CAPÍTULO XCIX

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Horas después de producirse la gran pelea entre Hudson y Elric, la situación en el castillo se volvió extremadamente tensa. Ambos se dedicaban miradas de odio constantemente; en los pasillos, en la biblioteca, en el comedor..., sin importar la hora ni el lugar. Además, Hudson no dejaba que Elric se acercase a mí bajo ninguna circunstancia. Si el vampiro pelirrojo se dignaba a aparecer por la misma habitación en la que nos encontrábamos nosotros, él encontraba siempre una excusa para sacarme de allí y acompañarle a otro sitio; cuanto más alejado mejor. 

Si Hud ya se comportaba de forma extraña antes de que Elric me besara y se formase todo este lío, ahora ni siquiera parecía él mismo. A veces se quedaba varios minutos observando un punto fijo de la pared, abstraído del resto del mundo. También me percaté de que estaba volviendo a hacer ese maldito gesto de clavarse las uñas en el dorso de la mano, manía que adoptó después de que Maximus me arrebatase la vida y que con mucho esfuerzo y paciencia consiguió superar; o al menos, eso creía. Puede que haya vuelto por todo eso de no poder controlar sus poderes con normalidad, o puede que por la extrema insistencia de la nobleza vampírica para que asuma responsabilidades que ni siquiera le corresponden por su cargo de príncipe. Yo quería preguntarle para llegar cuanto antes al fondo del asunto, pero no sabía cómo sacar el tema sin involucrar a Mace y meterla en problemas con Eliel y sus hermanos.

Y de no haber sido por aquel licor de hada, jamás habría descifrado lo que le estaba pasando en realidad.

Todo comenzó en la biblioteca:

Después de todo lo sucedido, Hudson, Mace, Dalton, los príncipes y yo estábamos descansando en los enormes sofás de cuero marrón que, junto a las estanterías abarrotadas de libros, dan vida a la estancia: algunos leyendo, como Dominik, otros besándose apasionadamente, ignorando la existencia del resto de los allí presentes; como Dalton y Khalid, y otros como Hudson y yo, sentados en completo silencio. Gracias a Dios, Cristal y Elric no tuvieron la osadía de presentarse en el lugar, algo que agradezco con todo mi corazón, dado que la situación se habría vuelto más violenta de lo que ya era en un principio. Hud estaba en ese estado que ya he mencionado antes; con la mirada perdida y un gesto... ¿preocupado? Se mantuvo así durante diez minutos de reloj, sin percatarse de que yo llevaba un rato mirándole de reojo, curiosa. Al cabo de ese tiempo se giró hacia mí, por lo que intercambiamos miradas, y pude ver con claridad lo que se estaba infringiendo en su propia mano. Él tragó grueso y dijo lo siguiente:

—Oye, princesa... —su voz ya no estaba cargada de confianza, como la del Hudson de hace unos pocos meses atrás. En cierto modo, ya me había acostumbrado a ello. Había muchas probabilidades de que el Hudson que una vez conocí; el seguro de sí mismo, el atrevido, el bromista o el sarcástico, había muerto conmigo esa trágica noche. Habría sido lógico que después de todo lo sucedido algo cambiase dentro de los dos. Pero yo seguía siendo la misma de siempre y Hudson estaba irreconocible. Había algo mal con él, algo que le estaba haciendo mucho daño. 

Solo espero que poco a poco, con amor y paciencia, pueda recuperarse a sí mismo.

—¿Aún..., aún te apetece cenar conmigo esta noche? —preguntó en un hilo de voz.

—¡Pues claro que sí! —respondí de inmediato—. ¿Por qué no iba a querer?

—Por nada, solo quería asegurarme. —me mostró una sonrisa torcida; como queriendo reproducir una de esas sonrisitas ladinas suyas que tanto me hacen sonrojar. Pero aquella se parecía más a una mueca forzada que a una muestra genuina de felicidad— Iré a cambiarme. — y dicho esto, se levantó del sofá casi tan rápido como lo hice yo al cabo de un segundo después.

Extrañado por el brusco movimiento, se dio media vuelta y me miró expectante.

—Yo también tengo que... cambiarme... —musité, en una necesidad por justificarme. Asintió conforme y comenzamos a caminar al unísono, saliendo de la biblioteca sin mediar palabra. Él entró en su habitación y yo pasé de largo para llegar a la mía. Tenía que encontrar cuanto antes un conjunto especial para esa noche tan especial.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora