Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)

Capitulo 35

Julian no tardó en darse cuenta que una cosa era decidir ir a buscar a Nathan y otra distinta logarlo. No sólo eran un problema los soldados que vigilaban aquel lugar, sino que acceder a la última planta, a varios metros bajo tierra, era como tratar de moverse por un laberinto. Al menos para ellos que no sabían cómo moverse dentro de aquel lugar.

En más de una ocasión estuvieron a punto de ser descubiertos y Julian sabía que si aún seguía vivo era gracia s Kevin que tras maldecir varias veces y dudar bastante, decidió acompañarlo pero se había mantenido en silencio todo el camino, aunque Julian no sabría decir si era porque estaba enfadado o porque toda su atención estaba absorbida en llegar de una pieza al lugar donde tenían cautivo a Nathan.

Salir de allí ya sería otra historia, pero Julian no se había detenido a pensar en eso. Sabía que si pensaba demasiado en lo que hacía, posiblemente el miedo no le dejaría seguir adelante.

Cuando finalmente llegaron a una zona mal iluminada bajo unas antiguas escaleras de madera que chirriaban y daba la sensación de que iban a destrozarse bajo sus pies, Julian sintió la aterradora seguridad de que Nathan se encontraba allí dentro.

—Espera.

Kevin se adelantó primero y Julian se apretó los brazos al pecho para tratar de darse algo de calor. A medida que descendían, había notado como la temperatura descendía gradualmente y ya al llegar allí el frío era tan intenso que Julian creía que terminaría con una hipotermia si se quedaba mucho tiempo inmóvil. Sin esperar a que Kevin fuera a buscarlo, se aseguró de que no había nadie al otro lado del pasillo y echó a andar por el corredor, sintiendo que su corazón daba un vuelco cada vez que una de las luces del techo que no alcanzaban a iluminar correctamente, parpadeaba como si fuera a fundirse en cualquier momento.

—Kevin —llamó en un susurro, sintiéndose como un idiota al hacerlo.

No tuvo ninguna respuesta y Julian siguió caminando lentamente por el corredor, girándose de vez en cuando con la pistola en la mano, asegurándose de que nadie lo seguía. Parecía absurdo pero a medida que se adentraba por aquel largo pasillo, la sensación de frío parecía ir incrementándose y Julian notó como le castañeaban los dientes violentamente, uniéndose a la mayor e incesante sensación de pánico, de que alguien había atrapado a Kevin y...

En aquel momento vio como alguien se acercaba corriendo hacia él y Julian levantó el arma, tratando de distinguir quien era y soltó un ruidoso suspiro de alivio cuando reconoció a Kevin pero la sensación de tranquilidad sólo duró lo que tardó en distinguir a Kei y Rykou a su lado junto a varios japoneses más que Julian no conocía. Se detuvo de golpe y bajó el arma, escondiéndola detrás de él y la apretó en su espalda.

—Te dije que te fueras —saludó Kei, agarrándolo por el cuello de la sudadera y lo empujó contra la pared, obligándolo a agacharse e interpuso su cuerpo entre el suyo, aplastándolo mientras se acuclillaba y se aseguraba de que los demás lo hacían a su alrededor.

—¿Qué...? —trató de preguntar Julian pero no tuvo ocasión de decir nada. Kei apoyó bruscamente una mano en su cabeza y tiró de ella hacia abajo, hundiéndola dentro de sus cuerpos y Julian se aferró al pecho de Kei, para sostenerse y dejó que la pistola se deslizara entre sus piernas justo cuando algo explotó a poca distancia de ellos y todo el corredor se llenó de humo y parte del techo y la pared se desprendió sobre ellos.

—¿Estáis todos bien? —escuchó a Rykou muy cerca de ellos mientras Julian trataba de ubicarse y dejaba que Kei lo levantara una vez más a la fuerza.

—Tenemos sólo unos minutos antes de que este lugar esté lleno de gente y no podremos salir.

Julian notó como se tambaleaba cuando Kei lo soltó y tardó unos segundos en bajar la mirada al suelo y agarrar la pistola que se había hundido entre algunas piedras y polvo y se apresuró a seguirlos cuando todos echaron a correr al interior del corredor.