Cap 28

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No podía creer lo que estaba viendo.

Sentía cómo se respiración se había detenido por un momento, y como a cambio su corazón comenzó a acelerarse con rapidez en su pecho.

Su mano aún sostenía el picaporte de la puerta, y sus ojos miel no se despegaban del chico parado frente suyo.

Pero por un momento desvió su mirada, al ver a otra persona moverse detrás del castaño. Se encontraba un hombre bastante mayor que ellos, con rasgos muy similares a los de Cedric, sobretodo en cuanto sus ojos se posaron en él y él hombre le sonrió.

Cedric soltó una risita al verla tan shockeada ante la situación que se le enfrentaba. Pero aquella risa, provocó que Graycee volviera a mirarlo y saliera de su estado de shock.

–¡Oh, joder! ¡Estás aquí!–Chillo con felicidad, y sin más salgo a sus brazos.

Cedric sonrió mostrando sus dientes, envolviendo sus brazos al rededor de su cintura. Sintiendo como ella lo apretaba contra su cuerpo, con sus manos rodeando su cuello.

Inhalo su aroma que tanto había extrañado, su cabello largo ondulado y castaño. Tenía olor a shampoo de vainillas, conjunto a su perfume en su cuello que tanto la caracterizaba.

La apretó aún más contra él tan humanamente posible, aún así cuando ya no habían espacios que romper entre ellos. Giró su cabeza un poco y sus labios besaron su cuello, haciendo que Graycee sonriera y dejara un beso en su mejilla.

Se separaron aún cuando no querían hacerlo, pero lo hicieron al oír el aclaramiento forzado de garganta del hombre que estaba aún parado detrás de ellos.

Graycee se alejo del chico sintiéndose sonrojada, como si la hubiesen pillado con las manos en la masa. Había olvidado completamente que aquel hombre estaba allí parado.

Cedric no dejaba de verla, y tampoco dejó de tocarla. Ya que dejo una de sus manos en su cintura baja, ahora se había dado en tiempo de mirarla con precisión.

–Gray, este es mi padre, Amos Diggory.–Empezó a presentarlos.–Y papá, ella es Graycee Rosier, mi novia.

La nombrada volvió a ponerse nerviosa, sintiendo sus mariposas aletear con fuerza en su estómago al oír cómo Cedric la presentaba como su novia.

–¡Es un placer conocer a la chica finalmente que trae loco a mi muchacho!–Habló el padre del chico mostrando su sonrisa orgullosa en su rostro.–Estoy encantado de conocerla, Señorita Graycee.

La castaña sonrió aún sintiendo sus nervios a flor de piel, pero de igual manera se acerco a saludarlo. Estrechándolo en un abrazo corto pero amistoso de presentación.

–El placer es todo mío en conocerlo, Señor Diggory.–Respondió una vez que ambos se alejaron con sonrisas en sus rostros.

Cedric miraba a ambos mientras se presentaban e intercambiaban pocas palabras entre ellos. Pero no pudo no evitar mirar cómo estaba vestida Graycee.

Ella iba con un vestido precioso color blanco, quien acentuaba por completo su figura tallada por los mismos dioses, o así lo creía él.

Era un vestido delicado y fino, quien no tenía ningún diseño. Porque ya la forma y las mangas cortas se este eran suficiente.

La veía increíblemente preciosa, con sus cabellos levemente juntados lejos de su rostro. Quien caía como cascada por su espalda.

–¡Por favor, Niña! No me llames, Señor Diggory. ¡Qué hay confianza, Joder!

Ambos intercambiaron risitas pequeñas. Pero la sonrisa de Graycee se borró al instante al notar que seguían parados en la puerta de su casa.

–¡Oh, Merlin! ¡Lo siento! ¡Pasen! ¡Pasen!–Repitió desesperada alejándose de ellos para mantener la puerta abierta.

No me voy a enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora