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Jisung contuvo sus lágrimas hasta encerrarse en su habitación. Quería destruirlo todo, y eso hizo.

Se deshizo de los bocetos y dibujos que había en la pared, y que había ido reemplazando con los favoritos del omega, rompiéndolos en mil pedazos.

Arrojó al suelo la guitarra que su padre le había regalado, y que sólo había vuelto a tocar porque a Minho le gustaba. Golpeó una y otra vez la almohada que éste solía abrazar.

Sentía rabia, impotencia, pero sobre todo se sentía herido.

Había abierto su corazón por primera vez en su vida, se había arriesgado, aun con todo lo que sabía, lo había intentado, pero no había sido más que un estúpido.

Aun resonaba en sus oídos la gélida voz con la que el omega pronunciaba aquellas palabras sin siquiera inmutarse.

Las últimas semanas Minho se había vuelto todo para él, su razón para reír, para despertarse, para no odiar esa nueva vida que tuvieron que construir su madre y él. Pero todo había sido una ilusión en la que sólo él había caído.

¿Por qué? ¿por qué tuvo que conocerlo? ¿por qué tuvo que buscarlo? ¿por qué demonios tuvo que enamorarse de él?

Maldijo al mundo entero, pero sobre todo se maldijo a sí mismo. Había sido un idiota que creyó que Minho y él sentían lo mismo, que todos los demás se equivocaban y que ellos dos podían llegar a ser algo.

Todos los pequeños gestos del mayor que tanto atesoraba, que lo habían llenado de felicidad y que le hicieron creer que éste podía llegar a bajar su guardia, que podía llegar a quererlo de la misma forma que él lo hacía, no habían sido más que fantasías.

Ni siquiera su amistad era algo real, él nunca significó nada para Minho, y eso lo había dejado más que claro.

No pudo evitar reírse amargamente al pensar en cómo todos se habían preocupado, creyendo que podía llegar a dañar al omega, y ahora el que tenía el corazón hecho trizas era él.

Se había dejado sentir algo, pero eso había terminado.

De ahora en más sería el mismo Jisung que llegó a esa ciudad sabiendo que el amor no existía, que sólo era un montón de mentiras que no valían nada, y que tarde o temprano llegaban a su fin.

Se olvidaría de Minho, de todo el tiempo que pasaron juntos y viviría su vida de la misma forma aburrida y sin emociones que había llevado hasta ahora, pero que al menos lo dejaba respirar sin sentir que una daga se clavaba en su pecho.

***

Los días siguientes Jisung vivió en modo automático. Comía lo que ponían frente a él, cerraba los ojos y pretendía poder dormir, y fingía una sonrisa entre sus amigos aparentando que todo estaba bien.

Ya nada le importaba, había visto la realidad de las cosas y había apagado sus sentimientos al igual que había hecho meses atrás.

Sólo por las noches, cuando nadie lo observaba, en la seguridad de su habitación, dejaba escapar todo el dolor que aun oprimía su pecho y ahogaba silenciosas lágrimas en la almohada que aún tenía un dejo del dulce aroma del omega.

Su madre, al igual que Changbin y Seungmin eventualmente entendieron sus silencios y dejaron de preguntarle si estaba bien. Era más que obvio que no lo estaba, si las bolsas que adornaban su rostro no eran suficientes, las feromonas que largaba debían dejarlo en claro. Su lobo no dejaba de sollozar implorando por el omega, haciendo todo aún peor.

Félix había intentado varias veces sacarle aunque sea un indicio de lo que había ocurrido entre Minho y él, pero Jisung era una tumba. Cambiaba de tema, o se marchaba repentinamente poniendo alguna absurda excusa para evitar la conversación. No quería hablar con nadie, quería olvidarlo y ya.

ROLLER COASTER - HANKNOWWhere stories live. Discover now