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Mariel volvió a insistir a uno de los terapeutas de Thadeas para que le diese otro choque eléctrico que lograra despertarlo.

—Sabe que no puedo hacerlo, señora Castell —explicó el simpático vampiro que tomaba las decisiones respecto a su paciente inconsciente. —Ya le dije que dañaremos su cerebro si sobrecargamos sus circuitos neuronales. Es peligroso para él. 

—Una vez más, por favor —rogó. —Sólo quiero que Thadeas despierte.

Él miró fijamente a sus ojos y Mariel supo que era el limite. Ella ya había forzado demasiado a su buena suerte. El vampiro, mucho más antiguo que ella, negó con un gesto tajante.

—No. Ya le dije que esta era una practica que no aseguraba resultados y solo su familia puede aprobarla. Usted decidió intentarlo y el Consejo, no sé como, le dio autorización. Los Allegheny no estarán contentos cuando sepan de este tratamiento. 

—Pero...

El alboroto en el exterior no permitió que ella siguiera insistiendo o montara un numerito deplorable. Finalmente la familia de Thadeas se había dado por enterada y estaba aquí. Eso no la preocupaba en lo más mínimo ya que gracias a la influencia de la familia de su esposo, ellos no podrían alejarla de él. No importaba lo mucho que quisieran ver a Thadeas... el Consejo ya había decidido una pena y...

La puerta frente a ellos fue arrancada como si se tratase de una simple hoja de papel que separaba las paredes.

—¡Déjame pasar, maldita sea! —la silueta de un hombre se asentó frente a ella y por primera vez en su vida, Mariel temió por la integridad de la misma. Thanos estaba... irreconocible. Sus ojos color carmín parecían refulgir y sus garras eran las más grandes que ella había visto alguna vez. —Te advertí lo que sucedería si hacías algo en contra de mi hermano, Castell.

El vampiro mayor se colocó delante de ella, en un vano intento de protegerla de la furia del otro hombre.

—Retroceda, señor Corfú. Esta es una mujer que no puede dañar....— las palabras se perdieron en un grito profundo cuando el cuerpo del hombre fue arrojado varios metros lejos de ellos. —¡Thanos, detente!

Pero el mayor de los Corfú ya no lo oía. La razón había escapado de su mente y ahora lo único que importaba era la seguridad de Thadeas. una que Mariel había puesto en peligro al querer satisfacer sus deseos egoístas y mal intencionados. 

Thanos tomó los delgados brazos de la vampiresa y apretó con fuerza.

—¿Pensaste que mis advertencias eran en vano? —sus ojos, imposibles de que agravaran su color, parecieron burlarse de esa premisa coloreándose también en negro. —La misericordia no esta hecha para aquellos que no saben darla...

Mariel jadeaba, aterrorizada. Ni siquiera sus dones de persuasión iban a poder frenar la ira que se desataba en su contra.

—¡Papá! —gritaron de pronto y Mariel nunca había estado más agradecida con la intromisión de un perro sarnoso como lo era el Alpha Darién. Detrás de él una preciosa vampiresa de cabellos oscuros y ojos verdes. Su esposa, Haylee—Por la Luna, no la mates. 

—Que lo haga. Esa perra se lo merece —alentó ella y su esposo le dio una mala mirada. 

Thanos volvió a apretar con fuerza, esta vez dispuesto a hacerle mucho daño. 

De pronto el cuerpo de ambos fue empujado con violencia hacia un lado, separándolos. Mariel levantó la vista y la imagen que tuvo frente a sus ojos fue una que le alegró el alma.  Thadeas había vuelto y con él, toda la esperanza que ella sentía. 

—¡¿Qué demonios sucede contigo, Thanos?! —dijo con voz ronca y tambaleándose. Los presentes se quedaron de piedra mientras los hermanos se enfrentaban seriamente. —¿Qué haces contra mi esposa?

—¿Qué? 

Thadeas bufó y se giró a ayudarla a ponerse de pie. 

—Mi sirena —murmuró con voz dulce y acariciando su mejilla. El color carmín relampagueó en sus pupilas mientras veía las horribles heridas de sus brazos, pero fue solo eso, no más que un mero reflejo. —¿Estás bien?  Dios, ¿Qué te han hecho?

Darién se acercó a su padre, intentando calmarlo. 

—¿Thadeas? ¿Tío? —preguntó con cautela mientras veía lo preocupado que se encontraba por la mujer en sus brazos. —¿Estas... bien?

Haylee se adelantó y carraspeó frente a todos.

—La buena noticia es que estás vivo... y consciente, tío Thadeas —hizo una mueca. —Entonces no necesitaremos a Mera aquí. Ella puede ir con Sutter a buscar a tu mujer. 

Thadeas se tambaleó, su mujer se encontraba justo allí, frente a él.

—¿De qué hablan? —miró a su hermano que se veía bastante envejecido. No de mala manera. Thanos siempre sería Thanos, sin embargo, era claro que el tiempo había pasado para ellos. —¿Quiénes son ustedes? —miró al pelirrojo y a la bonita morena, demasiado parecida a su hermano menor, Blaine. —¡¿Qué diablos sucede aquí?! 

—Estabas en coma —respondió su hermano mayor con voz fría, sin apartar la mirada de la hermosa mujer que sostenía. Thadeas lo miró extrañado, ¿Qué pasaba con Thanos? Ellos nunca lastimarían a una mujer, ¿verdad? —Has estado inconsciente alrededor de una semana, fuiste hechizado por...

—Una humana —finalizó Mariel comenzando a recomponerse. —¡Y ustedes la estaban protegiendo! Pusieron en peligro la vida de Thadeas.

—¿Qué? —el aludido hizo un ruido sordo al intentar recordar de qué diablos hablaban, pero no pudo conseguirlo. Sus pensamientos no eran más que una nebulosa de ideas incoherentes y desordenadas. —¿Humana? ¿En coma? —miró a los dos... no tan jóvenes que le devolvían la mirada. —¿tío?... no, no puedo recordar nada de eso... —señaló a Darién. —Eres un lobo, ¿Cómo que soy tu tío? 

Thanos gruñó.

—Es mi hijo mayor y ella es su compañera, Haylee. Es tu sobrina también —hizo un silencio incomodo. —Es la hija mayor de Blaine.

Mariel hizo un gesto de desagrado que no pasó esa percibido para Thadeas. Él frunció el ceño y miró a la pareja.

—¿Son primos y están... juntos? —miró a Thanos. —¿Tienes un hijo medio lobo? —negó suavemente al inspirar su esencia. —Es un Alpha... ¿Cómo mi madre permitió esto?

—¿Qué? —Thanos palideció al oír la explicación suave de Darién al decir que Galatea lo había criado y que su hermano lo mirase como si estuviese hablando incoherencias... —Dime Thadeas, ¿Qué es lo último que recuerdas?

—Las Vegas... —besó la mano de Mariel y sonrió. —Mi casamiento con esta hermosa sirena y...

—¡Papá! —una voz grave se oyó sobre todas las demás cosas y el corazón de Thadeas dejó de latir al ver a un joven de cabellos castaños claros y barba que se acercaba a él con ojos llorosos. —Oh, Dios...

Pero Thadeas no respondió a su sentido saludo, ¿le hablaba a él? No podía siquiera recordar estar familiarizado con ese hombre que lo llamaba tan amistosamente. ¡Por favor!¿Él? ¿Thadeas Corfú, un padre?

—Detente Sebastian —Thanos frenó al hombre y este le frunció el ceño. —Ese hombre no sabe quien eres. No recuerda su vida. 

Y esa afirmación le cayó como un yunque sobre el pecho. El joven se frenó y con una expresión triste, dejó que las lagrimas fluyeran por su rostro. 

Thadeas tragó con fuerza, sus recuerdos no estaban y parecía que él no era el único en haber perdido algo valioso... ya que el tal Sebastian lo miraba como si le hubiesen dicho que en lugar de haber despertado de su sueño, se encontrase muerto...

ThadeasWhere stories live. Discover now