36

411 61 2
                                    

Jisung se removió incómodo en el sofá de la sala. Podía ver a la pareja que dormía plácidamente en el colchón que habían colocado en el piso, y se sintió molesto.

¿Por qué él no podía estar así con su omega? Bueno, no SU omega, con Minho.

La madre de Félix y la suya habían aceptado que se quedara en la casa bajo la estricta condición que de no compartirían el cuarto. Al parecer ambas mujeres estaban escépticas de que los dos adolescentes no fueran a cometer alguna equivocación, y claro, también estaba el hecho de que Minho era extremadamente fértil en ese momento.

Todo aquello le parecía una estupidez, se preguntaba desde cuando las personas tenían esa imagen de él. Hasta hace unos meses Jisung ni siquiera había tenido su primer celo y sólo había compartido algunos besos tontos en alguna que otra fiesta.

¿Por qué ahora todos lo veían como un alfa hambriento y desesperado por sexo, capaz de marcar o embarazar a alguien? Él no quería hacer esas cosas, o en parte sí, pero no de esa forma.

¿Qué sabían los demás sobre ellos? Minho y él eran distintos, su relación era otra cosa, era más que una simple necesidad de apareamiento. Podía imaginarse al mayor sintiéndose solo, dolorido e incapaz de conciliar el sueño, y la impotencia hizo que se enfadara aún más.

Al demonio con las condiciones, iría a ver como estaba y nada ni nadie lo haría cambiar de opinión. Caminó con sigilo por el pasillo que conducía a la habitación de Félix, siendo alentado por los bramidos de su alfa a medida que avanzaba.

Una vez en frente del cuarto, se apoyó contra la puerta y agudizó el oído para saber si Minho dormía, pero del otro lado se escucharon débiles quejidos que lo alertaron.

—¿Min estás bien? —susurró, sin obtener respuesta —¿Minho te duele algo?

—¿Jisung? No, vete, estoy bi... —pero esta vez un suave jadeo cortó las temblorosas palabras del mayor.

—Minho voy a entrar.

—¡NO! No lo ha...

Pero Jisung ya se encontraba dentro de la habitación, y sus ojos recorrieron con preocupación el rostro sonrojado y transpirado del omega.

—¿Qué te duele? ¿qué puedo hacer? —preguntó ansioso.

—Nada Jisung, estoy bien, sólo vete.

Podía sentir el nerviosismo en la voz del mayor, y el hecho de que éste se hubiese volteado para que no lo viese, no lo tranquilizaba.

—¿Minho qué pasa? déjame ayudarte...

—¡Estoy bien Jisung! por favor no vengas —suplicó Minho escondiéndose debajo del cobertor.

Pero Jisung se negaba a hacerle caso. Entendía que se sintiera avergonzado, pero Minho no podía estar alejándolo de nuevo, no después de todo lo que habían pasado.

—Min por favor, si es por lo de hoy... —las palabras salían entrecortadas de su boca mientras su pecho comenzaba a oprimirse.

—¡No es eso, todo está bien, sólo...déjame solo Jisung!

—Entonces mírame, aunque sea una vez... por favor Min —suplicó angustiado, sentándose en la cama y buscando desenterrar el rostro de Minho de entre las sábanas, pero éste se agarraba desesperado a éstas.

—Vamos Minho... hablemos.

—¡Basta Jisung, ya lárgate!

—¡No lo haré! ¡¿Por qué tienes que ser así?! —se quejó tirando de la tela con algo de molestia, pero subestimó su fuerza y terminó arrojándolas al piso y dejando al descubierto el cuerpo del omega —Oh...

ROLLER COASTER - HANKNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora