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Carli tenía la cabeza gacha mientras era el centro de todas las miradas. Tanto Eric como Blaine habían quedado petrificados cuando la elfa les notificó que ella era quien había sometido a Thadeas a un sueño involuntario.

¿Magia? ¿ella? por favor, si a duras penas podía llegar a fin de mes con sus alimentos. Carli sabía que jamás podría desarrollar semejante poder. 

—Bueno... —dijo el menor de los hermanos. —¿Qué hacemos ahora? ¿Lo llevamos a su casa o a alguna de las nuestras? 

Eric frunció los labios, indeciso de qué hacer a continuación. La verdad sea dicha, y bastante triste para conocimiento de todos, era que Thadeas no tenía a nadie que velara por él más allá de sus hermanos o su hijo. 

—Deberíamos avisarle a Sebastián —concluyó. —Él tiene que decidir que hacemos con su padre.

Carli se vio obligada entonces a hablar;

—¿Qué puedo hacer yo para ayudarlos? —le dedicó una mirada a la elfa. —Si lo que ella dice es cierto, soy la culpable directa de que el señor Thadeas esté así. 

—No lo sé —contestó Eric. —¿Tu crees posible que hayas sido capaz de dañarlo? ¿por qué le harías eso?

Lahuen se vio obligada a interrumpir. Otra vez.

—La humana no le ha hecho ningún daño. Ella le dio lo que nadie más ha podido. 

Eric y Blaine tuvieron que suprimir una risilla con doble sentido. 

—¿Y según tú, que sería eso? 

—Paz. ¿Es que acaso nunca se dieron cuenta de lo atormentada que estaba su alma? —señaló a Thadeas y ante la atenta, y analítica mirada, de la humana volvió a tocar su rostro. —Él sufría y ella ha sido su salvavidas. 

—¿A qué te refieres? —Eric se puso serio esta vez. —¿Thadeas planeaba acabar con su vida?

—Yo no dije eso. 

La disputa podría haber continuado de no ser por el sonido de un vehículo llegando a la acogedora casa de la elfa. Ella pareció transformarse ante los ojos de Carli y la vio sonreír ampliamente. Su esbelto cuerpo flotó hasta la puerta de ingreso para darle la bienvenida a un hombre... precioso. 

Carli fue testigo de la devoción que la pareja se mostraba y pudo disfrutar de unos segundos como espectadora hasta que dos ojos de distintas irises la enfocaron. 

—Sutter —saludó Eric, pero fue ignorado olímpicamente por el susodicho. Él se encaminó hasta Carli y se arrodilló frente a ella. La elfa ahogó un gritito de sorpresa y frunció el ceño. —¿Qué demonios te sucede?

—Mi señora Callidora —la voz del inalterable Sutter tembló. —Estas viva.

—¿Eh? 

Todos se quedaron en silencio y una vez más la atención fue a parar a la desabrida mujer que sentía sus piernas de gelatina. ¿En qué clase de sueño psicodélico se había metido?

—Soy Carli —se presentó ella con una sonrisa incomoda y ofreció su mano. Sutter la miró y sus ojos se cristalizaron. Él la tomó con suma delicadeza y como si fuese un tesoro frágil. Entonces y ante el pasmo de los demás abrazó a Carli, estrechándola con fuerza entre sus brazos.

—Pensé que más nunca volvería a verte —él se separó de su lado y tomó su rostro redondo entre sus manos. —Mírate, estás igual de hermosa. El tiempo no ha pasado para ti. Te he echado terriblemente de menos.  

Eric fue el primero en escupir la poca saliva que su boca reseca tenía. 

—¿Disculpa? ¿Sutter? —llamó su atención, pero el vampiro anciano no tenía ojos para nadie más que no fuese la humana entre sus manos. Ella olía como siempre y sus ojos todavía tenían la viveza que la caracterizaba. —Suelta a la señorita. A Thadeas no le haría gracia ver como la aprietas contra tu cuerpo y estoy seguro de que la mirada de Lahuen no es una de buenos amigos. 

—¿Qué? 

El cuerpo de Carli temblaba, no sabía porqué, pero el simple abrazo de ese hombre la había puesto a temblar y parecía que en cualquier momento comenzaría con una crisis de llanto. ¿Qué demonios era esa sensación de añoranza y nostalgia que sentía de pronto?

—¿Cómo la conoces? —Blaine se acercó y separó a Carli de su contacto. —Ella trabaja para Thadeas. Es su secretaría.

—¿La mujer de la apuesta? 

Sí, Sutter también formaba parte del grupo privado en que se realizaban apuestas en relación al estado de soltería del segundo de los Corfú. Él junto a Benedict y Darién habían apostado a que Thadeas no sería capaz de olvidar a la señora Castell y de esa forma comenzar su vida con otra persona. Sin embargo, y ante el conocimiento ahora de la identidad de la señorita en cuestión, debería cambiar de bando para no perder el dinero de la apuesta. 

—¿Mi Callidora es la mujer de la apuesta? —Sutter sintió el cuerpo de Lahuen arremetiendo contra ellos y la detuvo antes de que lograra su cometido. Ya más nunca dejaría que nadie le hiciese daño a una persona preciosa como lo era su bella Calli*.—Cálmate, por favor. 

—¿Quién es esta mujer? Es humana, ¿Cómo podrías estar tu relacionado con ella? 

Eric le dio una sonrisa a Blaine preparándose para disfrutar del entretenido numerito que la pareja estaba por montar cuando fue interrumpido por Carli.

—Soy Carlotta, señor. Me dicen Carli —ella habló despacio, temiendo provocar aún más la furia de la bonita elfa. No entendía cómo su tranquila y aburrida vida había tomado este rumbo. —Trabajo para Thadeas. Anoche le di un té que lo dejó en coma, necesitamos que usted o... su pareja nos ayuden. Por favor, se lo ruego...

Sutter negó y recién en ese momento reparó en el cuerpo inconsciente de Thadeas sobre el sofá de su sala. 

—¿No recuerdas nada de tu vida conmigo? —preguntó a Calli... Carlotta, se corrigió, y ella negó  —¿Qué te han hecho hermana?  

Eric lanzó una carcajada seca al mismo tiempo que Carli sentía que perdía el aliento. ¡¿Él acababa de llamarla "hermana"?! Un vampiro la había llamado hermana. ¿Cómo? ¿Por qué? 

—Disculpa que no te crea —dijo con una risilla nerviosa. —Pero si lo que dices fuese remotamente posible ¿como es que tu eres... una cosa sobrenatural y yo humana?

Los ojos diferentes de Sutter se llenaron de una pena tan profunda que la lastima no tardó en aparecer en las miradas de los que lo observaban.

—Yo no siempre fui esto —dijo con tristeza. —Me convirtieron en algo peor , pero tu me salvaste. Eres mi hermana, lo diste todo por nosotros. Por el señor Thöme y su descendiencia. Nuestra deuda de sangre fue eterna... 

—¿Qué? —Carli tragó grueso al recordar ese nombre de entre sus sueños. —¿Quién es ese tal Thöme? 

—Es el padre de Thanos y de Thadeas —le contó Eric. —¡Mierda! Esto se pone cada vez mejor. ¿Eres alguna especie de protectora de Thadeas? —sus ojos brillaron con ilusión. —¿Cruzaste varias vidas para llegar hasta él?

—Lo veo... —ella dudó sin contestar a su tonta pregunta. —Yo lo veo en mis sueños. Al tal Thöme. 

Eric frunció el ceño.

—Espera, ¿qué? 

ThadeasWhere stories live. Discover now