Capitulo 8

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Rykou condujo en silencio hasta su casa y esperó paciente hasta que encontró las llaves y abrió la puerta. Incluso aún así tardó un poco más en escuchar el ruido de neumáticos.

—¿Julian?

Julian se apartó rápidamente de la puerta de entrada y sonrió nervioso a su madre.

—Hola...

—¿Fuiste a la cita con la doctora?

Julian cabeceó sin mucho entusiasmo y se alertó cuando su madre lo miró con ojo critico, posiblemente tratando de comprobar si decía la verdad o no.

—Estuve con ella —dijo tras aclararse la garganta—. Y luego pasé un rato por el gimnasio... a ver a mis amigos —añadió rápidamente—. Voy a darme una ducha.

Pasó al lado de su madre y se encerró en el cuarto de baño, apoyándose en la puerta.

—¿Qué voy a hacer ahora?

—¿Julian?

—¿Qué?

Julian se apartó rápidamente de la puerta y se volvió, mirándola con aprensión, como si su madre fuera a abrirla en cualquier momento. No quería soportar la mirada que su madre le dedicaba desde que habían ido a recogerlo a Rusia. Y menos ahora que ya no tenía la necesidad de tratar de explicar lo que había pasado allí y que fueran a socorrer a Kei y a los demás, pero que se sentía incluso peor que antes. Mucho peor... Julian se llevó los dedos a los labios y cerró los ojos. Aún podía sentir la calidez de la presión de la boca de Kei, sus largos dedos acariciando su cuerpo, su mano sobre su pene y el miembro duro dentro de él...

El dolor había sido sedante, pero por primera vez había sido capaz de olvidarse de lo que tanto le atormentaba, y no había sido gracias al dolor. Kei le había nublado completamente la razón, había hecho que todos sus sentidos se doblegaran a él y al placer que le había dado...

—¡Julian!

—¿Qué? —¿Le había dicho algo su madre?

—¿Estás bien? —Otra vez ese tono de duda—. Te estaba preguntando si vas a cenar algo.

—Ah... —¿no tenía hambre?—. Vale, un poco.

—¡Eso es genial!

Su madre se puso contenta de pronto y comenzó a parlotear sobre lo que iba a cocinar en un momento mientras él salía de la ducha.

Julian suspiró y comenzó a desnudarse, mirando el reflejo de su cuerpo en el espejo, mirando las heridas y cuando terminó de quitarse toda la ropa, se llevó tímidamente una mano a su ingle, acariciando su pene delicadamente.

—Kei...

—¡Julian!

Julian abrió mucho los ojos y apartó la mano, mirando la puerta con mayor aprensión.

—¿Qué, mamá? Me estoy duchando.

Se acercó a la bañera y encendió el grifo para que comenzara a llenarse.

—Tu padre está por venir, ¿estarás con nosotros en la mesa?

—Hm, vale, sí —Cualquier cosa con tal de que lo dejara tranquilo.

Escuchó los pasos de su madre alejándose y volvió a suspirar, mirando el agua que iba subiendo de nivel. Todos le habían dicho que él no tenía la culpa, algunos, aquellos a los que les había contado lo que había hecho, la manera que había conducido a Alexander hacia Kei, ni siquiera le habían creído, habían llegado a pensar que se había vuelto loco y hasta él había preferido pensar que estaba loco antes de tener que seguir con los remordimientos de lo que hizo. Kei no lo sabía y sus amigos tampoco. Y Kevin... ¿olvidarse de Kei? Julian sacudió la cabeza. Simplemente era imposible. Quería estar con él, quería que volviera a tocarle, que volviera a hacerle el amor... Quería a Kei ¿tan malo era no decir nada?

—No fue mi culpa.

No... apretó con fuerza las uñas en las palmas de la mano hasta que comenzó a sentir el dolor. ¿No se merecía un poco de felicidad? ¿No podía estar con él? Solo tenía que callarse y... Asintió con la cabeza y ejerció mayor presión en la carne hasta que se acordó de la advertencia de Kei y suavizó la presión, abriendo las manos. Pequeñas heridas ensangrentadas se sumaban a las que ya tenía; extendió los brazos y dejó que el chorro de agua limpiara la sangre. No estaba muy seguro de cuál podría ser la reacción de Kei si volvía a verlo herido y sinceramente prefería no saberlo. La manera de herir de Kei solía estar lejos de ser física y no se sentía capaz de soportar más dolor en su corazón.

—Necesito estar contigo... —no podía, no quería alejarse y no quería que Kei lo odiara—. Lo siento... —sollozó, derrumbándose en el suelo—, perdóname, Kei, perdóname...

Era su decisión, pero, ¿por qué pese a saber que no podría alejarse de Kei, le dolía tanto?

Miró las palmas heridas bajo los ojos borrosos por las lágrimas y permaneció así unos segundos, escuchando el agua cayendo al interior de la bañera y se incorporó bruscamente, cerrando el grifo y quitó el tapón, haciendo que el agua saliera por el desagüe y cuando la bañera estuvo completamente vacía, volvió a taparla y encendió de nuevo el agua, solo que esta vez le dio solamente al agua caliente y esperó a que ésta se llenara lo suficiente antes de mirar el vapor caliente que salía del interior y buscara en la desesperada angustia que le oprimía el pecho el valor para entrar en la bañera y sumergirse en el agua hirviendo.

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Lo sé, un capitulo corto, pero no tengo tiempo, el lunes empezamos la reforma y ya conectarme resultará muy dificil y no sé cuantas veces podré conectarme y ya actualizar... ufff, tengo que dejarlo tambien todo bien organizado y el tiempo se me echa encima T_T

Muchas gracias por leer, votos y comentarios!!!

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Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora