Antídoto y veneno

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El sonido de tacones retumbaba en los pasillos vacíos. La responsable era una mujer menuda, delgada, de cabello castaño en un complicado recogido que dejaba parte cayendo sobre sus hombros, sus ojos azul hielo acentuados por el oscuro maquillaje de sus párpados portaban una fría indiferencia, sus pómulos sobresalían y su tez muy pálida. Llevaba una gabardina color vino, con detalles en los puños, y debajo vestía de riguroso negro, una blusa de cuello alto y pantalones en los que sólo destacaban algunas hebillas y botones plateados.

Finalmente se detuvo frente a uno de los pocos ventanales, el bosque se cerraba alrededor del abandonado edificio y apenas dejaba pasar algo de luz a través de los desgastados cristales.

Una pálida mano rozó el cristal, los dedos eran largos y finos.

-Para obtenerte me has forzado a soltar una serpiente en un jardín de rosas- dijo al vacío, su voz cargaba una ferviente obsesión.

Unos pasos acercándose anunciaron la llegada de un retorcido personaje. Colagusano se acercaba, nervioso, casi en pánico.

-Mi señor... Mi señor la espera...

Sólo se volteó, ni siquiera dijo una palabra al animago, lo pasó de largo caminando a paso firme.

Le prestó poca atención a la lúgubre decoración de aquella vieja mansión, apestaba a la misma magia que esos mortífagos.

El "estudio" en que esperaba Voldemort estaba tan en ruinas como el resto del lugar, el mago con delirios de grandeza se sentaba en un butacón, era inútil adivinar de que material estaba hecho.
La oscuridad del lugar sólo hacía ver más desagradable la piel del mortífago.

-Finalmente nos conocemos en persona.

-Veo que tus sirvientes no pudieron hacerse con la chica- declaró la mujer.

-Surgió un imprevisto- el cara de serpiente estaba obviamente irritado.

-Por supuesto- los labios de la mujer se alzaron en un rictus similar a una sonrisa- no deberías subestimar a la más joven de los Silver puede ser igual de poderosa de aliada como de enemiga, si tus métodos fuesen un poco más... Sutiles.

-¿Me estás cuestionando?- el siseo en su voz se acentuó, estaba furioso.

-No me confundas con uno de tus "acólitos", Tommy- un elegante bastón apareció ante la mujer, la empuñadura era de plata forjada en la forma de una mano que sujetaba una rosa negra encerrada en una esfera de cristal, la caña era de madera rojiza, los detalles alrededor de la contera también en plata, parecían enredarse como espinos hasta casi un tercio de la altura de la pieza.

La mano de la mujer se aferró a la empuñadura y dio un único golpe en el suelo con el bastón.

-Si no fuese por tu ridícula obsesión con ese maldito colegio nuestros planes serían muy diferentes.

-¿Tú precisamente vas a hablarme de obsesiones, Alissieri?- había una mueca de burla en el ya desfigurado rostro.

-Esta plática es una pérdida de tiempo, vine a traerte un obsequio- sostuvo la palma de su mano izquierda hacia arriba y el golpe del bastón resonó una vez más, haciendo aparecer una elaborada botella de cristal, un líquido rojizo descansaba en su interior- es muy especial y muy difícil de obtener.

-¿Y quieres que crea que me lo darás de buena voluntad?

-Es un obsequio, Lord Voldemort.

Los ojos del mago tenebroso se clavaron en el líquido, sus facciones se curvaron en una sonrisa.

.......

La cama de cierto Slytherin era ocupada por cierta pelirroja y un mínimo de diez libros abiertos delante de ella, varios rollos de pergaminos y una pluma rojiza revoloteando y tomando apuntes.

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⏰ Última actualización: Jan 29 ⏰

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