Capitulo 7

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Julian dejó que Kei lo ayudara a llegar hasta la cama y no puso ninguna resistencia cuando el chico rubio lo dejó sobre ella y se sentó a su lado.

—¿En qué estabas pensando cuando te hiciste eso?

Julian se acurrucó entre las sabanas, encogiéndose, con la espalda encorvada y tratando desesperadamente de no tocar el cuerpo de Kei. No podía evitarlo, quería que Kei lo tocara, lo estaba esperando, lo deseaba, pero al mismo tiempo estaba muy asustado, aterrorizado por la culpa, el enorme peso que había sobre su conciencia, y sobre todo temía que Kei lo descubriera alguna vez.

—Yo... —tragó con esfuerzo, aún notando la piel de la cara húmeda—. No lo sé.

No podía decirle la verdad, la culpa, el dolor abrasador y los remordimientos que lo habían estado consumiendo. No podía decirle que había necesitado, que necesitaba el dolor físico para sobrellevarlo, para mitigar el dolor, la desgarradora agonía que había sentido al ser arrastrado de Rusia seguro de que los había matado a todos, que había forzado a Kei a la muerte o a las garras de Alexander.

Pero ahora que estaba vivo, que estaba a su lado, no sólo no había disminuido el dolor, sino que se sentía más miserable. E, incluso, aún así, su decisión era seguir a su lado.

Cerró con fuerza los ojos cuando sintió el brazo de Kei alrededor de su cintura y no se movió cuando sintió el resto del cuerpo del chico rubio aferrándose al suyo y lo rodeó en un cálido abrazo, obligándolo a sepultar la cabeza en su pecho.

—Kei...

—¿Hm?

Julian no intentó moverse. Se sentía tan seguro en ese momento... si tan solo hubiera podido retroceder en el tiempo, si tan sólo... Notó como las lágrimas volvían a agolparse en sus ojos y se apretó con más fuerza al cuerpo de Kei. Era tan reconfortante ese calor...

—Alexander...

—¿Qué ocurre con él?

¿Se había endurecido la voz de Kei? Julian se encogió y dudó un instante antes de volver a hablar.

—¿Te... te hizo algo?

Kei no se dio prisa en responder y sus brazos siguieron rodeando su cuerpo, sin moverse.

—¿Si me hizo algo? —la voz de Kei estaba cargada de amargura y resentimiento y las lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de Julian—. Desde el principio me lo arrebató todo y aún así siempre hay algo más que puede quitarme.

Julian contuvo un sollozo en la ropa del chico rubio.

—Yo...

Julian no sabía qué decir realmente, pero tampoco tuvo la ocasión de pensar en algo; las manos de Kei se movieron, apartándose de su cuerpo y lo empujaron, obligándolo a apoyar la espalda sobre el colchón y el chico rubio se inclinó sobre él, deslizando una de sus piernas sobre las de Julian.

—Tú nada —dijo Kei, mirándolo a la cara unos instantes—. Esto no tiene nada que ver contigo y no hablaremos de ello a menos que tu psicóloga lo vea conveniente.

—¿Qué? ¡No...!

—Shhh —Kei le hizo callar poniendo un dedo sobre sus labios y Julian abrió mucho los ojos, impresionado y se tragó todas las palabras que salían por su boca—. No vamos a estar de acuerdo, así que mejor no hables.

Julian lo miró desesperado. Si Kei volvía a la consulta tarde o temprano terminaría por salir en el tema lo que él había contado que había sucedido, la manera que torturaron a Kevin, la manera que él había hablado de su ubicación sin vacilar... y Kei lo odiaría. Todos lo odiarían.

Pero no se apartó cuando los labios de Kei se hundieron en su boca, demasiado dulce, introduciendo su lengua y la entrelazó a la suya en el momento que deslizaba una mano en su ingle y agarraba suavemente su pene con la mano. Julian se estremeció, dejando que el placer que Kei era capaz de arrancar en su cuerpo lo ayudara a olvidar, al menos un momento; tal vez por ese mismo motivo, por la manera en la que su mente se nublaba ante el contacto del chico rubio, consideró un bálsamo el dolor que prometían los dedos del chico rubio al penetrarlo; arqueó la espalda y gimió.

—Kei —muistó en un jadeo, apremiándolo al apartar los dedos de Kei de sus nalgas y miró ansioso el miembro duro del chico rubio entre sus piernas—. Más fuerte.

La expresión de Kei se ensombreció y Julian sólo consiguió ver el brillo peligroso en los ojos oscuros de Kei un instante y ni siquiera reaccionó ante esa reacción. Kei lo empujó bruscamente y lo aplastó sobre la cama, apretando el brazo sobre su cuello.

—No me jodas —siseó Kei, con el rostro prácticamente pegado al de Julian antes de apartar el brazo y permitirle volver a respirar. Julian respiró con esfuerzo y se llevó lentamente las manos al cuello, incapaz de detener las lágrimas—. Maldito crío... —Kei le agarró el pelo y tiró con fuerza de él hacia atrás y Julian se encogió al sentir los labios sobre su cuello—. No te atrevas a usarme para tu extraño fetiche por el dolor.

—Lo... —Julian notó la garganta seca y no terminó de disculparse—, por favor...

Julian temió que Kei se levantara y se aferró a su camiseta, agarrándola con la mano temblorosa. Los ojos del chico rubio se desviaron hacia la mano que se aferraba a él, sin cambiar la dura expresión con la que lo había estado mirando.

—Date la vuelta.

—¿La vuelta?

Julian dudó un instante antes de darse cuenta de a lo que se refería Kei y se sonrojó, apartándose tímidamente de él, quien tan solo se enderezó sin dejar de mirarlo y obligándolo a rozar su cuerpo para poder incorporarse y girarse. Julian no necesitaba mucho más que ese cruel contacto con la tela de la ropa de Kei, la manera en la que sus pantalones acariciaban sus tobillos y sus pies, para sentirse excitado y se llevó vergonzosamente una mano a su miembro, convulsionando y arqueó la espalda con un jadeo mientras eyaculaba sobre la cama.

—En este tema no has cambiado ni un poco, ¿eh? —se burló Kei en un tono exageradamente cargado de mofa.

Julian sepultó la cabeza en las sabanas, manteniéndose apoyado con las manos y las rodillas sobre ella.

—No... tengo experiencia — ¡Y él lo sabía!

—Aún así... —Julian escuchó como Kei se movía a su espalda y deslizando una mano entre sus piernas, empujó su vientre hacia arriba—, muy bien, princesita, ahora levanta el culo y muévelo para mí.

—Kei, eso... ah...

Julian gimió al notar el extremo del pene de Kei entre sus nalgas y contuvo la respiración cuando sintió como los dedos del chico rubio le estiraban la piel para acceder más fácilmente a su interior, deslizándose despacio. El dolor no fue muy intenso, nada parecido a lo que sintió la primera vez, pero a diferencia de aquella vez, en esta ocasión lo sintió como un sedante y notó como su cuerpo reaccionaba a él, al dolor, al calor que el miembro duro y grueso de Kei se apretaba en su cuerpo y en su carne y lo abrasaba.

—Ah... ah...

Gimió y lo volvió a hacer cuando las manos de Kei apretaron sus caderas y comenzó a moverse, arrastrando su cuerpo hacia atrás en cada embestida, apretando cada vez con más fuerza los dedos en su piel y deslizándolas hasta su ingle en cada movimiento. No se dio cuenta en qué momento dejó de notar el dolor para jadear de placer, estremeciéndose cada vez que Kei golpeaba sus nalgas con su vientre y lo empujaba débilmente hacia delante, ni siquiera prestó atención cuando volvió a eyacular, pero sí que sintió cuando Kei llegó al clímax y le permitió caer rendido sobre la cama, apartándose de encima y haciendo que una corriente de aire fresco acariciara su cuerpo desnudo. Asustado, se incorporó bruscamente y buscó a Kei con la mirada, sintiendo una punzada.

—Kei... —lo llamó al encontrarlo de pie junto a la ventana. Tenía un cigarrillo en los labios, pero no lo había encendido.

—¿Qué ocurre?

Sus ojos negros se volvieron hacia él. La luz era escasa, pero a Julian le parecieron demasiado inexpresivos, como si Kei se hubiera sumergido en pensamientos que lo alejaban de allí, de él y de lo que acababa de ocurrir entre ellos. ¿Se había sentido satisfecho con él? Julian se mordió el labio y apartó rápidamente los dientes cuado vio como Kei entrecerraba los ojos.

—Te... tengo que irme.

Julian bajó la cabeza y se movió por la cama, agradeciendo el dolor que sentía en ese momento.

—No hace falta que te vayas. Quédate y descansa.

Julian siguió sin mirarlo y fue a por su ropa, sin intentar disimular que no le dolía y se agachó torpemente, recogiendo los pantalones del suelo llevándose una mano a la cadera.

—Mis padres se preocuparan si no vuelvo a casa.

Por unos instantes, Julian deseó que Kei dijera que se quedara, que ya hablaría él con ellos y seguramente los convencería con su encanto natural, pero Kei no dijo nada, permitiéndole vestirse y marcharse.

—Rykou —llamó en el salón.

—¿Sí?

El japonés se presentó automáticamente en el mismo espacio donde se encontraba Kei a la espera de órdenes. Su actitud era solemne, siempre serio y parecía especialmente irritado por algo. Julian miró hacia la puerta de la cocina, tal vez a la espera de que también saliera Oshi.

—Llévalo a casa.

No hacia falta añadir a quien. Julian apartó los ojos de la puerta y miró a los dos chicos.

—No hace falta, yo...

Rykou no lo escuchó; se acercó a él y abrió la puerta de entrada, manteniéndose de pie a la espera de que saliera. Julian miró a Kei, pero el chico rubio no lo estaba mirando. Tenía la cabeza medio ladeada hacia la ventana y volvía a tener una expresión ausente. Julian apretó el puño en el pecho, tratando de aliviar el dolor y se giró, andando los pocos pasos hacia la puerta y se detuvo, sin llegar a cruzarla y manteniendo mal las lágrimas en los ojos.

—Kei... —musitó en un hilo de voz—. Te quiero.

No se atrevió a girarse para ver si Kei lo había escuchado y tampoco se atrevió a mirar a Rykou a la cara, pero percibió como se movía hacia los ascensores, tal vez tratando de darles un instante de intimidad, pero el chico rubio no respondió y Julian ahogó un sollozo apartándose de la puerta.

—Julian —Julian se detuvo de golpe, escuchando los latidos de su propio corazón—. Espero no encontrarte ninguna otra herida aparte de las que ya tienes.

La amenaza estaba impresa en el tono de voz y la manera en la que había arrastrado cada una de las palabras y Julian se encogió, pero no respondió; siguió caminando hasta los ascensores y antes de llegar escuchó como la puerta del apartamento se cerraba.

No podía prometer algo que igual no era capaz de cumplir.

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Hola!!! Me gustaría comentaros algo para tod@s aquellos autores que también escribis temática gay. Como yo, otros autores como lillysaucedo, hemos empezado a cambiar el término algo erroneo de "yaoi" para referirnos a los libros de temática gay, como homoerótica, y así tratar de hacernos con un "espacio" para ese género. Os animo a que uséis el término para vuestras novelas y así ser más lo que nos sumemos a la idea ;)

Muchas gracias por leer, votos y comentarios :)

Nuevos dibujos en facebook ^^

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Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now