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Se enderezó en la cama con su respiración agitada, apretando su pecho con una mano, como si aquello fuera a controlar los frenéticos latidos de su corazón. Se deshizo de las mantas y se sentó en el borde de la cama, respirando con dificultad.

Suspiró cuando su ritmo cardíaco se normalizó y miró por la ventana. Apenas estaba amaneciendo, lo que significaba que no había dormido mucho.

La noche anterior, Dumbledore había logrado, de alguna manera, llevar a todos a Hogwarts luego de la batalla en el Ministerio. Le había explicado a Harry sobre la profecía de él y Voldemort, pero el adolescente no podía prestarle atención. No después de ver cómo su hermana simplemente... desaparecía. Cuando llegaron a Grimmauld Place, Harry se encerró en una habitación y no dejó que nadie más a parte de Draco y Hermione entraran.

Regulus hizo lo mismo. Se encerró en su habitación y no pudo evitar llorar hasta quedar dormido, recordando a las dos únicas mujeres que amó, que eran casualmente tía y sobrina. Recordaba a Adelaide perfectamente, como si los momentos que vivieron hubieran sido hacía apenas meses atrás.

Recordaba su rostro aniñado y delicado, sus facciones suaves, sus preciosos ojos y su suave cabello. Recordaba que era insoportablemente traviesa y que eso se debía a sus amigos, pero era extremadamente inteligente y aplicada en clases.

Pero también recordaba el cruel momento donde se le fue arrebatada de su lado. Recordaba perfectamente sus gritos de dolor por la tortura de su prima le proporcionó, y la recordaba perfectamente cuando se desangró en sus brazos, dedicándole sus últimas palabras a él para que nunca olvide cuánto lo amaba.

Y él la amaba a ella. Durante años no fue capaz de sacarla de su cabeza, sufrió en silencio muchísimo tiempo, y cuando finalmente creyó superarla, apareció en su casa aquella pelirroja que en menos de una semana lo tenía alrededor de su dedo.

Nunca había pensado en el parecido que Phoebe guardaba con ella hasta que Sirius no la mencionó. Sabía que debió haberle dicho que estuvo con su tía en Hogwarts y luego de egresarse, pero no pudo. Sabía que iba a lastimarla y no podía hacerle eso. No quería que Phoebe creyera que estuvo con ella solo por el parecido que tenía con la menor de las Evans, pero cuando Sirius la nombró no pudo evitar preguntarse si lo que sentía por ella era real o solo creía que lo era.

Lamentablemente sus dudas recién se aclararon cuando la vio desaparecer, y por desgracia ya no podía hacer nada para cambiarlo.

Phoebe había desaparecido, y solo podía desear que, dónde sea que esté, estuviera a salvo y volviese con él.

(...)

Cinco adolescentes iban riendo, llamando la atención de cualquier persona que estuviera cerca de ellos. La menor del grupo le quitó el pedazo de pergamino al chico de cabello azabache que lo sostenía y comenzó a correr, siendo perseguida por los cuatro chicos restantes. Mientras corría, abrió el pergamino y comenzó a mirarla para averiguar dónde estaba su novio.

Sabía que se veía como la típica novia celosa y posesiva que ella tanto odiaba, pero detestaba ver que el chico era perseguido por su compañera de casa y ella no podía hacer nada para demostrarles que era su novio.

Sin embargo, antes de poder divisar a su novio, vio un nombre desconocido pero a la vez demasiado familiar, por lo que se frenó en el medio del pasillo para estar segura de que sus vista no fallaba. Al frenar tan abruptamente, sus amigos no lograron frenar a tiempo y todos terminaron en el suelo.

—Auch —se quejó la chica, sobando su cabeza.

—Lo sentimos, ¿estás bien? —preguntó uno de los chicos, ayudándola a levantarse.

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora