Capitulo 25

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Julian caminó todo lo que pudo soportar con la pierna herida y sólo se giró una vez para comprobar con desaliento como los coches de Kei se iban marchando hasta desaparecer completamente. También estuvo seguro que escuchó el sonido de sirenas acercándose y finalmente terminó desplomándose en el suelo, en un solar a las afueras de lo que para él era ninguna parte.

Era lo que tenía que hacer, sabía que era lo correcto... tenía que ser lo correcto aunque con su decisión no solo destruyera su vida, sino la de tres personas más.

Incluso no podía decir que no tenía miedo.

Apretó con fuerza los puños y se incorporó un poco para quedar completamente arrodillado, con la espalda erguida mirando hacia el brillo de luces que se distinguían como pequeñas bombillas que palpitaban en una ciudad que aún no dormía.

¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿Media hora? ¿Menos? ¿Más? El tiempo parecía pasar excesivamente lento, únicamente acompañado por el sonido de su propio corazón y a medida que pasaban los minutos, Julian notaba de manera fugaz como las lagrimas se deslizaban por sus mejillas y caían desde su barbilla al suelo, uniéndose al barro blando que hundían sus rodillas en la tierra.

No prestaba atención a nada, no quería ver nada, deseaba que todo terminara rápido y la espera lo torturaba, pero estaba seguro de que cuando todo finalizara sería realmente un alivio. Dejaría de ver los rostros de los tres hombres que él había decidido por ellos que debían morir, dejaría de sentir ese dolor tan abrasador que corroía su alma y que el dolor físico de las heridas no lograba hacer desaparecer, un dolor que parecía arrasarlo todo y lo dejaba sin fuerzas y sobre todo no volvería a ver la expresión fría de Kei, la sombra de su mirada y la decepción y la rabia dirigida hacia él. No quería volver a ver el desprecio en sus ojos.

Julian sonrió con amargura, intentando limpiarse las lágrimas sin éxito. Bueno, ya no volvería a ver ninguna expresión en Kei ni dirigida a él ni dirigida a nadie.

Se encorvó un poco hacia delante, dejando que los sollozos hicieran temblar todo su cuerpo y apoyó las manos en el barro, cerrando los dedos en la tierra blanda, manchándolas completamente.

Moriría pero protegería a Kei de la misma manera que lo habían hecho Rykou, Oshi y todos esos hombres que habían ido a aquel lugar sin esperar a Kei tratando de impedir que él se hiciera más daño. Al menos tenía eso, incluso aunque con él tuviera que arrastrar a tres personas más.

Si al menos hubiera podido demostrar lo que lo quería, que realmente lo sentía...

—Decir te quiero una vez más... solo una vez más —sollozó, encorvándose un poco más hacia delante y se llevó las manos sucias a la cara, ahogando los gritos de angustia, dolor y miedo.

Un ruido a su espalda hizo que se girara bruscamente y trató de levantarse mirando las potentes luces de un coche golpeando directamente sus castigados ojos y volvió a limpiarse las lagrimas y el barro de la cara, mirando preocupado a su alrededor. ¿Eran ellos? ¿Cómo lo habían encontrado? Oh... Julian comprendió espantado que no sólo le habían puesto una bomba en su pecho, sino que debían de haberle colocado algún dispositivo de rastreo...

Julian miró furioso al coche, volviendo a pasar bruscamente la manga sucia por la cara. Si hubiera vuelto con Kei y los demás... si tan sólo hubiera sido un poco egoísta y hubiera vuelto al refugio, la historia se hubiera repetido y hubiera vuelto a crear una carnicería y una vez más hubiera sido su culpa.

Se quedó completamente inmóvil, con los puños apretados y una postura todo lo desafiante que pudo adoptar, mirando el coche. ¡Bien! Podían matarlo en ese momento si querían, de hecho, aliviarían la espera y si querían torturarlo... Julian sintió un escalofrío pero no se encorvó. Podían hacer con él lo que quisieran.

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now