Mi Novio el Narco

Capitulo 2.

La reunión.

Samuel Taylor era dueño de una marca de supermercados bastante grande, su esposa había muerto en un accidente automovilístico; tuvieron dos hijos. 

De los hijos sabia que el mayor se llamaba Alejandro, él era el que ayudaba con la administración de los supermercados y básicamente, era la mano derecha de Samuel, tenia 19 años; el menor se llamaba Daniel, a su corta edad de 17 años ya era un prodigio en boxeo. Físicamente, ambos eran altos, tenían cabello negro, el cuerpo trabajado. Los tres salían constantemente en revistas de chismes, nunca nada grave o serio, era mas que todo, especulaciones de la vida amorosa de los tres y así. 

De camino, vi a papá muy callado.

-¿Pasa algo? .-pregunté.

-Estoy algo preocupado, estoy acostumbrado a llevar casos así, pero realmente siento que este es diferente, que Samuel no esta jugando, que si me pasara algo malo, a no ser que sepa realmente lidiar con esto. No quiero dejarte sola, no aun, no es mi tiempo.

No supe que decirle, ni como reaccionar, no me imaginaba una vida sin sus chistes malos, sin sus juegos, sin sus abrazos... Pero yo sabia que él podía llevar esto, sabia que iba a ganar el caso, yo siempre había creído en él y esta no seria la excepción. 

Para alivianar el ambiente, puse "Can't Help Falling In Love" de Elvis Presley. Hace algún tiempo, papá me había contado que esa canción se la habían dedicado mutuamente con mamá cuando eran jóvenes, él amaba escucharla. Si funciono, empezó a esbozar una sonrisa mientras la escuchaba, me tranquilice. 

Al final llegamos al restaurante, en la recepción nos preguntaron que si teníamos reservación, nos llevaron hasta la mesa en donde estaba Samuel y sus dos hijos. Samuel llevaba un traje totalmente negro, parecido al de papá, Alejandro y Daniel, por su parte, llevaban un traje azul oscuro y el cabello peinado hacia atrás. 

-Buenas noches, Samuel .-dijo papá.

-¡Gregorio! Es un placer volverlo a ver .-dijo Samuel, se levantó de la silla, y se estrecharon la mano -Por favor, siéntense.

-Ella es mi hija, Verónica.

-Un gusto, don Samuel .-dije con una sonrisa medio forzada. 

-Dime Samuel querida. Mira Gregorio, mis dos hijos, Alejandro y Daniel.

-Encantado de conocerlo, don Gregorio .-dijo Alejandro. Daniel solo le sonrió y estrecharon manos. 

-¿Qué van a ordenar? .-pregunto el mesero. Viendo la carta me di cuenta de que no sabia que era lo que había en la mitad de los platillos.

-¿Qué vas a pedir tu? .-le pregunte a papá en voz baja.

-Brazos de king crab .-dijo no muy convencido, pero si él comería eso, yo igual. Lo pedimos y el mesero se fue.

-Una elección arriesgada, ¿no? .-dijo Daniel. ¿Qué quería decir? 

-Tienen gustos bastante exóticos .-dijo Alejandro, con una sonrisa.

-Jaja, si .-dijo papá mirándome, con una cara de vergüenza e incomodidad, quien sabe que era lo que habíamos pedido.

En lo que traían la comida, se dedicaron a hablar del caso, de que harían mientras pasaban los escándalos, ya que nada había salido a la luz aún. Yo no hablaba o decía algo al respecto porque no sabia del tema y casi toda la charla pase desapercibida, no me molestaba, entre menos me hablaran era mejor, la verdad. 

Trajeron los platos, y ¡adivinen que! Habíamos pedido brazos de cangrejo, no se veían para nada apetitosos. 

-Bueno, vamos al grano, Gregorio. Yo quise que viniera tu hija porque quería hablarles de algo. Cuando estaba con el publicista, este, dijo que el juicio y los cargos mancharían el nombre de los supermercados, los diferentes negocios que tengo planeados, a pesar de que Alejandro se encargara de todo, aun falta algo, falta una distracción.

-No entiendo, ¿qué tiene que ver mi hija con esto? .-dijo papá, con una ceja alzada.

-Para allá voy, necesito que Alejandro consiga una novia, siendo uno de los solteros mas cotizados, la noticia resonaría mas que el caso. Sin embargo, no puedo poner a cualquier mujer en ese puesto, en este punto no confió en nadie, y cualquiera filtraría información a la prensa que terminaría perjudicándonos a ambos. Por ello, quiero que sea tu hija.