ROLLER COASTER - HANKNOW

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Minho extendió su mano para posarla sobre la rodilla del alfa al ver que las feromonas que estaba emitiendo no eran suficientes para calmarlo. Pareció funcionar, pues Jisung dejó de morder su uña y agitar su pierna, y volteó a verlo con algo de sorpresa.

Minho le devolvió la mirada con un poco de temor. No había pasado ni una hora desde que parecía que todo había terminado entre ellos dos, y estaba casi seguro de que él era la última persona a quien Jisung quería a su lado en ese momento. Pero para su alivio la expresión de éste rápidamente se relajó, y forzando algo que intentaba ser una sonrisa entrelazó sus dedos con firmeza.

Ellos dos, Jeongin y la madre de Jisung se encontraban sentados en la sala, escuchando al chico que no lograba levantar la vista de la taza que sostenía entre sus temblorosas manos, mientras les contaba como la noche anterior había descubierto toda la verdad.

No se parecía a Jisung, ni un poco. Minho se preguntó si entonces el pelinegro lucía como su padre, pues nunca había visto una foto del hombre, y Jisung era la viva imagen de su madre. Podía decir que era más joven que ellos, pero sólo por uno o dos años, lo cual si lo pensaba volvía todo el asunto aún peor.

También era un alfa, pero por supuesto, no uno puro. Y aunque había algo similar en el olor de sus feromonas, estas no eran ni remotamente tan fuertes a las del rubio.

Quizás sólo era su cabeza, o Jisung realmente estaba golpeando los últimos tramos de la pubertad, pero últimamente no podía dejar de pensar que cada semana que pasaba éste crecía un poco más. Sí, su aspecto físico definitivamente había cambiado desde la primera vez que se habían visto, aunque no era sólo eso.

Algo en su presencia era... diferente. Sabía que Jisung seguía siendo aquel chico divertido y algo tonto que no hacía más que balbucear cuando recién se conocieron, pero el último tiempo había notado como las personas se tensaban y empezaban a murmurar cuando pasaban a su lado, y lo que era peor, olía las feromonas que los omegas soltaban para querer llamar su atención.

—Yo... lo siento. Sé que no debí aparecer así, pero no sabía qué hacer —se disculpó el chico aún con la cabeza gacha —Cuando lo supe sólo quise irme de allí. N-necesitaba hablar con alguien, necesitaba... conocerte.

Murmuró Jeongin dirigiéndose a Jisung, pero este seguía sin mirarlo a los ojos o decir una palabra.

— ¿Jeongin uhm tus... tus padres saben que estás aquí? —preguntó la alfa sin poder evitar hacer una pequeña pausa al referirse a su ex esposo de aquella forma.

—N-no... no quiero hablar con ellos. ¡No quiero volver a verlos! Me mintieron... ambos lo sabían, y lo ocultaron todos estos años. No puedo creer... no puedo creer lo que hicieron... lo que le hicieron a usted.

—Yo... —vaciló la mujer tratando de no dejarse turbar —creo que será mejor que hable con ellos, deben estar preocupados. Si me disculpan...

Y dicho eso dejó la sala en dirección a la cocina, sacando su teléfono mientras se alejaba.

—Soy un estúpido, no sé en qué estaba pensando al venir aquí. Lo lamento Jisung, de verdad, yo sólo creí... creí que quizás tu y yo... pero me odias ¿no es cierto? —sopesó el chico dirigiéndose a su hermano.

—Yo n-no... no sé qué decir, necesito un minuto —murmuró Jisung, levantándose del sofá y apresurándose hacia el segundo piso.

Minho se obligó a no seguirlo, pues tampoco podía dejar al chico solo. Esperó unos minutos, sin saber que decir, y en cuanto la madre de Jisung regresó, balbuceó una disculpa y sin poder contenerse más subió las escaleras.

Golpeó suavemente la puerta de la habitación, y entró con cautela cuando el menor no contestó. En el aire se respiraba la tristeza de sus feromonas. La puerta del baño estaba levemente abierta, y mezclado con el sonido del agua correr se oían los leves gimoteos del alfa.