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Minho sintió su estómago rugir, pero no le prestó atención, ya no le importaba si moría de hambre o cansancio, se lo merecía.

La había cagado, lo había arruinado por completo. Al final había dejado que sus inseguridades y sus problemas lo vencieran, alejando a la única persona con la que se sentía sincera y completamente feliz.

Jisung no le volvería a hablar y tenía todo el derecho de hacerlo. Él hubiese hecho lo mismo. ¿Por qué lo perdonaría? ¿por qué siquiera se molestaría en escucharlo?

Si tan sólo ese día hubiese ignorado la mirada de su madre clavada en su espalda. Si al menos hubiese sido sincero con Jisung, ahora las cosas serían distintas.

Pero no lo eran, y debía aceptarlo. Ya no escucharía la voz somnolienta del alfa mientras hablaban por teléfono por las noches, ni vería sus mejillas inflarse antes de estallar en una carcajada, ni podría respirar el perfume que se desprendía de su piel, pero sobre todo, ya no sentiría el calor de sus abrazos.

Ese viernes Minho tuvo que arrastrarse fuera de la cama para poder asistir al colegio. La verdad es que no le importaba faltar o no, pero no quería tener que lidiar con los constantes llamados de su amigo procurando a toda hora si seguía vivo.

Ni siquiera podía ver a Changbin a los ojos sin sentirse una basura, no cuando por su culpa su primo se paseaba por los pasillos del colegio luciendo abatido y desprendiendo feromonas de tristeza.

Minho estaba perdiendo la cordura, no había dormido en días y su cuerpo se negaba a asimilar el más mínimo bocado. Sus pensamientos lo devoraban vivo, y no había nadie con quien pudiera hablar. Estaba solo, y era su culpa.

Llegó a los vestidores dispuesto a correr hasta desfallecer en medio del gimnasio, cuando sintió el suave toque en su espalda llamándolo. La tímida sonrisa del omega lo saludó, recordándole como días atrás lo miraba con compasión mientras él se sujetaba a la manga de Jisung en un intento desesperado de hablar con él.

—Hola Minho ¿cómo estás?

—H-hola Félix, em yo... yo estoy... —no pudo continuar, sólo debía fingir un simple "bien" pero ni para ello encontraba fuerzas en su interior.

—¿Te gustaría que hablemos? —preguntó el pecoso para su sorpresa.

—¿P-por qué... por qué eres tan amable conmigo?

—Se ve que te vendría bien un oído, y de todas formas no tengo ganas de correr.

Minho contempló la cálida mirada que le brindaba el pecoso, y se terminó de desmoronar.

—Y-yo... yo lo arruiné, la cagué por completo... —confesó con un nudo en su garganta y sus ojos  humedeciéndose —soy un idiota, un imbécil, yo no... no debería ni existir.

—¡Minho por favor no digas esas cosas! sé que Bin y Jisung odiarían escucharte decir eso.

—No creo que a él le importe... no debería importarle.

—Yo sé que sí, está muy dolido, pero aún se preocupa por ti.

—¿Félix qué más puedo hacer? Y-yo... yo no sé qué haré si él no vuelve a hablarme.

—Tranquilo, dale tiempo. Por ahora creo que deberías darle su espacio, pero Minho tú... —vaciló Félix mordiendo su labio.

—¿Qué? ¿yo qué?

—Nada, olvídalo.

—No vamos, puedes decirlo... merezco que me digan cualquier cosa.

—No es eso Minho, es sólo que... que quizás deberías pensar un poco en ti mismo.

ROLLER COASTER - HANKNOWWhere stories live. Discover now