Clases

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Nada más poner un pie en el Gran Comedor esa mañana notó varias miradas sobre ella, algunas menos afables que otras. De más estaba decir que los alumnos de las otras escuelas no estaban felices con su participación en el Torneo, a ella no le preocupaba mucho, a fin de cuentas sus propios compañeros estaban más preocupados porque saliera viva del Torneo que porque ganara o perdiera, o las circunstancias en las que había entrado. Ocupó un sitio junto a Vinish en la mesa de Griffindor, él no le dijo una palabra, lo que quería decir que estaba enfadado, por decir lo menos. El ambiente era lo bastante tenso entre ambos para que los alumnos cercanos a ellos lo notaran, incluyendo varios alumnos de Moonacre que les lanzaron miradas preocupadas, Harry y Hermione compartieron una mirada curiosa. La pelirroja concentró su atención en el abundante desayuno resignándose a la refriega que le caería una vez estuviesen a solas.

–Buen día, Rose– fue una de sus compañeras de aula, Karina Veratti, de cabellos rubio oscuro y ojos marrones la primera en dirigirle la palabra, provocando respiraciones contenidas de varios portadores de túnicas blancas– ¿escuchaste las noticias?

–Buen día, ¿qué noticias? ¿sucedió algo?– preguntó tomando un panqué de moras y mordiéndolo sin mucho entusiasmo.

–Asistiremos a las clases aquí en Hogwarts.

–¿Qué? Creí que Silver había establecido que continuáramos con las investigaciones que nos orientaron, como hemos estado haciendo hasta ahora– el panqué había quedado olvidado en su plato– ¿Por qué compartiríamos clase con…?–Vinish se levantó de su asiento y abandonó el Gran Comedor, Rose suspiró resignada viendo como otro de sus compañeros, Lorian McLaren se levantaba para seguir a Vinish, era el mejor amigo de su hermano y asintió hacia ella dándole a entender que hablaría con él–  Deja mejor no me lo digas. Harry, Hermione, buen día.

–Hola Rose.

–Buen día.

–Harry Potter y Hermione Granger, no nos hemos presentado formalmente, mi nombre es Karina Veratti.

–Déjenme adivinar, lleva todo el desayuno hablándoles sin parar y sólo ahora se presenta– aventuró la joven antes de sacar su varita del interior de la túnica, ajena a la curiosidad de la Griffindor comenzó a recorrer el borde de  su copa de jugo de calabaza en sentido contrario a las manecillas del reloj con la punta de su varita– Infusionem transmutare– pronunció y el líquido comenzó a girar cambiando a un color café claro que se fue oscureciendo, la bruja separo la varita luego de la segunda vuelta y dio una sacudida hacia abajo, el remolino en la copa se detuvo abruptamente, ella volvió a guardar su varita.

–¿Qué hechizo fue ese?– sólo entonces Rose fijó su vista en la castaña, reconociendo la curiosidad y la expectación en su mirada.

–Es un hechizo de transmutación– comentó la pelirroja antes de dar un sorbo, suspirando complacida por el sabor– te permite transformar un líquido en una infusión, en este caso jugo de calabaza– hizo una ligera mueca– en café.

–Nuestra querida Rose detesta el jugo de calabaza, y se atreve a llamarse bruja– protestó Karina rodando los ojos.

La nombrada continuó bebiendo de su copa, inmutable, aunque su expresión no la delataba su mente era un embrollo indefinido, tenía la vista fija en un punto en la mesa para evitar observar a su gemelo. Debía decirle la verdad, pero, ¿cómo hacerlo?, no era tan sencillo, no podía decirle el por qué había sido enviada lejos, incluso si le dijera no podrían divulgarlo, el Ministerio estaría sobre ella y su familia en un parpadeo, los niños fae eran considerados muy peligrosos. Además estaba Voldemort, rondando entre las sombras buscando una oportunidad para regresar, decir que era la hermana de Harry Potter era añadirle una debilidad al chico y ponerles una diana a los Silver. Para colmo ese “regalo”, era incluso más complejo de lo que esperaba, era difícil saber si era un don o una maldición, las visiones seguían mostrándose difusas.

Black's RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora