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Jisung caminaba lentamente hacia su casa. Aún era temprano, pero el cielo estaba nublado y el aire se sentía pesado y caluroso, anunciando una fuerte tormenta. Aceleró su paso al escuchar los truenos que se formaban a lo lejos, cuando una leve brisa se abrió paso entre la humedad, trayendo aquel aroma que comenzaba a hacérsele familiar, y sintió a lo lejos como eran desprendidas feromonas de alerta y miedo.

Jisung corrió hasta llegar a un callejón donde el olor se hizo intenso y se mezclaba con otros. Su corazón se detuvo al ver a Minho siendo empujado contra una pared, agarrado entre lo que parecían dos betas, y recibiendo golpes en el vientre por un tercero, que aun sin el rostro lleno de moretones puedo adivinar que se trataba de Kitae.

—¿Qué pasa perrita? ¿Hoy no vas a dar pelea? ¡Entonces empieza a gemir! —ordenó el alfa a la vez que golpeaba su costilla haciendo que Minho perdiera el aire y emitiera un leve gemido.

Jisung lo escuchó y todo su cuerpo, que había quedado petrificado ante la escena, se tensó y su lobo gruñó rabioso. La sangre latía en sus brazos y sus sienes y cuando pudo darse cuenta estaba agarrando el cuello de Kitae mientras era sujetado por los dos betas.

Jisung no había peleado en su vida, y aquel alfa le ganaba en altura y experiencia, sin contar con que lo doblaban en número. Trató de soltarse con todas sus fuerzas, pero era imposible. Kitae comenzó a patearlo y golpearlo sin parar. Sintió el sabor de la sangre en sus labios y su mejilla derecha hincharse.

Debía sentir dolor, pero cada puñalada lo enfurecía más y en cuanto pudo soltar uno de sus brazos agarró al alfa de la yugular. Este soltó un sollozo y cayó al piso tratando de escaparse de las garras de Jisung, pero ahora éste estaba sobre él y estrangulaba su cuello con ambas manos.

Jisung vio sus venas marcarse y la sangre agazapándose en sus manos y no pudo detenerse. Escuchaba los gritos de los betas que lo sujetaban por los hombros sin lograr quitarlo de encima. Los mechones claros tapaban sus ojos, la lluvia caía torrencialmente.

Perdió noción del tiempo y de todo lo que lo rodeaba, el latido en sus oídos no lo dejaba pensar, su mente estaba vacía, sólo podía escuchar a su lobo vociferar rabioso que terminara con ese alfa.

Pero de pronto unos brazos los rodearon por atrás y su piel se erizó ante el contacto de ellos con su pecho. Inhaló el dulce aroma que se desprendía sobre de él y su corazón se detuvo al sentir la respiración jadeante en su espalda.

—Detente Jisung...¡ya para!

Su cuerpo se heló ante el susurro suplicante del mayor. Lo próximo que supo era que era llevado de la muñeca mientras corrían sin parar. Estaban empapados de pies a cabeza y la noche había comenzado a caer.

Al llegar a un pequeño parque aminoraron el paso y se detuvieron debajo de unos juegos tratando de escaparse de la lluvia que continuaba cayendo con fuerza.

—¡¿PERO QUÉ TE PASA?! ¿TE HAS VUELTO LOCO?

Jisung se sobresaltó con el repentino grito. Minho lo observaba consternado y aturdido mientras aun lo tenía agarrado por la muñeca.

Jisung sintió su pulso latir con fuerza contra la mano que lo retenía. El pelinegro pareció advertir esto y lo soltó bruscamente tomando distancia. Sólo entonces la luz de las farolas alumbraron el rostro ensangrentado de Minho.

—¡MINHO! Tenemos que llevarte un hospital —exclamó Jisung alarmado, tomándolo del brazo para empezar a caminar, sin saber siquiera dónde estaba.

—¡Estoy bien! Son sólo cortes—se sacudió para soltarse—, esperaremos un poco a que dejen de buscarnos y nos iremos cada uno por su lado ¿entendido?

Pero Jisung lo miró confundido, no comprendía a que se refería, lo último que recordaba era a Kitae sobre el suelo, arañando sus manos en un intento desesperado de que soltara su cuello.

—Argh, si viste a la policía ¿no? —suspiró el omega tomándose el puente de la nariz.

Jisung abrió los ojos de par en par, pero luego recordó percibir las luces y las sirenas de una patrulla cerca de ellos. Poco a poco empezaba a tomar conciencia de todo lo que había pasado y se sintió aterrado de sí mismo. ¿Cómo se había descontrolado de esa forma? ¡Casi mata a ese chico asfixiado! ¿Qué demonios pasaba con él?

Jisung golpeó su cabeza tratando de frenar la ola de imágenes que pasaban por su mente, sintió su pecho oprimirse, y sin darse cuenta las lágrimas comenzaron a caer sobre sus hinchadas mejillas.

ROLLER COASTER - HANKNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora