Capitulo 27

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Rykou salió corriendo al interior de la estación y Julian lo siguió todo lo cerca posible, perdiéndolo de vista cuando las personas de dentro comenzaron a salir precipitadamente de la estación, demasiado alarmados y creando un estado de pánico que hizo que Julian deseara apartarlos bruscamente y poder acceder al interior y averiguar qué estaba ocurriendo, pero tardó en conseguir llegar a la puerta y por un momento sintió miedo.

La estación estaba completamente vacía o eso pensó al principio, pero un movimiento en una sección a la derecha y varios disparos hizo que se lanzara corriendo a esa dirección, inmovilizándose cuando reconoció a varios de los compañeros de Kei. Sintió alivio al ver a dos de los chicos con los que había estado atado y arrodillado en aquel almacén.

Dos. Sólo dos. Julian apretó los dientes.

—¡Tenemos que irnos! ¡Muévete!

Uno de los hombres tiró de él pero sólo consiguió moverlo un momento antes de que Julian se soltara.

—¿Dónde está Kei? —gritó preocupado.

—¡Moveos!

Otro grupo los empujó hacia delante y Julian se resistió, mirando los andenes vacíos con aprensión y echó a correr, internándose, y sólo se detuvo un segundo cuando escuchó una nueva sesión de disparos y sintió un escalofrío al escuchar un grito. No lo pensó. Comenzó a correr de nuevo, mucho más rápido y dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio a Rykou junto a Kei quien tenía aún el arma en la mano, levantada hacia un acceso cerrado herméticamente. Tenía la forma de varios disparos pero ninguna de las balas había llegado a penetrar en la especie de puerta.

—Tenemos que irnos, Kei, lo sabes.

—Maldita sea.

Julian vio como la mano de Kei apretaba con mucha fuerza la pistola hasta que los nudillos se le pusieron completamente blancos.

—Si te quedas aquí no le ayudarás. Sabían lo que hacían cuando te atrajeron hasta aquí.

Rykou intentó poner una mano sobre su hombro pero Kei lo apartó bruscamente y el japonés no lo intentó de nuevo, aceptando el espacio que el chico rubio exigía, pero sólo lo vio cuando se giró con la misma rudeza, clavando sus oscuros ojos en él y Julian se encogió inconscientemente, cohibido.

—¿Qué hace él aquí?

Nadie respondió y Julian tampoco lo hizo. Ni siquiera él sabía qué hacía allí. Hasta ahora sólo había sido un inútil. Dejó que Kei pasara por su lado, manteniendo la cabeza gacha y la mirada fija en el suelo, apretando con fuerza los dedos en la tela del pantalón y casi dio un bote cuando unos pasos se acercaron a toda prisa desde la derecha y Julian distinguió a varios hombres de Kei.

—No lo hemos logrado —se disculpó uno, muy serio —. Han metido a Nathan en un coche antes de que llegásemos hasta ellos. Lo siento.

—¿Nathan?

Julian miró el perfil del chico rubio. Kei había apretado los puños, incluso podía notar la presión que ejercían los dedos en el mismo arma que aún seguía en su mano.

—Me da igual cómo —lo escuchó decir, muy serio, con un brillo peligroso en sus ojos —. Pero entraremos en la residencia principal de Alexander.

—¡Eso es imposible! —negó Rykou, alarmado —. ¡Y menos en tu estado!

—Cierra la boca de una vez, Rykou. Sé que Nathan sigue vivo, sé dónde Alexander lo tiene y sé lo que le está haciendo —Kei hizo una pausa pero Julian notó la fuerte atmósfera que invadía alrededor del chico rubio —. Aunque tenga que entrar únicamente a matar a Nathan si no puedo sacarlo de allí. En quince días quiero que esté todo preparado. Haced un maldito agujero en su defensa donde pueda entrar.

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now