Cuenta atrás

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Había sido su culpa, eso estaba más que claro, se lo repetía hasta el cansancio cada noche.

Sirius Black era una sombra oculta en la oscuridad de su dormitorio, sentado en un butacón antiguo, con sólo una vela dando ínfima iluminación en el espacio. Apoyaba sobre su rodilla el vaso con el ambarino whisky de fuego, viendo como la poca luz bailaba en el interior del líquido y mientras lo hacía, pensaba en ella, y sus ojos se oscurecían.

Rose estaba encerrada a cal y canto en su habitación, Silver la había convencido de permanecer oculta en Grimauld Place hasta que sus heridas sanaran del todo pero la chica seguía negándose a verlo o hablarle.

El Black quiso disculparse por su exabrupto más de una vez, había estado fuera de lugar y lo sabía. Rose era lo bastante madura para tomar sus propias decisiones, pero él seguía cometiendo el error de juzgarla de acuerdo a su edad.

-El porqué mi señora está encaprichada contigo, Black, nunca lo entenderé.

La voz de Vorack lo sacó de su auto reprimenda mental. El cuervo en forma de chiquillo lo veía con sorna.

-¿Qué haces aquí?

-Contemplar tu desgracia.

Sirius ni siquiera se molestó en responder, en su lugar dio un trago de su vaso.

-Mi señora está de regreso en el castillo, te contactará cuando sea necesario pero antes de eso pide que te mantengas alejado del público y en caso de necesidad uses esto- Vorack extendió su mano, un anillo de oro blanco, desgastado por el tiempo, tenía dibujado un emblema de una espada y una estrella de seis puntas sobre esta, ambas inscriptas en el metal- contiene magia fae, ningún mago será capaz de ver a través de este disfraz, nadie excepto quienes sostenemos un contrato con Rose por supuesto.

Sirius tomó el anillo sin decir una palabra, lo examinó entre sus dedos a la ínfima luz de la vela, podía sentir la magia imbuida en la pieza. Rose parecía tener predilección por regalarle joyería, la idea tiró ligeramente de la comisura de su boca, para ese entonces estaba nuevamente a solas en la habitación.

...

La figura de Rose, usando un sencillo vestido , apareció de entre tinieblas en el Bosque Prohibido, muy cerca de los terrenos de Hogwarts, en el momento en que sus pies tocaron el suelo, sin embargo, se tambaleó hacia adelante y habrían caído al suelo de no ser por los brazos que inmediatamente rodearon su cintura.

-Sabía que algún día te lanzarías a mis brazos.

-Cállate, Adam.

Aunque el tono de la joven era cortante sus manos se aferraron a la camisa negra. Adam lucía la misma apariencia de cuando estaban en Avalon, vestía una camisa de hilo y pantalones negros. Rose no necesitaba mirar abajo para saber que estaba descalzo.

-¿Por qué vuelves tan pronto? Aún hay veneno en tu cuerpo- la voz del fae contenía más curiosidad que preocupación.

En lugar de responderle Rose se enderezó y separó su cuerpo de Adam.
Ivy y Breit aparecieron de entre las sombras y tomaron sus lugares junto a Rose.

-¿Oh? Nada mal.

-¿Sabes quién está ayudando a Voldemort?- Rose miró los ojos de Adam aún sabiendo que no lo delatarían.

-¿No crees que podría ser yo?

-No va con tu sentido de la estética

El fae mostró una sonrisa felina.

-En eso tienes toda la razón.

-¿Y bien?

-Tengo mis sospechas, pero no pretendo confirmarlas.

Si las miradas mataran ese hubiese sido el fin de Adam.

-Deberías descansar un poco más, se acerca una guerra y llegará mucho antes de lo esperado. Sé que puedes sentirlo.

La pelirroja no le obsequió respuesta alguna, simplemente se volteó para dirigirse al castillo.

...

Hermione tomó aire con lentitud, en parte para calmarse y en parte para darse valor. Empujó la puerta que daba entrada a la biblioteca del Árbol de Plata con suavidad, el olor a papel y tinta del lugar inundó sus sentidos por un momento. Allí los tomos no estaban encantados, descansaban en estanterías que habían surgido del propio árbol, el ambiente en general era mucho más relajado que la usual biblioteca de colegio, algunos estudiantes leían recostados en butacones o sofás, junto a ellos mesas con tazas de té, café o el ocasional bocadillo.

Caminó entre los pasillos hasta que lo encontró, Vinish estaba sentado en un sofá oscuro, en una esquina, una pierna cruzada sobre la otra, un libro abierto apoyado sobre la rodilla aún sostenido por su mano, el codo sobre el reposabrazos y su frente apoyada en la mano libre. Se había quedado dormido y la leona se encontró contemplando por unos momentos su semblante relajado, y su figura en el uniforme blanco tan característico de su escuela, con dos botones de más desabrochados. Vinish Silver desprendía una especie de elegancia que ni siquiera la pérdida de su magia le había podido quitar. Nunca creyó que alguien podía verse tan atractivo simplemente durmiendo, bueno él lo lograba, al punto en que antes que la chica se diera cuenta sus dedos estaban acariciando la mejilla del joven. Allí estaban, esos ojos miel, algo nublados aún por el sueño, algo distantes desde la noche del festival, pero aún encerraban ese calor, ese cariño.

-Mione.

-La biblioteca no es lugar para dormir.

Él sonrió, su mano cubrió la de la joven aún sobre su rostro. Una media sonrisa se dibujó en sus labios justo antes de dejar un suave beso en la muñeca de Hermione, ese simple contacto la hizo estremecer y el calor subió a sus mejillas.
La guió para que se sentará sobre sus piernas, sólo cuando la tuvo entre sus brazos recostada contra su pecho, sólo entonces volvió a cerrar los ojos.

Hermione, contrario a su actitud habitual, y a mostrar afecto de tal forma en un lugar en el que podrían ser vistos, sólo lo acompañó en el gesto.

-Sigues aquí- la voz de Vinish estaba teñida de incredulidad.

-Sí.

-Mione, traicioné a mi hermana, a mí familia.

-Estabas bajo un hechizo.

-No podré usar magia en lo que me resta de vida.

-Así parece.

-Sigues aquí- los brazos del joven la envolvieron con un poco más de fuerza.

-Sí.

No dijeron nada más, solo permanecieron en ese abrazo reconfortante, ajenos al mundo, ajenos a la joven pelirroja que los observaba con ojos nublados por las lágrimas y la culpa.




Black's RoseWhere stories live. Discover now