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Silencio. Calmante y, al mismo tiempo aterrador silencio.

Thadeas estaba asustado y temblaba. 

Sus manos sudorosas estaban acalambradas. La oscuridad se lo tragaba y él nada podía hacer por escapar de las garras de la tristeza que parecían ahogarlo. Miró a su alrededor, preguntandose cómo había acabado en un lugar así, una especie de limbo. 

Él se cuestionó cuales habian sido sus ultimas acciones, pero no encontró respuesta. ¿Dónde estuvo o qué hizo, para terminar hundiendose en su propia miseria, esa de la que constantemente escapaba? 

Una intrusiva pregunta bloqueó el resto de sus pensamientos, ¿quería realmente saber que era lo que lo había llevado hasta allí? A ese lugar oscuro, que le daba paz y dónde no tenía que rendir cuentas a nadie. 

Él tanteó su cuerpo y no encontró ninguna herida mortal. Bueno, al menos muerto no estaba. 

Habia mucho silencio y calma... era esa paz que tanto había anhelado. No se trataba de la soledad esta vez, Thadeas se sentía realemente en paz consigo mismo y con el mundo. 

La culpa ya no estaba y los reproches tampoco. Estaba solo, sí. Sin embargo, no se sentía mal por eso. Si al fin y al cabo siempre que intentaba querer a alguien o mantenerlo a su lado, terminaba por lastimarla... 

"—Le dije que quería acostarme con usted, no que planeaba casarme o atarlo a mi naturaleza humana..." Esa voz, chillona y llena de reproche. ¿Quién era esa mujer y por qué sus palabras se sentían tan bien?

Thadeas aterrizó de pronto en medio de una playa, de calidas aguas y arenas suaves. Miró desesperadamente a su alrededor cuando sintió que la oscuridad se desvanecía y le dejaba lugar a la realidad. 

¿Habia viajado en el tiempo? ¿Estaba en alguna especie de viaje fantastico a causa de las drogas? 

Se levantó y sacudió su cuerpo. En la lejanía distinguió a un hombre que emergía del agua con una bolsa entre las manos. A Thadeas le costó reconocerlo, pero una vez él estuvo más cerca lo notó finalmente.

Era familiar, extrañamente familiar...

Sus ojos chocolates y facciones similares a las de su hermano mayor... 

—¿Qué haces en esta playa? —preguntó con una voz que él siempre anheló conocer. Era griego antiguo y sonaba tal como la habia imaginado; potente, rasposa y digna de un general. —¿Cómo llegaste hasta esta área de la playa? 

Thadeas quería llorar, lanzarse allí mismo a sus pies y abrazarlo. 

—General Thöme Corfú —saludó con la voz quebrada. Era su padre, de carne y hueso, justo frente a sus ojos. —General...

Y lloró, Thadeas Allegheny Corfú rompió en un amargo llanto que se había obligado a suprimir toda su vida.  El llanto no era para los hombres, mucho menos descendientes del poderoso General Corfú... 

Thöme miró al muchacho que lloraba de rodillas frente a él, e hizo una mueca. No lo conocía, pero el  joven habia dicho su nombre y eso, le daba una chance de vivir.  Él había salido en la mañana para recoger perlas para el collar que quería regalarle a Galatea y nunca pensó que se encontraría con una escena como esta. 

—¿Me conoces? —preguntó con obviedad. —¿Cómo te llamas?

—Soy Thadeas... —se recompuso el muchacho, que, ahora que lo veía mejor parecía de su misma edad. —Conozco de sus hazañas, señor. Y me siento honrado de poder verlo en persona —las lagrimas volvieron a fluir de sus ojos y Thöme se preocupó por su salud mental.

ThadeasWhere stories live. Discover now