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Los primeros rayos de luz se filtraron por la ventana de la habitación del alfa. Minho apenas había logrado conciliar el sueño esa noche y ahora despertaba a las pocas horas de haberse dormido, cubierto de sudor y con una fuerte punzada en su vientre.

Parte de él rogó que el dolor tuviera origen en la herida de su cirugía, pero cuando sintió la humedad en su ropa interior supo que aquel momento que tanto lo mortificaba había llegado. Estaba teniendo su celo, el primero desde que había dejado los supresores, y se anunciaba tan terrible como lo había previsto.

Debió imaginarlo, la noche anterior estaba completamente fuera de sí, había actuado guiado totalmente por sus instintos y por su omega, que aullaba deseoso por la piel de aquel que llamaba su alfa, suplicando por más con cada roce entre sus cuerpos.

En ese momento no fue consiente de la desesperación con la que buscó recorrer la boca del menor, ni de los intentos de éste por detener el desastroso curso que estaban tomando las cosas.

El ronroneo de la voz ronca con la que Jisung le hablaba lo había vuelto loco, y su lobo le imploraba someterse a él, ser su omega, complacerlo, ¡hasta dejarse marcar!

Cuando el alfa lo detuvo, su pecho se llenó de ira y angustia por ser rechazado cuando, a pesar de todo lo que significaba para él, se estaba entregando sin condiciones.

Su inseguridad lo llevo a un lugar oscuro, al momento de la fiesta cuando vio a Jisung besándose desenfrenadamente con el beta de su curso. Recordó cómo sus bocas se fundían ente sí, cómo las manos del rubio bajaban peligrosamente por la cintura del chico y como éste se dejaba acariciar dócilmente, sin reparar en las personas que los rodeaban.

Por más que intentara no podía quitarse esa imagen de la mente, y por primera vez en su vida Minho se cuestionó no ser un mejor omega para "su alfa".

Le costó creer las palabras del menor que le aseguraban que no tenía de que preocuparse, y si se detenía a pensarlo aún ardía de celos y resentimiento por aquel hecho que lo había hecho estallar en ese patético reproche, pero ya no podía negar lo que Jisung significaba para él.

Lo quería sólo para él y no soportaba la idea de que estuviera con alguien más. Ese alfa le pertenecía y sabía lo que eso significaba en la vida que había llevado hasta ahora, pero estaba dispuesto a soportar las consecuencias.

Aún era temprano, y si lograba no hacer ruido e ignorar los sollozos de su lobo, que le suplicaba bajar las escaleras y buscar la calidez del alfa, podría salir de ese aprieto sin tener que cruzarse a Jisung, porque después de ayer temía de lo que era capaz si lo hacía.

Se dirigió sigilosamente a la habitación donde la madre de éste dormía y luego de tocar la puerta tan suavemente como pudo se dejó entrar sin detenerse a esperar una respuesta.

—¿Pasó algo cari... ¡Oh! —incluso desde el otro extremo del cuarto la alfa había olfateado el intenso olor de sus feromonas —está bien, calmémonos, sabíamos que esto iba a pasar.

La mujer intentaba mantener el control delante del omega cuyo expresión denotaba el pánico que estaba sintiendo.

La madre de Félix le había advertido que cuando llegara, su celo podría ser mucho más fuerte que en otras ocasiones, pero que era de suma importancia que lo atravesara sin la ayuda de los supresores, para no arruinar todo el progreso que habían logrado.

Supuestamente la frecuencia y la intensidad con que éste ocurría sólo se normalizarían una vez que dejara que su organismo se adapte a él por si solo y dejara que sus hormonas se regularan naturalmente.

—¿Jisung está despierto? —preguntó la alfa con cierta inquietud.

Minho negó con la cabeza incapaz siquiera de hablar por los nervios que tenía.

—Bien, e-es mejor así... Min tú ve al cuarto y prepara tus cosas, llamaremos a Lixie y te llevaremos a su casa como habíamos acordado.

Minho asintió y salió de la habitación sintiéndose un poco avergonzado, pues debía lucir demasiado necesitado como para que ella también considerara mejor mantener a su hijo al margen de todo.

Cuando se instaló en la casa de Jisung, Minho tuvo que confiarle a su madre lo que podía ocurrir, pues si ya era probable que su celo fuera violento, ahora que compartía el techo con el alfa podía resultar catastrófico. Claro, no lo puso en esas palabras, aunque la señora pareció deducir sus pensamientos pues rápidamente aceptó que sería mejor que lo transcurriera en la casa de Félix cuando llegara el momento.

Luego de llamar al pecoso se apresuró a tomar algunas prendas, y con sus piernas temblando bajó las escaleras hasta la entrada donde la alfa ya lo esperaba con las llaves de su coche en la mano.

Desde allí podía ver como Jisung dormía profundamente en el sofá de la sala, ajeno a todo el descontrol que ocurría.

Su lobo soltó un gimoteo cuando las notas almendradas llegaron a sus fosas nasales y no pudo evitar dedicarle una mirada suplicante a la alfa que le hacía señas para que se apresurara.

Quería quedarse allí, ir hacia él, recostarse a su lado y pedirle que lo cuide, pero aún tenía el juicio suficiente como para saber que era el calor el que lo incitaba a hacerlo.

Fue el gesto del menor, que entre sueños comenzó a fruncir su nariz olfateando el aire, el que lo alertó, sacándolo de su trance, y lo llevó a bajar los escalones de prisa, para salir de la vivienda sin siquiera poder susurrar un hasta luego.

Para cuando llegaron a la casa de Félix, Minho era un lío de jadeos y espasmos, sofocado por el calor, completamente lubricado e incapaz de articular palabras.

Con ayuda del rubio caminó hacia a la habitación donde éste amablemente había preparado su cama para que él pudiera sentirse más cómodo, junto a un montón de cojines, toallas, y algunos dulces que no veía como podían ayudar con esa tortura pero igual agradecía.

Se recostó y abrazó sus piernas intentando de aliviar los retorcijones en su abdomen mientras Félix pasaba una toalla fría en su frente murmurándole palabras de aliento que Minho no lograba entender en su estado febril.

Quería llorar, maldecir, pero sobre todo, quería a Jisung. Lo necesitaba allí con él, y no sólo porque su lobo lo reclamaba como su alfa.

Jisung era su persona en el mundo, su lugar seguro, su calma. Con él se sentía protegido, sentía que todo estaba bien.

Con él, Minho era feliz.

💜

Buen comienzo de semana babies, ¡espero que les guste el capítulo!

Me clavé un par (más como un millón) de meditaciones para bajar la ansiedad y quedé toda paz y amor así que les mando buenas vibras.

Besu gigante y gracias por todo,

Nana.

ROLLER COASTER - HANKNOWWhere stories live. Discover now