Capitulo 16

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—No...

Julian comenzó a negar con fuerza, sacudiendo la cabeza con violencia, apretándose el pecho con las dos manos y comenzó a golpearlo, dándose puñetazos cada vez más fuertes intentando paliar el dolor desgarrador que sentía dentro, como si algo se encogiera y lo apretara impidiéndole respirar y se dejó caer de rodillas, desesperado, comenzando a sollozar y a gritar.

—No... —siguió golpeándose, intentando hacerlo con mayor intensidad pero no lo suficientemente fuerte como para que el dolor que pudiera producirse le ayudara a sentirse mejor—. No, no, no, no...

No... Aquello no podía estar pasando, no podía ser real... Julian inclinó la espalda hacia delante, encorvándose y casi rozó la frente con el suelo, incapaz de ver nada con las lágrimas que comenzaban a escocerle en los ojos.

—No es verdad —sollozó, llevándose las manos a la cara.

No podía perder de nuevo a Kei y mucho menos de esa manera. La forma que lo había dejado, el dolor de su mirada al saber la verdad, el deseo del chico rubio de que nada de lo que le habían dicho fuera la verdad hacía que aún se sintiera peor que cuando había creído que Kei había muerto por su culpa. El dolor era tan intenso, tan abrasador que le asfixiaba y ni siquiera podía contener las lágrimas. Desesperado, comenzó a arañarse la cara, raspando la piel con fuerza hasta que comenzó a notar dolor, algo que le pareció tan insignificante en comparación a lo que sentía dentro de él que no pensó cuando golpeó la frente con el suelo, gritando y llorando y volvió a repetirlo, una y otra vez hasta que alguien interpuso una mano y le obligó a levantar la cabeza.

—Ya vale, Julian.

Julian miró el rostro borroso de Kevin incapaz de impedir que las lágrimas dejaran de fluir por sus ojos.

—Kei... —consiguió decir, ignorando el dolor que sentía en la cara, incluso siguió ignorándolo cuando Kevin lo miró espantado un segundo antes de recobrar la compostura.

—Sé lo ocurrido. Cuando se lo dijo a Kei, ni siquiera esperó a que yo confirmara o no lo ocurrido. Creo que ni siquiera pensó en mí. Vino directamente a casa a buscarte y me sorprende encontrarte vivo... bueno, de hecho no me sorprende tanto. Vamos, levántate.

Kevin intentó tirar de él, dejando la muleta a un lado, pero Julian lo apartó.

—¿Qué... qué va a ocurrir ahora?

—¿Qué es lo que quieres que te diga? No lo sé —Kevin intentó levantarlo de nuevo y Julian volvió a apartarlo. No quería, no podía. Ni siquiera se creía capaz de sostenerse en pie en ese momento durante mucho tiempo y ya ni siquiera veía la alternativa de continuar una vida donde Kei no existía.

—Déjame solo —pidió sin voz, sin moverse, apoyando las dos manos en el suelo—. Déjame sólo, por favor.

Kevin no respondió y Julian apoyó la frente en el suelo, sin golpearse, dejando que las convulsiones del llanto le hicieran temblar todo el cuerpo cuando vio que el chico tampoco se movía.

—No puedo dejarte así, Julian. Vamos, te llevaré a casa.

Kevin trató una vez más de levantarlo y Julian apartó sus manos esta vez de un manotazo, bruscamente, haciendo que Kevin perdiera un momento el equilibro con su pierna herida.

—¿A casa? —gimoteó—, ¿para qué?

Estaba claro lo que ocurriría si llegaba a casa en ese estado. Iban a encerrarlo, iban a impedir que se lesionase, que siguiera hiriéndose... pero nadie lo había entendido antes, nadie lo iba a entender ahora. ¿por qué si tanto querían que no se hiciera daño no aliviaban ese dolor que parecía devorarlo como una corrosión? ¿Por qué no lo hacían desaparecer? Sólo había una manera...

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now