Capitulo 22

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Julian intentó forcejear para soltarse, pero el hombre que le tapaba la boca para impedir que gritara era demasiado fuerte, impidiendo prácticamente que se moviera y Julian vio como al otro lado se movía alguien más.

—Han caído como moscas en la miel —se burló de nuevo, sin intentar disimular el marcado acento.

Julian vio con horror como lo arrastraban hasta la habitación donde se encontraban los cadáveres y lo empujaban dentro, soltándolo mientras cerraban la puerta a sus espaldas. Intentó no caerse y mantener el equilibrio, incapaz de apartar un momento la mirada de la sangre seca del suelo, bajo sus pies en cuanto se encendieron las luces y se llevó torpemente una mano a la cara para tratar de suavizar las nauseas que le producía el olor. Lentamente, sin poder impedir el temblor de las rodillas, se giró hacia el arma que apuntaba directamente a su cabeza.

No conocía a ninguno de los dos hombres, pero no haberlos visto antes o no recordarlos no significaba nada. Alexander tenía demasiados hombres a su servicio y Julian comprendía perfectamente lo que había sucedido allí. Los habían esperado, lo que significaba que alguien había filtrado esa información para que fueran a aquel lugar.

Era irónico, pero Julian pese a saber qué estaba sucediendo, sabía que no podía hacer nada. Tal y como había dicho Rykou, él moriría allí. No había nada más que hacer y dolía haber sido un inútil después de todo. Se quedó quieto, en silencio, sabiendo que el temblor que él notaba en sus piernas debía ser completamente visible para ellos también, pero no se atrevió a quitarse el brazo de la nariz, seguro de que si dejaba que sus pulmones se llenaran de aquel olor putrefacto terminaría vomitando. Tampoco tuvo el valor de desviar la mirada hacia los cuerpos apilados.

—¿Qué hacemos con él?

—Espera que hayan capturado al chico que quiere Alexander y mátalo.

—¿Al Kazahara?

Julian abrió mucho los ojos. Estaban hablando de Kei. ¿Así que ese había sido su plan? Julian comenzó a sentir un sudor aún más helado que comenzaba a empaparle por la espalda. ¿Y si habían encontrado la ubicación de Kei y tan sólo habían tratado de separarlos para poder capturarlo más fácilmente?

Julian apretó y soltó la mano que mantenía aferrada a los pantalones, buscando el valor y dio un paso hacia delante, decidido a hacer algo antes de pensar el qué, fuera lo que fuera, pero en ese momento entró una tercera persona y Julian volvió a quedarse completamente inmóvil.

—No está aquí.

—¡Maldita sea! ¡El plan no ha resultado!

El hombre que no sostenía el arma comenzó a pasearse, sin separarse demasiado de la puerta y Julian vio como el que le apuntaba perdía de vez en cuando la atención que mantenía sobre él y sólo por un fugaz momento consideró la oportunidad de abalanzarse sobre él y arrebatarle el arma, pero no se movió. Si lo hacía, aunque consiguiera llegar hasta la pistola sin que ésta disparara y lo matase, no tardaría nada en ser reducido por cualquiera de los otros hombres.

—¿Qué hacemos?

—Podríamos matar al grupo que ha entrado —sugirió el hombre que seguía apuntándolo.

Julian notó un nuevo estremecimiento. ¿Dónde estaban Oshi y los demás? ¿De verdad aún no habían descubierto lo que estaba pasando? Al menos, por lo que esos hombres daban a entender y, esperando que no hubieran más, todos seguían vivos...

—Alexander quería al Kazahara —soltó tozudamente el último chico que había entrado—. Y tendremos problemas si volvemos sin él.

El que parecía el líder pareció pensar la situación y se alejó un poco a hacer una llamada. Julian no lo perdió de vista, cada vez más preocupada, cada vez más asustado y ni siquiera se preguntó el motivo por el que aquellos hombres no parecían molestarles el hedor que había en aquella habitación; era más bien como si estuvieran acostumbrados a estar allí, rodeados de esa putrefacción, rodeados de unos cuerpos en descomposición y Julian prefirió no pensar si lo que realmente harían sería amontar encima los nuevos cuerpos con los viejos, aquellos que ya habían comenzado a pudrirse. Sintió otra arcada y apretó con más fuerza la manga en la nariz.

—Los usaremos para averiguar donde se encuentra.

Julian contuvo la respiración de golpe aunque imaginó que ninguno de ellos pudo escucharlo al tener la boca tapada y los miró con desesperación. Necesitaba pensar en algo, pero, ¿qué? ¿qué? Julian sintió que comenzaba a hiperventilar, a punto de colapsar y sólo escuchó a medias lo que uno de ellos dijo en ruso, entendiendo la última palabra que imaginó había repetido también en ruso.

—Capturarlos.

Imposible. Julian comenzó a negar con la cabeza. Ninguno de ellos se dejaría capturar vivo. Era algo que habían dejado muy claro al salir del escondite. Mejor muertos que en manos de Alexander. Se seguía así no había escapatoria... aunque... Julian los miró. Si sólo eran tres, era muy difícil que pudieran reducir a todo el grupo...

—¿Quieres que nos enfrentemos a nueve personas? Están entrenados, es imposible.

El último chico sacudió la cabeza, negándose a participar y dijo algo más en ruso, contrariado y bastante alterado. El líder le interrumpió, también sin que Julian pudiera entenderlo y el otro chico asintió con la cabeza antes de salir de la habitación.

—¿Qué hacemos con este?

—A este ya lo tenemos. Interrógalo.

Julian sintió como sus pies retrocedían inconscientemente y la sonrisa del hombre que mantenía el arma apuntándole, se ensanchó, disfrutando del miedo que leyó en sus ojos.

—Además, si no sobrevive ninguno más a la explosión, sólo tendremos a éste para que nos dela información.

Julian miró hacia el hombre que salía en ese momento por al puerta con aprensión y trató de moverse hacia él.

—¿Qué explosión? —gritó, alarmado, deteniéndose cuando el arma se clavó en sus sienes y Julian volvió a acordarse de ella, desviando la mirada para ver de refilón el brazo que estaba extendido sobre su cuerpo, empujando el cañón de la pistola sobre su piel.

—¿A dónde crees que vas?

Julian no respondió pero escuchó perfectamente como el hombre que se alejaba por el pasillo, alejándose de la habitación, cuando dijo.

—Hazlo.

Julian apretó con fuerza los puños y respiró con fuerza, ignorando el arma que seguía clavándose en su sien y trató de precipitarse fuera de la habitación.

—¡Oshi! ¡Rykou! —gritó, un segundo antes de llegar a la puerta, un segundo antes de que le golpearan con la misma arma que le habían estado apuntando—. ¡Oshi!

El segundo golpe no fue tan débil, haciendo que su voz se ahogara en su garganta y perdiera el equilibrio y antes de conseguir agarrase a la pared, un nuevo golpe en la cabeza hizo que perdiera completamente el conocimiento, desplomándose en el suelo.

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Ya, ya, lo sé, tardo mucho y los capitulos son cortos. No me direis nada que no sepa, pero no tengo tiempo, tengo muchas cosas que hacer y encima a estas horas tengo problemas para mantener los ojos abiertos... Estoy agotada T_T

Muchas gracias por leer, votos y comentarios :)

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Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now