uno de los hombres, fieles a su padre, lo escaneó con la mirada. 

—¿Estas seguro de qué este tipo puede ayudarnos, Thöme? No conozco a ningún otro capaz de alterar el pensamiento de los sanguinarios que no seas tu o tu abuelo. Y ya sabemos que uno de ustedes está muerto. 

—Él lo hará —contestó Thöme con una nota de orgullo en su voz. —Si podemos llegar a ellos antes de que den aviso a Claude, estoy seguro de que podremos recuperarlos y no será necesario acabar con la vida de ninguno. Recuerden que son seres inocentes que se vieron engañados por ese patán y sus seguidores. Sus vidas son valiosas tanto para sus familias como para nosotros. 

—¡Son asesinos despiadados, o al menos se están preparando para eso! —gritó otro llevando la contraria a las palabras del General.—¿Cómo podemos asegurar que no lastimarán a nadie más? Los humanos estan sospechando de nuestro comportamiento y lo que menos necesitamos es a la Iglesia Católica metiendo sus narices en esta zona.

Thöme suspiró. A los problemas con su propia raza, ahora tenía que sumarle tambien el inconveniente de los humanos inmiscuyendose en los asuntos sobrenaturales. El Consejo no daba abasto intentanto cubrir las huellas de los seres a los que representaba y los humanos ganaban cada vez más terreno como raza dominante. 

—No somos iguales a ellos, nosotros no nos deshacemos de los especimenes débiles o problemáticos de nuestra raza —dijo sin dejar lugar a réplicas. —Nos quedamos y afrontamos las consecuencias. ¿En serio piensan que será tan fácil como llegar  al nido y acabar con todos los sanguinarios? Hay niños, adolescentes y mujeres —Thöme se acercó peligrosamente al hombre que lo habia desafiado con sus palabras. Él apuntó sobre su pecho cada una de las palabras que diria a continuación. —Si estás esperando que sea yo quien dé la orden de acabar con todos ellos, te has equivocado de líder. Ya se los dije antes, no mataré a los míos a causa de las obsesiones de un imbécil como Sneider. 

—General... —se apresuró otro para calmar el temperamento de Thöme, —sabe que no es eso lo que quisimos decir...

—Grabense algo en la cabeza, al único que queremos muerto es a Sneider y sus seguidores más cercanos. Aquellos que le brindan los recursos para llevar adelante sus planes. 

Los hombres se miraron unos a otros, comunicándose solo a través de miradas. Ellos asintieron a la premisa del General y luego de los saludos de despedida correspondientes, se marcharon. 

Thadeas se quedó allí, mirándolos a todos partir mientras Thöme tomaba nota en una vieja libreta. 

—¿Y a ti qué te sucede? —preguntó de pronto llamando la atención de Thadeas. —Te vi realmente perdido en la reunión. Me dijiste que tenías conocimientos en la milicia y que querías formar parte de mi cruzada contra esos bastardos que quieren traer el infierno a la tierra. ¿Estás arrepintiendote ahora?

ThadeasWhere stories live. Discover now