Sixteen [Regulus Black]

21

James, Sirius y Regulus estaban en una esquina de la enfermería, discutiendo, mientras que Remus, Lily, Adelaide y Rabastan rodeaban la cama de Phoebe, quien no despertaba desde que Bellatrix había invadido su mente.

Madame Pomfrey estaba atendiendo a los que habían quedado heridos. No eran muchos y sus heridas no eran graves, aunque habían llamado a los padres de los alumnos para que vayan al colegio. Dumbledore estaba en su oficina, recibiendo a los adultos y escribiendo las cartas a los demás padres, para avisarles del ataque y dejarles saber que sus hijos estaban bien. La enfermera no había podido hacer que los Gryffindor y los Slytherin se retiren, todos se habían mantenido firmes vigilando a Phoebe.

Eso, hasta que James decidió dejar de darles vueltas al asunto y se llevó a Regulus lejos para hablar. Sirius lo siguió. En parte, para saber qué había pasado entre su hermano y su ahijada, y para evitar que su mejor amigo asesinara a Regulus.

Sin embargo, el menor se mostraba reacio a darles alguna respuesta a los Gryffindor. Finalmente, Pomfrey los amenazó con hechizarlos si no se callaban y dejaban a los heridos descansar, así que los tres volvieron a sus lugares alrededor de la cama de la pelirroja, junto a los demás.

La pelea había dejado un silencio tenso entre los adolescentes, quienes se miraban entre ellos y volvían la vista a Phoebe, incapaces de mantenerse la mirada. Regulus, por primera vez, estaba incómodo ante una situación y sin saber cómo manejarla. Rabastan, a su lado, estaba igual de incómodo que su mejor amigo, ignorando las miradas de todos con sus ojos fijos en Phoebe. Era el único de los presentes que conocía el hechizo que Bellatrix había utilizado.

—¿Ella estará bien? —preguntó finalmente Lily.

Todos miraron a Rabastan, quien suspiró al notar las miradas.

—Lo estará si Bellatrix hizo bien el hechizo —respondió—. Y ella es muy talentosa, así que no hay razón para creer que lo hizo mal.

—Se me ocurren varias —intervino Sirius—. Que haya hecho algo mal para lastimarla a propósito, por ejemplo.

—El Señor Tenebroso la quiere de su lado —dijo Rabastan, señalando a la pelirroja—. Bellatrix no se atrevería a lastimarla sabiendo eso.

Antes de que alguno pueda responder, Phoebe comenzó a removerse en la cama, hasta que alzó su cabeza como lo hizo en el patio y colocó sus ojos en blanco. La misma luz blanca los cegó a todos y una figura comenzó a materializarse.

Era Phoebe, quien corría mientras se reía y giraba ocasionalmente la cabeza, como si quisiera asegurarse de que nadie la seguía. Notaron en su mano lo que parecía ser un balón, o tal vez un huevo de pascuas. Al intentar doblar, una segunda figura se materializó y casi la hace caer, pero logró sostenerla a tiempo. Era un chico que parecía ser de su edad, de facciones duras pero jóvenes. Como las figuras se veían translúcidas, no podían divisar el color de ojos ni de cabello, aunque sí podían reconocer el cabello pelirrojo de Phoebe.

—Fíjate por dónde vas, Potter —soltó el chico, aunque no parecía realmente enfadado.

—Uy, qué humor —espetó Phoebe. Luego sonrió—. Seguro que esto te alegra un poquito. ¿Quieres molestar a mi hermano?

—Siempre —respondió el chico, suavizando su expresión.

Phoebe sonrió aún más grande que antes y tomó al chico por la nuca. Luego lo besó, dejando a todos confundidos y sin saber porqué eso molestaría a su hermano. Aunque James, Sirius y Remus se removieron incómodos en sus lugares e incluso Regulus corrió la mirada.

Lo comprendieron un segundo después, cuando un chico morocho y de gafas llegó ante ellos. James supo enseguida que se trataba de su hijo menor.

—¡Phoebe, te atrapé! ¡Devuélveme el hue...! —su expresión enfadada se convirtió en una mueca de asco cuando vio al chico rubio sosteniendo a su hermana por la cintura. Tomó el brazo de su hermana con una mano y con la otra se tapó los ojos—. ¡Por Dios, Phoebe! Qué desagradable, ahora no podré dormir por las noches. Y tú, Malfoy... ni siquiera tengo palabras para explicar cuánto me desagradas ahora mismo.