CAPÍTULO XLIII

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– Khalid... ¿puedo hacerte una pregunta un tanto... "indiscreta"?

– Por supuesto querida cuñada–. Respondió con una mueca de sufrimiento, mientras luchaba por ponerse unos enormes tacones de aguja.

– ¿Por qué tú abuelo es tan...?

– Tan...

– Tan... ¿viejo? ¿por qué aparenta más edad que cualquier demonio de sangre que haya visto hasta ahora?

– Bueno... es un tanto complicado. Como bien sabes, los vampiros convertidos se quedan estancados en la edad en la que fueron transformados y permanecen con la misma apariencia para toda la eternidad.

– Sí, es una de las pocas cosas que aprendí en la escuela.

– En los vampiros "nacidos" es diferente. Nuestro desarrollo es muy parecido al de los humanos, ya que pasamos por las mismas etapas que vosotros hasta una cierta edad. Es decir, que si tuvieras delante a dos recién nacidos, uno vampiro y otro humano, prácticamente no serías capaz de distinguirlos.

– Aparte de la apariencia.

– Exacto. Los de nuestra raza suelen ser más pálidos, tienen dos pequeños colmillitos y sus rostros suelen ser extremadamente... ¿perfectos?

– ¿Y el ritmo de crecimiento es el mismo?

– Sí, hasta que a una edad que ya depende del vampiro en concreto, se deja de envejecer.

– ¿Entonces hay vampiros cuya apariencia se estanca en los treinta y otros en los cuarenta?– Preguntó Mace desde el baño.

– Claro. Yo en particular paré alrededor de los veinte, al igual que todos mis hermanos, ya que esos son los años más comunes en los que los vampiros culminan su desarrollo. Sin embargo y como bien has dicho, hay algunos que no terminan en esa franja. Maximus por lo que sé, paró a los treinta/treinta y cinco.

– Pero él aparenta más que eso.

– Es a causa de sus "descansos". No sé la razón, pero el pasarte cien años dormido no solo te hace más fuerte, sino que también te cambia un poco el aspecto.

– ¿Y no le importa?

– Para nada, pues aunque parezca literalmente un cuarentón, su condición de vampiro le seguirá manteniendo "atractivo". Es un rasgo típico de nuestra especie, y nada lo puede cambiar. Exceptuando a la magia.

– Vaya...

– Esto nos ha pillado por sorpresa y no hemos tenido tiempo para prepararnos, pero parece que Maximus se ha despertado de buen humor, y por el momento no ha dado indicios de tener la intención de haceros daño, así que os pido que por favor, no le llevéis la contraria.

– Sabes que eso es un poco difícil para mí, lo hago inconscientemente.

– Pues debes intentar reprimirlo. Os podemos proteger de prácticamente todo, pero no es secreto que los nobles adoran al abuelo como si fuese un dios.
Solo es cuestión de tiempo que todos se enteren de su regreso, y entonces todo el poder que hemos adquirido durante estos años quedará en segundo plano.

– Está bien, haré lo posible y...

– No estamos en condiciones de perder a nadie más. Sobre todo Hudson.
Debes entender que si dado el momento llegas a estar en peligro daría su vida por ti. Y dado que el rey no tuvo ningún reparo en asesinar a su propia hija, estoy segura de que acabar con Hudson le sería como quitarse una pequeña piedrecilla del zapato.

– ¿Siempre fué así de malvado?– Susurró Mace estupefacta.

– Sí. Sus padres era exactamente igual a él y le criaron como a un monstruo. Por el contrario, mi padre y mi tía tuvieron la suerte de que Andrómeda fuese una mujer maravillosa.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora