15

366 63 2
                                    

Jisung entró a su habitación justo cuando Minho se estaba poniendo la camiseta que la había prestado, recorrió con sus ojos la marcada espalda del omega hasta detenerse en su cuello y deseó el contacto de sus labios con su pálida piel. Aquel pensamiento hizo que se estremeciera. 

—Lo siento, debí tocar antes —se disculpó al ver como el chico se apresuraba a colocarse la prenda —sólo vine por una almohada.

—¿Por qué? ¿A dónde vas a dormir?

—Dormiré en el sofá... tu usa mi cama.

—No Jisung, claro que no, esta es tu casa, yo dormiré abajo.

—¡Minho no dejaré que duermas ahí! Sólo quédate aquí ¿sí?

—¡Entonces me largo!

—Oye espera, ¿Por qué tienes que actuar así?

—¡¿Así cómo?!

—¡De esta forma! Un segundo estas bien y al otro te molestas ¡¿no puedes aceptar la estúpida cama y ya?!

—¡¿Y tú no puedes dormir aquí y ya?!

—¡BIEN, CÓMO QUIERAS, DORMIREMOS LOS DOS AQUÍ!

—¡BIEN!

¿Por qué se estaban gritando? Y por qué Minho tenía que complicarlo todo, lo hacía por su bien, pues últimamente no confiaba ni un poco en su juicio.

No volvieron a dirigirse la palabra hasta que estuvieron acostados, dándose la espalda. Jisung se mantuvo atento a la respiración del omega, esperando el momento en que éste estuviera dormido para largarse de allí, pero entonces la débil voz del pelinegro rompió el silencio que reinaba en la habitación.

—Jisung...

—¿Qué quieres? —contestó aun irritado.

—Lo siento —Jisung se dio vuelta de inmediato, sorprendido, pero Minho continuó mirando a la pared—siento haberme invitado a tu casa, y quedarme tanto tiempo, no debí aceptar quedarme dormir y... y lamento ser un idiota.

—¿Minho por qué dices eso? a mí no me molestan ninguna de esas cosas, la pasé bien contigo... es sólo que no te entiendo cuando te pones así, yo no... no sé si yo te agrado o si me odias.

Minho se quedó unos instantes en silencio antes farfullar casi de manera inaudible.

—Claro que no...

—¿Puedes decírmelo a la cara por favor? —el omega se removió en la cama desganado quedando frente a él.

—Que no te odio —musitó sin siquiera mirarlo.

—Okay, ¿te agrado?

—S-sí.

—Entonces ¿amigos?

—¡Ay Jisung! Ya fue suficiente ¿no?

—No te dejaré en paz hasta que lo digas.

—Bien, bien, amigos.

—¿Ves? no era tan difícil.

El mayor rodó sus ojos y cubrió con la almohada la expresión victoriosa de Jisung. Bueno, ese era un comienzo pensó éste, sin embargo, aún le quedaba convencerse a sí mismo de que Minho era un amigo y nada más.

Viéndolo sonreír recostado a su lado, iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana, le pareció algo imposible. Por mucho que intentara engañarse no había otra forma de ponerlo en palabras, le gustaba Minho.

Cuando los primeros rayos de la mañana iluminaron la habitación Jisung apenas había dormido un par de horas. Se mantuvo alerta toda la noche, batallando entre lo que su cerebro le decía y los constantes quejidos de su lobo.

ROLLER COASTER - HANKNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora