CAPÍTULO LXII

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- ¿Katherine?

Escuchar mi nombre ser pronunciado a través de sus pálidos labios, provocó que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza. No sé si de felicidad o de tristeza.

Trastabillé hacia atrás, sin poder asimilar que después de casi dos meses, me hubiera reencontrado con la vampiresa en un sitio tan inesperado como un sucio callejón del poblado.

Mi labio inferior tembló y mis ojos amenazaron con cristalizarse. ¿Estaba soñando, o quizás era una alucinación provocada por el golpe en la cabeza que había sufrido horas antes?

Todas mis dudas se disiparon cuando me abrazó fuertemente, y rompió a llorar sobre mi hombro, escondió su rostro en mi cuello y sollozó mi nombre junto a más palabras incoherentes.
Mi vestido comenzó a empaparse en sangre, sangre que no era mía; sus brazos me apresaron con tanto ímpetu que prácticamente me era imposible respirar y toda la fuerza de voluntad que había reunido para no echarme a llorar, se desvaneció de mi mente como si mi cerebro la hubiese desechado por el retrete de las malas ideas y hubiera tirado seis veces de la cadena.

Necesité de algunos segundos para serenarme, tragarme todas las preguntas y centrarme en lo que de verdad importaba en ese momento: Lisa.

- Khalid...- Musité. Ella respondió a mi llamado enroscando sus brazos alrededor de mi torso, con más fuerza-. Khalid, necesito tu ayuda-. Volví a intentarlo. Entonces aflojó su agarre y se separó de mí unos centímetros; su rostro, empapado en lágrimas rojizas me hizo estremecer-. Lisa no está bien.

Viendo que aún seguía algo descolocada y aprovechando que la calle continuaba vacía, tomé su mano y nos arrastré hacia la casa de mis padres.

- Katherine, espera-. A pesar de que ella quería frenar, no disminuí el paso.
Fue entonces, cuando terminó de procesar toda la información, que empezó a respirar con dificultad, a tartamudear y a recitar una pregunta tras otra-. ¿Có-cómo...cómo has llegado aquí? No, ¿desde cuándo estás aquí? ¿dónde has estado todo este tiempo? ¿estás bien? ¿por qué hueles a sangre?¿qué le pasa a Lisa? ¿a dónde me llevas...? Tengo que... tengo que...

- Te lo explicaré todo. Te lo prometo-. Desvié la mirada-. Él... ¿él está aquí?

- Sí, Hudson está aquí-. Mi tonto corazón se aceleró-. Cuando te vea va a...

- No puede verme-, la corté-.

- ¿De qué hablas?

- Si le vuelvo a ver...-murmuré con la voz rota- no seré capaz de despedirme.

- P-pero... no, no, no... Hudson te necesita, no puedes hacerle eso.

En vez de contestar, abrí la puerta a través del cristal roto, y me adentré con rapidez en la casa. Traté de olvidar que Hudson se encontraba en el mismo lugar que yo, probablemente a pocos minutos de distancia, pero era imposible.

- ¡Oye no tan rápido! ¡Necesito que me digas qué...!- puso una mueca de desagrado-. Aquí huele a sangre-. Me miró espantada-. A sangre infectada.

- Como ya he dicho-, susurré-, Lisa no está bien.

Una vez en la sala de estar, me aproximé al sillón donde Lisa se encontraba tumbada, y sacudí su cuerpo un par de veces tratando de despertarla.
Me miró somnolienta; bajo sus ojos se posaban unas grandes ojeras moradas, que le restaban vitalidad a su rostro normalmente risueño.
Al detectar una figura tras de mí, se encogió sobre sí misma, confusa. Poco después se dio cuenta de que aquella mujer esbelta era la princesa Khalid; sus ojos adoptaron un brillo opaco y sus facciones se contrajeron en una mueca asustada. Tenía miedo.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora