15

7.9K 736 133
                                    

James Potter observaba a su supuesta hija dormir en la cama de la enfermería. Habían intentado convencerlo de que se fuera a su habitación a dormir, pero ¿qué se supone que debía hacer? ¿Irse y dejar a la pelirroja sola, luego de lo que se había enterado?

Según lo que Dumbledore dijo, aquella chica parecía venir del futuro y no cabía duda de que era su hija. Ella misma lo había dicho, aparecía su apellido al lado de su nombre en el mapa y el mapa nunca mentía. Luego de generaciones donde los Potter solo tenían un hijo varón, no podían pretender que se vaya a dormir luego de enterarse que iba a romper esa estúpida tradición.

La duda de quién era su madre lo mataba. Aquel cabello pelirrojo, sus ojos verdes y sus facciones suaves gritaban el nombre de su amada por todos lados, pero lo hacía dudar el hecho de que su madre era pelirroja y su padre tenía ojos verdes también. Bien podría haberlos heredado de su abuelo.

Le dolía simplemente pensar que se había rendido con la chica que amaba, pero hasta que Phoebe no se despertara no podría hacerle ninguna pregunta.

Sonrió levemente al recordar el nombre de la chica. Phoebe era un nombre hermoso con diferentes significados, entre ellos "blanca pureza" y "brillante". Recordaba vagamente haber leído que estaba relacionado con ciertos mitos griegos, algo sobre una titánide asociada con la luna.

La chica se removió en la cama, por lo que él se alejó para no asustarla por si se despertara. Cuando la chica abrió los ojos, frunció la nariz, un gesto que le pareció tierno de cierto modo.

—¿Sigues aquí? —preguntó al reconocerlo. Él hizo una mueca y asintió—. ¿Eres real?

James la miró con confusión, pero volvió a asentir. Al contrario de lo que esperaba, la chica se enderezó de la cama y saltó a sus brazos, aferrándose a sus hombros. El azabache no comprendía la actitud de la chica, así que la abrazó y acarició su cabello hasta que volvió a dormirse en sus brazos.

(...)

—... y allí están las cocinas, al lado de la Sala Común de Hufflepuff, pero se supone que no mucha gente lo sabe...

—James —cortó rápidamente Remus al azabache. Todos lo miraron—. Estoy seguro que Phoebe ya conoce Hogwarts, déjala respirar. Vamos al Gran Comedor, que en breve la van a Seleccionar.

Ella sonrió y entrelazó su brazo con el de su padre. Al principio, a los cuatro chicos les había costado asimilar que aquella chica era una viajera del tiempo y que, además, era la hija de James, pero después de un rato lo habían superado.

El director Dumbledore no le había impedido pasar tiempo con su padre y los amigos de este, siempre y cuando ella no revelara mucho del futuro. Sin embargo, estaban hablando de su vida. O, mejor dicho, de la muerte de sus padres, no podía simplemente dejarlo pasar.

Si estaba en sus manos la posibilidad de salvarlos, ¿debía ver cómo pasaba todo otra vez? ¿Debía verlos confiar en la persona equivocada?

No podía permitirlo. Ella no iba a dejar que vuelva a pasar, incluso si eso significaba perder su futuro tal y como lo conocía.

Sin embargo, algo le impedía hablar cada vez que lo intentaba. Su padre parecía un chico tan feliz, despreocupado y travieso que le rompía el corazón la simple idea de contarle algo de lo que lo esperaba. Él amaba a sus amigos, y no tenía ni idea de cómo contarle la verdad.

Aunque no podía disimular la molestia que sentía cuando veía a Peter Pettigrew, y por esa razón agradecía que solía mantenerse alejado. Para ese entonces, Phoebe suponía que él ya debía ser parte de los mortífagos.

—No entiendo para qué hay que hacer lo de la Selección —se quejó el chico—. Ya sabemos a qué casa pertenece. Es una Potter, está en su sangre.

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora