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Minho pasaría la noche en su casa, pues su habitación aun apestaba a pintura fresca. Jisung jugaba con las cuerdas de su guitarra mientras el omega tarareaba distraído, pasando las hojas de uno de sus cuadernos, deteniéndose en el boceto de un viejo columpio.

—Me gusta éste —señaló llamando su atención.

—Era del jardín de mi casa, debí sacarle una foto, no quedó muy bien —opinó no conforme con su dibujo. Minho lo observó con el ceño fruncido, no era la primera vez que lo reprendía por esa actitud disconforme.

— ¿P-puedo preguntarte algo? —titubeó éste unos momentos después.

—Mm claro, ¿qué es?

—¿Por qué se mudaron?

Jisung dudo qué contestar. No quería tocar ese tema, aunque para ser honesto, le sorprendía que no hubiese salido antes.

—Mamá consiguió empleo aquí —contestó restándole importancia, pero eso pareció no convencer al pelinegro, que escudriñaba su rostro tratando de descifrar lo que había oculto detrás de esa vaga respuesta.

—¿Y...y tu padre?

Sintió que una aguja se clavaba en su pecho al escuchar las tímidas palabras pronunciarse de la boca del omega, y por un instante sintió el deseo de explicarle todo, de no guardarse nada con él.

—Él... él no... —por más que quisiera no hallaba el valor para decir en voz alta todo aquello que llevaba callando por meses.

Minho pareció advertir su turbación, pues se estiró desde donde estaba para pasar posar una mano sobre su rodilla.

—Está bien, no tienes que decírmelo.

—Quiero hacerlo... sólo dame algo de tiempo.

Minho asintió, dando el tema por sentado. Luego de un rato se acomodaron para dormir y Jisung dejó que su cuerpo se aflojara, respirando las ligeras feromonas que el pelinegro estaba emitiendo para tranquilizarlo, aun cuando éste no fuera consciente de ello.

El sonido de la lluvia que golpeaba contra su ventana y el frío de la noche hizo que su corazón se sintiera acongojado.

—Minho —lo llamó en susurro sin saber si seguía despierto, pero éste se volteó en silencio y sus ojos brillaron en la penumbra — ¿p-puedo abrazarte?

Minho permaneció en silencio, contemplándolo con el rostro inexpresivo. Jisung estaba a punto de darse por rendido y girarse, cuando el omega se removió debajo de las sábanas, acercándose hasta acunar su mejilla en el pecho del menor.

Jisung lo arrulló en sus brazos, envolviendo todo su cuerpo con él suyo, y cerró sus ojos inspirando el dulce aroma que se desprendía de su cabello.

ROLLER COASTER - HANKNOWWhere stories live. Discover now