Capitulo 29

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Julian se deslizó lentamente por el pasillo de los dormitorios, mirando cada una de las puertas cerradas con una ligera ansiedad y se apoyó en la pared, justo al lado de la puerta de su habitación, sin muchas ganas de entrar y acostarse. Distraídamente se llevó una mano a la espalda, justo donde Kei lo había tocado hacía un rato y dejó escapar un suspiro, cerrando los ojos y anhelando sentir de nuevo el contacto de la piel del chico rubio, pero los abrió bruscamente de nuevo, apartando la mano cuando el ascensor se abrió de nuevo y Julian miró como Kei salía de él, acompañado de Sakuya y Rykou que caminaba detrás de su amigo, excesivamente ausente y con un aspecto más semejante al de un fantasma, con su piel blanca aún más transparente, más pálida, como enfermiza que contrastaba con las marcadas ojeras negras, incluso más pronunciadas que las de Kei y Julian notó un ligero tono rojizo en el interior de sus ojos.

Por un momento, Julian pensó en huir cobardemente al interior de la habitación y esperar a que entraran a sus habitaciones. Sólo tenía que mover una mano y abrir la puerta e, incluso, aunque se dieran cuenta de que alguien había en el pasillo, para entonces sólo lo verían entrar y estaba seguro que nadie lo llamaría para detenerlo, para hablar con él. Sabía que Kei no trataría de detenerlo, y posiblemente fue eso lo que lo obligó a bajar la cabeza, sintiendo como las últimas gotas de agua de su cabello húmedo se deslizaban por su cuello hasta mojar su camisa y mantuvo la mirada fija en el suelo, en las gotas que caían y esperó nervioso, con las manos fuertemente pegadas a sus costados a que pasaran de largo, frente a él, pero no esperó a que se detuvieran al llegar a su altura y contuvo la respiración cuando una mano le agarró la barbilla y le obligó a levantar la cabeza.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Julian no se resistió. Los dedos de Kei ni siquiera ejercían una gran presión en su barbilla, pero Julian quería mirarle a los ojos, incluso aunque hacerlo supusiera sumergirse en la oscuridad del alma de Kei y sentir como un pedacito más de él se perdía en ese abismo negro.

—No estoy haciendo nada malo.

Posiblemente su respuesta no tenía que haber tenido un doble significado pero Julian sabía el por qué lo había dicho y la manera en la que Kei entrecerró los ojos, dedujo que él también lo había imaginado.

Lo tachaban de traidor y posiblemente en su conciencia pesaban las vidas de muchas personas. Él había sido el responsable de la muerte de amigos y familiares de Kei, de aquello que le estaba sucediendo a Nathan y parecía torturar a Kei, de la muerte de Daiya, alguien que había sido importante también para él... Y ahora Oshi... Posiblemente tenían razón. Él los había traicionado aquella vez, lo justificaba por querer salvar a Kevin pero al final todo había sido así porque no había sido lo suficientemente fuerte para poder salvar a Kevin sin necesidad de decir nada, porque no había sido lo suficientemente fuerte para evitar que alcanzaran a Kei, a la persona más importante para él. Si lo tachaban de traidor y lo trataban como uno, por él bien, ya que él no se sentía mejor que eso. Bajaría la cabeza tantas veces como fuera necesario, daría tantas explicaciones como le pidieran por cada paso que diera, dejaría que lo registraran y que lo apartaran cuando hablaran. Aguantaría cualquier cosa con tal de que le dejasen quedar allí.

—¿Qué estás haciendo fuera de la habitación? —exigió Kei, endureciendo la voz.

Julian se encogió y desvió los ojos, incapaz de sostenerle la mirada y respiró con fuerza, tratando de llenar los pulmones de oxigeno antes de responder.

—Me fui a dar una ducha cuando salí de la sala de tiro —dijo despacio, en voz baja—. No estaba espiando ni nada parecido —soltó bruscamente haciendo que los dedos de Kei se calvaran dolorosamente en su piel un instante antes de soltarlo y empujarlo contra la pared.

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now