x. don't cry baby

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Chapter Ten

Silverstone, Reino Unido

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Silverstone, Reino Unido

El mundo me odiaba, no tenía pruebas ni dudas. Bah, sí tenía pruebas, mi menstruación había llegado. No me disgustaba, es más, era una buena señal, significa que mi organismo está funcionando como se debe y que estoy sana. O algo así había leído. 

Me levanté de la cama odiando a todo el mundo. Estiré mis piernas, los brazos e incluso mis dedos, necesitaba despertarme al cien porciento, así que me metí a la ducha. 

Al salir, me vestí con un mom jean, unas zapatillas y me coloque el polo de Lotus, verde y dorado. Tomé mi celular y comencé a dirigirme a la primera planta del hotel. 

Mire mi reloj, 11:26. Debía tomar mi desayuno e ir inmediatamente al Circuito.

El clima de Reino Unido era agradable, cada cierto tiempo alguien abría la puerta de entrada del hotel y podías sentir el viento que había afuera. Muy típico del clima londinense. 

Salude a algunas personas, firme y converse con fans, mientras intentaba llegar a mi desayuno. Una vez terminé de hablar con un grupo de chicos de Gales que habían venido especialmente a ver la carrera, me acerque al banquete. Pero claramente canté victoria muy pronto, una pareja con sus tres niños se interpuso en mi comida. 

La mujer vestía unos jeans apretados, con un buzo blanco, su cabello rubio, que compartía con sus dos hijos, caía en ondas por su espalda. Su pareja, quien traía a una niña en brazos, tenía una remera de Mercedes. Los niños, quienes por cierto eran dos niños y una niña, venían vestidos con unas remeras de Ferrari. Me pareció algo tierno que los tres infantes compartieran el mismo gusto. 

La niña, en brazos de su padre, me miró y le regale una sonrisa. 

Cuando fue mi turno de pedir mi comida, me di cuenta de que solo quedaba un paquete de galletas Oreo, el mismo que la niña quería agarrar. Lo tome y se lo di, quizás en el Paddock habían. 


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Pues no, no habían, no había desayunado y en menos de cuarenta minutos debía subirme a un monoplaza, sumándole los cólicos y mi dolor de cabeza, el día no podía ir peor. 

- Maggy, ya es hora de la reunión. - Me avisó Spencer. - Será en la habitación de Esteban. 

Algo incomoda me dirigí a la charla, no fue nada novedoso. Nos hablaron del plan de la carrera, de lo que debíamos respetar, de la FIA, de las ruedas, mi compañero se sacó una duda respecto al monoplaza. Pero mi cabeza no estaba concentrada en el palabrerío, no, aunque intentara prestar atención mi dislexia hoy tenía menos ganas de vivir que yo. 

- Hoy tenemos encuentro con los fans por la tarde.

- ¿A qué hora exactamente? - Le pregunte a la encargada de ese área.

- A las 18hs, aunque se nos informará cuando termine la carrera.

- Bien, eso sería todo. - Habló el jefe del equipo. - Los quiero a las 13:55 en los boxes.

Asentí con la cabeza y me retire de la sala. Mi cabeza estallaría en cualquier momento.

Baje las escaleras para poder dirigirme a la calle del Paddock, necesitaba a Lando.

Camine evitando la mayor cantidad de gente hasta llegar a las instalaciones del actual equipo anaranjado. Salude a Zach Brown quien me dijo que el piloto inglés se encontraba en su "habitación", que básicamente era una sala de cuatro paredes blancas con una camilla y un sofá en una de sus esquinas.

Subí las escaleras, cuando iba a doblar me encontré con Carlos y su primo.

- Hola chavala. - Carismático como siempre, Junior me palmeo la espalda. - Suerte hoy.

- Lo mismo digo, Carlitos. 

¿Alguien más se iba a cruzar en mi travesía de ver a mi novio?

Claramente hoy el mundo estaba muy literal, pues antes de que abriera la puerta de la habitación de Lando, Jarvis salió de ella. Me regaló una sonrisa antes de dirigirse a las escaleras para comenzar a bajarlas.

Entre de una vez, no iba a tocar porque quizás salía alguien más. 

Al poner un paso dentro me encontré con la imagen de Norris en la camilla recibiendo masajes en la espalda en manos de su entrenador. La suerte de unos pocos.

Me arroje al sofá sin decirle nada, el solo hecho de saber que estaba cerca mío ya me reconfortaba. Escuche como susurraba algo con su coach y como la puerta era abierta y cerrada. 

- ¿Qué sucede? - Acarició mi cabello con suavidad.

- No pude comer Oreos. - Levantó una ceja, pues sí parecía una niña. 

- Oh... - Levantó mis piernas del sillón para sentarse y colocarlas encima de su regazo. - ¿Nada más?

- ¿Cómo qué- Olvídalo. - Cerré los ojos.

- Vamos linda, cuéntame.

- Había una niña y ella quería las Oreos, pero yo también, pero luego pensé ¡Tu puedes comerlas cuando quieras! y esa niña no, entonces le di el paquete. - Suspire. - Pero recordé porque me gustan las Oreos, eran las galletas que papá me traía de los viajes. - A medida que más hablaba, mis ojos se iban humedeciendo. - Unas estúpidas galletas de chocolate rellenas que podía conseguir en cada supermercado de la ciudad donde estuviese, no era ni siquiera un buen regalo. 

» Pero papá llegaba de los grandes premios con el paquete y calentaba leche, y nos sentábamos horas a hablar sobre el Gran Premio o la escuela o los kartings. - Lando tomó mis brazos para, de alguna forma que no comprendo como hiso, dejarme sentada en sus piernas. - Extraño a papá, demasiado.

En ningún momento el inglés dijo nada, se mantenía ahí haciéndome caricias en el cabello. 

- Está bien Maggs. - Me movió a un costado. - Espera un segundo.

Lo mire sin entender. 

Se levantó y buscó su mochila, al abrirla comenzó a sacar ropa y algunos cables. De repente, extendió su mano hacía mi. 

- Quizás están un poco maltratadas. - Me regaló una sonrisa nerviosa. - Pero siempre traigo unas por las dudas.

Y esa fue la gota que derramó el vaso ¿Por qué tenía que ser tan dulce? ¿Por qué cuando menstruaba estaba tan sensible?

- La idea no es que lloraras Maggs. - Hice un estúpido puchero que hiso que Lando carcajeara. - Somos un par de niños ¿Lo sabías?

Asentí. - Gracias Landon. - Deposite un breve beso en sus labios. 

- Sabe a moco. 

Lo empuje cuando se intento acercarse a darme un abrazo.

- Te amo.

- Yo también te amo mocosa.   




@maleoneill 

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