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Se recostó a un árbol cerca del Lago Negro, estaba lo suficientemente apartado para que le ofreciera refugio de visitas no deseadas, en especial en horas en las que muchos estarían en Hogsmeade. Con esta idea en mente liberó parte de los poderes que mantenía ocultos, permitiéndose sentir la energía mágica que la rodeaba, usando una mano para hacer aparecer un cuaderno mágico, forrado en cuero negro con el detalle de una rosa roja a relieve en el centro del mismo.
Uno de sus cuervos se le acercó, para avisarle que Harry ya había abandonado el castillo. Ella le acarició un ala en agradecimiento, el ave lejos de marcharse pasó a posarse en su hombro.
Con una floritura de su mano libre apareció una pluma, del mismo rojo que su cabello y si necesidad de sostenerla, comenzó a escribir. Aquel cuaderno mágico guardaba sus recuerdos desde hacía aproximadamente cuatro años; recogía el momento en que se cruzó con Adam, la magia "poco ortodoxa" que él le había enseñado, de su tiempo fuera del tiempo, de como había intentado mantenerse al corriente de la vida de Harry, como comenzó a trabajar con Dumbledore usando a los cuervos para localizar Mortífagos, de hecho el Ministerio había recibido varios mensajes anónimos con lugares de reunión y nombres, aquel cuaderno contenía la suficiente información para que su existencia fuese peligrosa pero ella había decidido que en caso que le sucediese algo y le fuese imposible contarle la verdad a Harry ese libro llegaría a manos de su gemelo.
Tan absorta estaba en la escritura que no notó al rubio, aunque su cabello era ahora azul neón, hasta que el cuervo graznó como advertencia antes de salir volando para posarse en una de las ramas bajas. La mano que sostenía el cuaderno lo cerró de golpe mientras la pluma descendía obediente hasta el lomo del libro donde se fundió imitando un detalle más, su otra mano aferró rápidamente su varita.

–¿Sin tu séquito hoy, azulito?

–¿Sin San Potter hoy, arpía?– devolvió él sujetando su varita en una mano pero sin apuntarle a ella.

Rose dejó escapar un suspiro cansado, colocando el libro sobre sus piernas.

–Creí que estarías en Hogsmeade persiguiendo a Harry o algo de eso. Entonces te pregunto: ¿quieres algo Malfoy?

–¿Crees que perdería mi tiempo siguiendo a Potter?– espetó con una mueca.

–Pues sí que lo perdiste haciendo los pasadores– ella se encogió de hombros.

–¡No los hice yo arpía pelirroja! ¡Y lo que quiero es que me quites el maldito hechizo de mi pelo!– casi gritó.

–Pues es una sorpresa la verdad, con lo que te gustan– continuó en tono condescendiente– y no sé por qué te quejas de ese color, el azul eléctrico te sienta divinamente– añadió aguantando la risa– y si te aburre es posible que mañana comiencen los rojos.

El rostro de Malfoy dibujó algo parecido al horror ante la perspectiva de llevar los colores de la Casa enemiga.

–¡Maldita arpía!– la apuntó con su propia varita– quítame esto o...

Unos graznidos lo interrumpieron, miró hacia arriba en las ramas más bajas habían posados decenas de cuervos que comenzaron a graznar y agitarse inquietos. Malfoy, ahora verdaderamente pálido bajó su varita.

–¿Qué, en el nombre de Salazar Slytherin eres tú?

Ella se levantó, haciendo un pase de varita para retirar los restos de pasto de su falda y camino hacia él. Una vez estuvo a su altura se le acercó, sus rostros quedaron a la misma altura, el Slytherin quedó estático sin comprender del todo qué estaba sucediendo, ella lo miró a los ojos con una sonrisa retadora, se acercó más ignorando su rostro le puso una mano en el hombro y le habló al oído.

– Eso...– su tono era amenazante– depende de ti, Draco.

Sólo cuando la chica se marchó y el batir de decenas de pares de alas cuando los cuervos se marcharon lo sacaron de su estupor, se dió cuenta de que había dejado de respirar y por primera vez en su vida el orgulloso Sangre Pura no sabía que pensar.
...

Black's RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora