Cambios

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Cuando finalmente su llanto se detuvo logró separarse de Sirius, no le importaba tener los ojos hinchados por llorar, estar pálida y desaliñada, nada de eso importaba. Vio los ojos grises del mayor teñidos por la preocupación, la realidad de su posición la golpeó de pronto e intentó separarse del férreo agarre, él no se lo permitió y por el contrario la alzó en brazos, poniéndose en pie.

-Ya estoy bien, Sirius Black, esto es innecesario y debo regresar ya.

-No regresarás al colegio en estas condiciones.

-Sirius, ¿ella es?- la pregunta de Lupin fue dicha en una voz difícil de descifrar.

El nombrado se volvió para encarar a su amigo que se había incorporado pero aún mostraba una expresión descompuesta, asintió por toda respuesta.

-¡Kreacher, ven aquí de inmediato!

El desagradable elfo doméstico apareció ante ellos seguramente a punto de soltar su descontento por tener a un asqueroso perro en la casa de su señora cuando vio a la joven en los brazos de Sirius.

-La señorita Silver está en la casa, Kreacher debió saberlo,Kreacher pide perdón señorita Silver, tanta escoria entra estos días a la casa que el pobre Kreacher se ha vuelto descuidado.

- Kreacher, prepara una habitación para Rose- ordenó Sirius con cierto desprecio.

-Por supuesto que Kreacher preparará una habitación apropiada para la señorita Silver, mi señora estaría tan feliz de saber que la señorita Silver está aquí, el pobre Kreacher lo hará con gusto.

El tono odioso del elfo no había cambiado pero su entusiasmo parecía real.
En el momento en que voltearon a ver a la muchacha, ésta había quedado dormida.

-Por supuesto que Kreacher lo hará, el viejo Kreacher está encantado de servirle a la señorita Silver. El viejo Kreacher espera que la señorita se convierta en la señora de la casa, sí, sí- el elfo desapareció hacia la cocina antes de que pudieran decirle algo más.

...
La próxima vez que Rose abrió los ojos la recibió el dosel de una cama que no era la suya, mirando a su alrededor la decoración algo lóbrega le hizo suponer que estaba en una de las habitaciones de Grimauld Place, las cortinas estaban recogidas, eran de un verde oscuro, obra evidentemente de los anteriores propietarios. Las sábanas y la ropa de cama al menos, eran blancas, suaves y cálidas.

-Kreacher- llamó mientras se sentaba, con un plop el elfo doméstico apareció, tanto para estar medio sordo, se llevó una mano a la frente intentando acallar el terrible dolor de cabeza- tráeme un café, tan rápido como tus viejos huesos te lo permitan, claro- soltó al final con algo de bien intencionado sarcasmo.

-Por supuesto, señorita Silver, por supuesto, Kreacher lo hará de inmediato a pesar de sus viejos huesos- el elfo volvió a desaparecer.

Una floritura de su mano ajustó las luces de la habitación a una semipenumbra más agradable, la habitación estaba limpia, el enorme escaparate, la cómoda, el vestidor, cada detalla reflejaba el lujo y el oscuro gusto de los Black, o de la mayoría de ellos al menos.
La puerta de la habitación se abrió entonces, Rose no necesitó volverse para saber que Sirius estaba allí. El mayor avanzó hasta el lado de la cama donde se sentó enfrentando a la joven.

-¿Qué sucedió? ¿Qué te puso así?- la pregunta de Sirius la hizo mirar a otro lado, de repente una de las viejas paredes de la casa le parecía de lo más interesante.

-No quiero hablar al respecto- contestó- ¿Lupin sigue aquí?

-Sí, de hecho, pero...

-Necesito hablar con los dos, Sirius Black, es importante.

Black's RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora