Extra 4.

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Dos meses después de la muerte de Daniel.

Verónica.

"-Me arruinaste la vida –soltaba palabras agrias, una tras otra.

-No sé quién eres, por favor, déjame ir –dije, aun con el nudo en la garganta.

-¿No reconoces mi voz? Oh, pequeña –la sombra se acercó poco a poco a la diminuta luz que había en la habitación –soy tu. ¿Estas orgullosa? En esto me convertiste, en una mujer con las manos manchadas de sangre.

Diego apareció detrás de ella, la tomo por el cuello y puso un cuchillo en su rostro. Él aún conservaba esa sonrisa socarrona que odiaba. Al momento de parpadear, cambio la escena, ya no era yo a quien sostenía Diego, Alejandro estaba en mi lugar, con su mandíbula apretada.

-Me arrebataste lo que yo más quería –le susurro Diego al oído, antes de herirlo en el pecho y dejarlo en el suelo.

Una lagrima bajo por mi mejilla; estaba amarrada a una silla, sin poder hacer nada. La impotencia recorría mi cuerpo.

La escena volvió a cambiar, era yo, llorando junto al cuerpo de Alejandro. Pero, era yo la que sostenía el cuchillo.

-¡Asesina! ¡Fuiste tú! –Gritaba aquella Verónica a un espejo, luego se dirigió a mi lentamente –eres una asesina, lo mataste a él y lo harás con todos los que te quieran.

-¡Asesina! –gritaban al unísono Diego, Juan y Daniel, mientras salían de las sombras.

Desaparecieron, aun así, quedaron sus murmullos.

-Asesina, asesina, asesina".

Abrí los ojos y el sudor inundaba mi frente. Me senté en la cama, aun con la respiración agitada. Mi corazón empezó a acelerarse. No. Otra vez no.

-¿Preciosa? –susurro Alejandro, mientras se rascaba los ojos.

El despertador marcaba las 4:00 am.

-Mi... Mi corazón –fueron las únicas palabras que logre articular. Me faltaba el aire de nuevo y mi vista empezó a nublarse.

Alejandro se levantó de la cama y saco una bolsa de hielo de un pequeño congelador que había en la habitación y la puso en mi nuca.

-Ahora dime 3 cosas que puedas sentir en este momento.

-El hielo, la manta y el frio del suelo en mis pies.

-2 cosas que puedas oler.

-Tu colonia y el suavitel con el que lavan las pijamas –sonreí y el también.

Alejandro dejo el hielo a un lado y me abrazo.

-Tu lugar seguro.

-Mi lugar seguro eres tú.

-¿Pesadillas otra vez? –pregunto.

Asentí.

El despertar así se había vuelto costumbre, al principio entraba en crisis bastante fuertes y pasaba mucho tiempo intentado calmarme. Luego fueron disminuyendo y pude ir conociendo poco a poco que era lo que me estaba pasando.

-Perdón por no dejarte dormir.

-Tenemos toda una vida para dormir, ahora lo que importa es sanar, ¿esta bien? 

Nota de la autora: pasaba a avisarles que la sinopsis de "El Amor Eterno de un Narco" ya esta publicada, para que la vayan añadiendo a su biblioteca, tkm

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Nota de la autora: pasaba a avisarles que la sinopsis de "El Amor Eterno de un Narco" ya esta publicada, para que la vayan añadiendo a su biblioteca, tkm. <3


Mi Novio el NarcoWhere stories live. Discover now