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Thadeas sentía un vacío interno que amenazaba con tragarse hasta sus órganos. Sus recuerdos no estaban y se sentía patético y vulnerable. Nada diferente a su día a día, ¿verdad? Sólo que esta vez el hecho de tener treinta años de su memoria perdida, estaban acabando con su cordura. 

¿Qué demonios había hecho para perder sus recuerdos? 

Mariel no había sido clara en su intento de explicación y el terapeuta que lo había revisado se mostró inaccesible a cualquiera de sus intentos de entrometerse en su cabeza. 

Hizo una mueca. ¿Cuántos días llevaba en coma? ¿Quién era la humana que lo había hechizado y por qué? 

El pecho le dolía al pensar en esa persona. Pero no entendía a qué se debía y estaba comenzando a enfurecerse con su entorno por mantenerlo a ciegas. Seguramente el imbécil de Thadeas Corfú no puede lidiar con la verdad, pensó amargamente. 

Escuchó voces en el exterior de su habitación y supo que se trataba de uno de sus hermanos. Eric, y hablaba con Mariel. A estas alturas ya era obvio para él que, en el transcurso de los años que faltaban en su memoria ellos no habían estado juntos. Lo que importaba ahora era conocer el porqué.

Tantas preguntas y ninguna respuesta. Nadie parecía dispuesto a evacuar sus dudas.

"—Ese siempre ha sido tu problema, "sirena", subestimas a Thadeas. Como tu nunca le importaste lo suficiente, no conoces de tu temperamento... pues bien, ahora sabrás de qué esta hecho." 

Esas fueron las únicas palabras que su hermano dejó que se filtraran de su conversación. 

Para Thadeas era envidiable el manejo de los dones por parte de su bohemio hermano. Eric siempre había sido algo... disperso. Ahora lanzaba amenazas a una mujer sin preocuparse demasiado de como podría herir sus sentimientos. La idea de que sus hermanos no simpatizaban con Mariel Castell comenzaba a hacerse cada vez más solida en su cabeza. 

No, no era necesario remarcar que él no era el más brillante de su familia. 

—Eric... —suspiró apenas lo vio cruzar el umbral de la puerta, mientras intentaba que sus emociones no lo afectaran. —Estas aquí.

—En carne y hueso. 

Thadeas se quedó quieto y lo observó cuidadosamente. Eric se veía... bien. Los años parecían no haber pasado para él y sus ojos azules mantenían la astucia que lo caracterizaba.

—Me alegro. ¿Quieres sentarte? 

Eric asintió y antes de tomar asiento pululó por los alrededores de la habitación. Miró hacía el exterior y se sorprendió del bonito paisaje que tenía en frente.

—Veo que físicamente estas mejor —dijo con una sonrisa cautelosa. Extraño en él. —Me alegra mucho. Estuvimos bastantes preocupados por tu bienestar.   

Thadeas simplemente hizo un gesto de reconocimiento. No podía entender qué o porqué había sido llevado a un sueño tan profundo. ¿Había hecho algo malo a esa humana que lo hechizó? Si ese fuese el caso, entonces ¿porqué sus hermanos no habían hecho nada para protegerlo a ella de él y a él de ella? ¿Nadie sospechó de que ella planeaba dañarlo?

Tomaron un té calmadamente y fue cuestión de minutos hasta que su hermano no pudiese contener más sus palabras.

—Me dijeron que no podía hablarte de los recuerdos que perdiste —sonrió. —Pero nadie dijo que no puedo mostrarte los míos.

—¿Mostrarme?

—Es un truco que aprendí a causa de George, mi hijo mayor —aclaró con una sonrisa llena de orgullo. —Era algo travieso y a su madre no le gustaba que yo fuese su cómplice. Mi hada me ayudó a desarrollar una de mis habilidades... puedo mostrarte lo que vieron mis ojos. ¿Quieres intentarlo? 

ThadeasWhere stories live. Discover now