Capitulo 19

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Desde que habían llegado a Rusia, Julian sólo había visto a Kei una vez y prácticamente lo habían confinado en una habitación que compartía con Kevin quien, a diferencia de él, pasaba la mayor parte del tiempo fuera de esa estancia.

—Es una guerra, Julian. Nos estamos organizando y preparando para el primer asalto.

Nos estamos.... Julian no era capaz de pasar por alto ese comentario en el que evidentemente a Kevin lo habían vuelto a incluir entre sus filas mientras él seguía siendo el traidor, alguien a quien ninguno de ellos quería volver a ver.

—Cuando suceda.... —Julian apretó con fuerza el pie, sin bajarse de la silla ni apartar la mirada de Kevin que se estaba guardando unos cuchillos—, cuando suceda...

Kevin detuvo sus manos y se giró para mirarlo.

—Tendrás tu oportunidad de dar la vida por él, te lo prometo —dijo Kevin, guardando el último cuchillo con un movimiento brusco y cerró la sudadera—. Todos tendremos esa oportunidad —. Kevin se acercó a la puerta y la abrió, pero se giró un momento para volver a mirarlo—. Sigue con los ejercicios que te he enseñado. Si puedo, vendré más tarde y te llevaré a practicar con el arma.

Un arma que a él no le habían devuelto. Ni siquiera respondió a Kevin, se limitó a sonreír con amargura mientras su amigo cerraba la puerta detrás de él y volvía a dejarlo solo. ¿De verdad creían que podría hacer daño a Kei? Él no tenía ni la suficiente fuerza física para derrotar una sola vez a Kevin y ya él había demostrado que no era capaz de vencer a Kei... Julian se echó a reír histéricamente y se deslizó de la silla hasta caer al suelo.

—No es eso, ¿eh?

No tenían miedo que hiciera daño a Kei. Más bien lo consideraban imposible a menos que pudiera volver a revelar su paradero, algo de lo que se habían encargado de que no pudiera hacer en esta ocasión. Siguió riéndose, notando como las lagrimas se agolpaban en sus ojos y se limpió los ojos con rabia. No iba a llorar; no pensaba volver a hacerlo... Despacio se tocó con la yema de los dedos las heridas a medio cicatrizar de su cara y apartó rápidamente la mano. Había mucho más cuerpo donde destrozarse sin que fuera tan visible.

En ese momento unos golpes en la puerta hizo que Julian se levantara torpemente del suelo y trató de sentarse en la silla de nuevo pero la puerta se abrió a medio camino de conseguirlo y se dejó caer en ella sintiéndose como un idiota y levantó la mirada para ver quien había entrado, imaginando que sería uno de los muchachos que solían aparecer a cambiar las sabanas de la cama, pero se sorprendió de encontrar a Rykou en la mitad de la puerta, mirándolo fijamente por el único ojo que veía gracias a él.

—Rykou —susurró.

—Recoge tus cosas —ordenó, como si le resultase un gran esfuerzo pronunciar cada palabra.

—¿Mis cosas? —Julian se levantó con recelo y agarró la mochila con la que había llegado hasta allí.

—Dimitri te llevará hasta el aeropuerto. Allí te dará un billete.

Las manos de Julian se congelaron en las asas de la mochila. No es como si le sorprendiera aquello, aunque sí le había pillado por sorpresa que fuera uno de ellos quien le diera la orden. Tampoco dudaba que Rykou fuera capaz de hacer que saliera de allí, aunque tuviera que arrastrarlo por el mismo camino por el que había llegado e incluso, por la manera que lo observaba, Julian no dudaba que tuviera ningún problema en darle primero una paliza para dejarlo lo suficientemente inconsciente donde no fuera capaz de ver el lugar donde se encontraban escondidos.

—No —dijo suavemente, apartando las manos—. No pienso irme de Rusia.

Rykou le observó sin decir nada y luego se encogió de hombros, indiferente, como si realmente le importara poco su opinión.

—Eso es asunto tuyo. El trabajo de Dimitri es dejarte en el aeropuerto y darte el billete. Lo que tú hagas después es asunto tuyo.

Rykou se mantuvo inmóvil en la puerta y Julian miró a su alrededor con desesperación.

—Quiero... quiero hablar con Kevin.

—No se encuentra en la fortaleza y tampoco lo veo necesario. Recoge tus cosas.

—Entonces déjame hablar con Sakuya.

—Ella está demasiado ocupada con asuntos mucho más importantes como para poder atenderte.

Y si no era verdad a nadie le importaba. Julian apretó los puños, desesperado. Sabía que lo sacarían de allí si querían que se fuera.

—Al menos déjame hablar con Kei. Una vez —pidió.

—No.

La respuesta de Rykou fue rotunda, ni siquiera necesitó pensárselo, pero su mirada se endureció.

—No me iré sin hablar con él —dijo caprichosamente, sabiendo que era un intento inútil.

—Kei ha dado personalmente la orden de que te saquemos de aquí —soltó Rykou con una frialdad escalofriante—. Yo me he tomado la molestia de añadir un billete de avión y dejarte en el aeropuerto. Lo que hagas con eso...

Julian no se movió; apretó los brazos en los costados, agarrando el pantalón con fuerza, estrujando la tela entre los dedos mientras miraba la expresión impasible del japonés. No le sorprendía saber eso, incluso era un alivio que Kei no lo hubiera matado, pero no lo quería en el mismo lugar donde él estaba. Vale, lo aceptaba. Sabía que sería así desde el principio, aunque saberlo no hacía que doliera menos.

—No puedo irme —susurró sin voz—. Estoy aquí para enmendar mi error... Por favor...

—No sé qué es lo que has pensado al venir hasta aquí, pero no creo necesario decirte que sea lo que sea es inútil. Vete a casa y deja a Kei en paz. ¿No crees que ya has hecho el suficiente daño?

—Por eso... —musitó—. Por eso tengo que quedarme.

—Por eso tienes que irte. Recoge tus cosas o te iras sin ellas.

Julian miró hacia su mochila y no trató de agarrarla pero si se acercó hasta la puerta, buscando una manera de conseguir quedarse.

—Me odias, ¿verdad?

—Si conoces la respuesta, no hagas la pregunta —respondió Rykou cortante, cerrando la puerta cuando los dos se encontraron en el pasillo.

Un hombre bastante corpulento les esperaba en el pasillo y Rykou le dio una muda orden con la cabeza antes de posicionarse al lado de Julian con un pañuelo en la mano.

—Kei puede morir y lo sabes —gritó a Rykou antes de que se perdiera de su vista. El japonés no se detuvo, siguió caminando, alejándose y Julian se humedeció los labios, apartándose del hombretón cuando trató de obligarlo a caminar en la dirección contraria—. Si de verdad te importa... si te importa Kei, úsame —suplicó—. Ni siquiera tengo que encontrarme con él de nuevo. No tiene por qué verme, pero si puedo hacer una cosa, cualquier cosa para impedir que Kei muera...

Julian se calló al ver como Rykou se detenía y se giró para mirarlo.

—¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar diciendo esas palabras? ¿Qué estás dispuesto a hacer por Kei?

Julian no dudó cuando respondió.

—A morir por él.

—Entonces —dijo el japonés con un siseo, arrastrando las palabras con un profundo odio—, muere por él.

Rykou tampoco había dudado al responder.

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Vale, vale, creo que me expliqué mal en mi comentario al final del capitulo 7 de Por siempre.... Por ahora NO voy a pausar ninguna de las dos historias, ni CHEC ni por siempre. Es sólo si veo que sigo tardando en actualizar, entonces sí, tendréis que escoger una de ellas. ¿No lo expliqué bien en facebook? Hmm, intentaré hacer un comentario mayor en facebook sobre el tema uno de estos días si lo veo necesario ^^

Muchas gracias por leer, votos y comentarios :)

https://www.facebook.com/Mayura-294130544045735/

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now