Capitulo 24

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—¡No lo sé! —gritó Julian una vez más.

Ya había perdido la cuenta de las veces que le habían hecho esa pregunta, las mismas veces que le habían golpeado y cada vez que lo hacían y él respondía lo mismo, el miedo a que mataran a uno de ellos le corroía al punto de creer que terminaría desplomándose en el suelo. La ansiedad y el miedo lo estaban destrozando. No veía ninguna salida... no... sólo había una: la muerte y por la manera que los demás callaban, soportando los golpes sin decir nada, ni siquiera sin tratar de mentir, imaginaba que lo que deseaban eran terminar rápido con aquello como su compañero muerto en el suelo.

—¿Y si no lo sabe realmente? —sugirió uno de los hombres, sin acercarse a ellos—. No parece alguien con mucho aguante. Lo hubiera dicho.

—No por él —razonó el hombre que no había participado en ningún momento, que había estado observando hasta ese momento del espectáculo—. Está sufriendo por el destino de esos tres —El hombre caminó hacia ellos y Julian se encogió al percibir como se agachaba frente a él y le agarraba la cabeza, levantándosela—, ¿Verdad, pequeño?

Julian no respondió, pero notó la mirada de uno de los amigos de Kei fija en él.

—No lo sé —repitió con voz débil, demasiado cansada—, pero aunque lo supiera no te lo diría —se envalentonó, notando como la expresión sin emoción del hombre se transformaba en una mueca burlona.

—De acuerdo, lo que tú digas —lo soltó y Julian miró como apoyaba una mano en el hombre que les había estado golpeando—. Mata al de la izquierda.

El hombre sacó de nuevo la pistola y Julian miró como a cámara lenta, como giraba el brazo con el arma y apuntaba a la nuca.

—¡No! —pidió Julian desesperado, haciendo que todos lo miraran.

—¿Nos lo dirás?

—No... no lo sé —sollozó espantado, al límite de la desesperación y encorvó la espalda hasta tocar el suelo—. ¡No lo sé! ¡No lo sé! Ya vale... por favor...

Si todos morían Kei tendría que cargar con más muertes sobre sus hombros, ¿por qué? ¿por qué? ¿Por qué no podía hacer nada? ¿Por qué una vez más no podía ayudarlo?

Julian abrió de nuevo la boca, notando el sabor dulce de la sangre entre sus dientes para comenzar a suplicar pero no tuvo ocasión de hacerlo, dos hombres entraron en la habitación, bastante alterados y comenzaron a hablar en ruso, haciendo que todos perdieran el interés en ellos.

—¿Y el Kazahara? —preguntó uno de ellos, haciendo que el corazón de Julian volviera a palpitar con fuerza.

—No lo sé —dijo uno de los chicos, bastante ansioso—. Pero hay al menos unos treinta coches en la puerta y con la zona destruida no creo que tarden mucho en dar con nosotros.

El hombre pareció pensativo, sin la misma prisa que el revuelo que se creó en la estancia, sacando las armas y sin dejar de hablar en su idioma, pero Julian sólo se concentró en la única cosa importante para él.

Kei.

No podía haber ido. Desde el principio había sido una trampa para él y si ahora aparecía....

—Nos vamos —aceptó el hombre, haciendo que Julian sólo notara un instante de alivio antes de que los ojos del hombre se clavaran en él—. Haremos que él nos traiga a Kei Kazahara.

Julian abrió los ojos desmesuradamente, lentamente, sin darse cuenta de que lo hacía y empezó a negar con la cabeza. Nunca en su vida había estado más seguro de algo.

—No.

Ni siquiera le interesaba saber lo que tenían en mente, ni siquiera trató de entender algo en sus expresiones o señas de lo que decían en ruso, simplemente no lo iba a hacer, le daba igual lo que hicieran con él, incluso sólo trató de apartarse de ellos débilmente, sin demasiada energía, cuando lo levantaron a la fuerza y comenzaron a levantarle el jersey y la camiseta, echándole un extraño liquido pegajoso por el pecho.

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now