SINOPSIS

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Acatar las siete reglas y no ser un classis inferioribus. Esto es lo básico que debes necesitar para vivir una vida «digna» o por lo menos algo parecido a una.

Hace ya mucho tiempo que los vampiros se hicieron con el control total. Tanto, que parece que se nos ha olvidado que alguna vez estuvimos en la cúspide de la cadena alimenticia; demasiado como para recordar que alguna vez tuvimos derechos y libertad.

Yo nunca supe lo que significaba ser libre, o lo que se sentía al salir de casa sin miedo. Ellos nos arrebataron todo lo que alguna vez fue nuestro y que nos pertenecía por derecho.

Hace setecientos años empezó todo.
Yo ni siquiera había nacido, pero puedo imaginar el miedo que todos debieron sentir en ese momento.

Lo que comenzó con muertes sin relación aparente, acabó con masacres que, en un principio, se confundieron con ataques terroristas. Aquella teoría tenía más sentido que el hecho de que la humanidad estuviese siendo atacada por salvajes bestias con colmillos.

Al descubrir la verdad, la humanidad se dividió en tres grupos: Primero, los que se arrodillaron ante ellos y les veneraron como sus dioses; los que gustosos se ponían de rodillas para satisfacerlos y agradarles en cualquier ámbito.

Luego los que simplemente se rindieron, y por mucho odio que guardaran en su interior, cerraban la boca para no acabar muertos.

Y la gente que no lo aceptó, que no iba a renunciar a sus derechos; gente que prefería morir a doblegarse ante ellos.

Lucharon con uñas y dientes, nunca se rindieron, y cuando consiguieron llamar su atención, fueron bautizados como los rebellium, o más conocidos entre los humanos, como los cazadores de monstruos.

Con el paso del tiempo, los rebellium se hicieron más fuertes, más poderosos, más inteligentes, más rápidos. La naturaleza les había recompensado por su valía y sacrificio, pero eso no evitó que se extinguieran a manos de los chupasangres.

A día de hoy solo quedan las siguientes generaciones de esa antigua humanidad, y como venganza, los vampiros nos volvieron a clasificar en tres sectores, nos adaptaron a su propio sistema.

Los descendientes de aquellos que los veneraron, fueron clasificados con el nombre de classis superioris, para entendernos, clase alta.
Son los privilegiados, los adinerados, los beneficiados por el mundo vampírico, a cambio de su lealtad hacia ellos, claro está.

Las siguientes generaciones de los que se rindieron, fueron considerados como clase media y recibieron el nombre de media genus. Viven bien, en bonitas casas en el poblado de su clan correspondiente. Suelen ser autónomos, trabajan en la artesanía, el comercio...

Y por último están los classis inferioribus, los descendientes de los rebellium.
Para nuestra mala suerte, no heredamos las cualidades de nuestros antepasados, se perdieron con el tiempo. Somos la clase baja en el mundo humano, los repudiados, los que no valen nada. Los que solo sirven para la servidumbre.

Aquí la pequeña venganza de los vampiros.

Dejando todo esto atrás, nos encontramos con la lista de las siete reglas, más conocidas como las praecepta mortis.

Todos los humanos debemos seguir al pie de la letra la lista de las siete reglas, pues todo el que las las incumpla acabará muerto o sometido a un juicio en la corte.

Pero bueno, al fin y al cabo, mueres igual.

Regla número siete: No los mires.
Mirar a los vampiros a los ojos se puede considerar como un acto de superioridad y rebeldía.

Normalmente no pasa, pero si se sienten ofendidos, no dudarán en matarte.

Regla número seis: No te rebeles.
Negarte a pagar tus impuestos o a donar sangre una vez al mes, es considerado rebelión, y se te juzgará por ello.

Regla número cinco: Enseña tu marca. Todos los humanos mayores de dieciséis años tienen una marca para diferenciar su clase, negarte a enseñarla, de nuevo, es rebelión.

La marca es una especie de runa que nos "tatúan" con hierro caliente, para diferenciar si somos de clase alta, media o baja, y así no haya ningún tipo de confusión.

Regla número cuatro: No huir. Todos los humanos tienen prohibido escapar del poblado. El que nace aquí debe vivir y morir aquí.

De todas formas, nadie sale, ya que por lo menos nuestro poblado está rodeado por bosques en los que habitan licántropos.

Regla número tres : No te acerques a la verbena. Poseer verbena está terminantemente prohibido. Si es encontrada o se usa a modo de defensa, la persona responsable será juzgada.

Regla número dos: No salgas en la noche.
La hora de caza comienza a las doce de la noche; cualquier persona que se encuentre fuera de su casa a partir de esa hora podrá ser desangrada.
La caza finaliza a las cinco de la mañana.

Regla número uno: No seas curioso.
Buscar información sobre los vampiros está prohibido y probablemente seas castigado con la pena de muerte.

Nadie sabe la razón, pero tampoco se arriesgan para averiguarlo.

Y ya por último nos encontramos con la Magnus auction o la gran subasta.
Una vez al año se hace una especie de sorteo: Todas las classis inferioribus de la pequeña ciudad se enfrentan a una rifa, y las diez jóvenes elegidas serán sirvientas exclusivas para vampiros.
Se asigna una chica a cada una de las nueve familias nobles de la corte vampírica y la última de ellas es llevada al castillo real como sirvienta.

Por lo menos es esto lo que nos cuentan, ya que esas chicas jamás vuelven a casa, y la verdad, si no fuesen asesinadas, no necesitarían diez más al año.

Si cumples con todos los requisitos que acabo de mencionar, ¡felicidades!
vivirás una vida feliz y normal dentro de lo que cabe.

Pero si eres como yo, una classis inferioribus a la que no le gusta seguir las reglas, es probable que sufras el mismo destino que mis antepasados.

Imagen multimedia por: i_am_illusion_girl ❤️

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