CAPÍTULO XXXIV

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Tras esa necesaria sesión de preguntas incómodas, los días fueron pasando a una rapidez vertiginosa. Pues ya se cumplían dos meses y medio desde la primera vez que pisé el castillo.

Mi relación con Hudson es cada vez más cercana, aunque por el momento sigue siendo secreta para todo el mundo, exceptuando a la familia McClaine, los guardias del castillo y Viktor y Amber.

Y aunque hay bastante más confianza entre nosotros, nunca sobrepasamos el límite de unos cuantos besos, ya que prácticamente se niega a tocarme. Creo que por miedo a hacerme daño a causa de su fuerza sobrehumana.

Pero vamos mejorando. Poco a poco, pero algo es algo.

Por otro lado, en lo que a lo sentimentalmente respecta, sigue sin abrirse a mí. Tiende a no decirme si se siente mal o si está triste, por mucho que yo insista en que lo haga.

Cuando he intentado profundizar más en el tema se me ha cerrado en banda.

Cómo por ejemplo, la vez que entré en su cuarto mientras se estaba cambiando.
No fué el verlo sin camiseta lo que le molestó, el problema es que no pude contenerme, y sin siquiera pensarlo me acerqué y rocé sus cicatrices con la yema de los dedos. Él dió un salto brusco y se puso a la defensiva, tanto que incluso estuvo el resto del día sin dirigirme la palabra.

Cuando le pregunté al respecto respondió con evasivas e intentos de hacerme cambiar de tema.
Solo espero que algún día sienta la suficiente confianza como para contarme qué mierda ocurrió para provocarle algo así a un ser que supuestamente se cura en menos de un parpadeo.

Volviendo a la actualidad, hoy se celebrará una reunión de emergencia en el salón real, a la que de nuevo las nueve familias nobles deberán asistir.
El motivo es no menos, que un nuevo ataque por parte de los licántropos dirigido a la familia real de otro condado. La familia Vinsonneau.

Ellos, aun siendo muy poderosos y considerados como una de las familias reales más influyentes del planeta, no les llegan ni a la suela de los zapatos a los McClaine, por lo que no hay probabilidades altas de que los lobos intenten atacarnos a nosotros.

Lo que de verdad preocupa, es que los lycans hayan sido capaces de asaltar sin ningún tipo de tapujos a un reino como ese, habiendo otros mucho más pequeños y tan débiles que con un solo soplido podrían volatilizar.
Esto quiere decir que puede que los hombres lobo hayan recuperado fuerzas, perdido el miedo, y vuelto a adoptar el objetivo que tenían hace ya cientos de años.

Acabar con los vampiros, y ser ellos quienes gobiernen el mundo y controlen a los humanos.

*****

- Venga chicas, solo tenemos cinco minutos.- Anunció Lindsey, nuestra querida ama de llaves, mientras terminábamos de dar los últimos retoques al primer plato.

Aunque en varias ocasiones me lo han propuesto, me he negado en rotundo a dejar mi puesto como cocinera.
Sé que es un trabajo duro que muchas de mis compañeras anhelan dejar, pero a mí la cocina me hace profundamente feliz, y me recuerda a los días de invierno en los que mamá me enseñaba recetas en el único tiempo libre del que disponía y que podía gastar en otra cosa, como en un muy bien merecido descanso.

- ¿Alguien ha visto a Lisa?- Preguntó Rosie con frustración, pues la falta de la recién nombrada nos había retrasado más de la cuenta. Y como ya sabemos, a los nobles no les gusta esperar.

- No lo sé, quizás esté enferma.- Dedujo la jefa de la cocinas mientras cogía en cada mano, al menos cuatro platos y salía dirección al comedor mientras el resto seguíamos sus pasos con admiración.

Llego a ser yo, y no pasa ni medio segundo antes de que se me caiga todo.
Esa mujer es mágica.

Con mis tambaleantes piernas y un plato en cada mano, salí hacia la sala donde se producía una acalorada y para nada amistosa conversación.

- ¡Ya basta!, ¡silencio!- Vociferó Erik, haciendo que todos los vampiros en la sala se callaran al instante.

Nosotras aprovechamos ese silencio sepulcral y nos dispusimos a servir a cada uno de los comensales, con sumo miedo y nerviosismo.

Coloqué un plato frente a Hudson con cuidado, a lo que él me dirigió una leve sonrisa de medio lado tan sutil que nadie más en la sala se dió cuenta de ello.

Es un gusto poder acercarme a Hudson en la hora de las comidas. Y ya ni hablar del no recibir ningún empujón.

Parece un sueño hecho realidad.

Creo que desearé que Lisa se ponga enferma más a menudo.

- ¡Pero mi príncipe! ¡ustedes son la familia invicta! ¡no le temen a nada y aborrecen a los cobardes!- Habló uno de los miembros de la familia morada.

- ¡Atacar a los licántropos no es algo valeroso! ¡es un suicidio!- Chilló una mujer de la familia blanca.

Menudo lío de colores.

Pero bueno, se daba a entender que había unos con una opinión muy, muy agresiva, algunos más bien temerosos, y otros que preferían mantenerse de forma neutral. Aunque no sirviera de mucho.

- La familia Reeder está de acuerdo con los Lacanster.- Un hombre vestido de gris se levantó, y sonrió con complicidad a los morados.

Se me heló la sangre al darme cuenta de quién se trataba.
Pues, aun habiendo pasado ya bastante tiempo desde el «incidente», no he olvidado, ni creo poder olvidar el desagradable rostro de ese intento fallido de chupasangre.

Julián Reeder.

Solo me quedaba rezar para que él sí se hubiera olvidado de mí.

- ¿De verdad creen, majestades, que habiendo atacado a una de las familias más ricas, poderosas y temidas del planeta, como son los
Vinsonneau, los lobos no han adquirido fuerzas?- Inquirió con sarcasmo el jefe de los Lancaster. Si no recuerdo mal, Caius, Caius Lancaster.

- Es obvio que las han adquirido.- Corroboró Jackson. - Pero nosotros tenemos el suficiente arsenal, ejército y poder, como para que ellos ni siquiera contemplen la idea de atacarnos.

- ¿Por qué no entienden que acabar con ellos es la mejor opción? Recuperaríamos los bosques y las brujas no tendrían más remedio que doblegarse ante nosotros.

- No metas a las brujas en esto. Ellas son nuestras aliadas, siempre han estado de nuestra parte y han dado la espalda a los licántropos durante siglos.- Dijo Khalid con enfado. - Son fieles, y debemos tratarlas como iguales.

- Alteza, usted piense en los beneficios. Poder, dinero y muchísima fama.

- Nuestro reino no necesita rumores, y muchísimo menos fama.

- Además,- continuó Julián. - Los humanos nos prefieren mil veces a nosotros, ven a los lobos como bestias.
Y eso puede servirnos de mucha ayuda.

Todas las familias comenzaron a discutir unas con otras, a excepción de los verdes oscuros, que no habían vuelto a hablar desde la anterior intervención.

- ¡Comenzar una guerra con los lycans no valdrá la pena!- Los de blanco volvieron a hacer acto de presencia.

- Solo si perdemos. Armstrong.
Y créeme cuando te digo que esta vez tenemos un buen plan.
Vamos a vengar a todos nuestros hermanos caídos. Incluidos Mara y Magnus.

La mención de estos dos últimos nombres desfiguró el semblante de toda la familia McClaine.

No me estaba gustando para nada el rumbo empezaba a tomar la conversación.

- Podríamos vengar a vuestros padres altezas. Solo tenéis que pedirlo.

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