Rose Lilly Potter

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La primera vez que escuchó acerca de sus padres biológicos tenía apenas seis años, pero Rose nunca fue una niña normal. Desde los tres años era capaz de controlar perfectamente su magia explosiva y hacía magia sin varita prácticamente todo el tiempo, a lo que se le sumaba el hecho de que su hermano mayor le había enseñado a leer cuando ella cumplió cuatro años y él siete: ser los hijos del director de un colegio de magia y vivir en dicho lugar era una gran ventaja para su desarrollo.
Esa tarde en particular, luego de haber estado viendo practicar a los alumnos de tercer año vuelo en escoba, tomó la decisión de pedirle a su padre que le permitiera comenzar a aprender con su hermano, que ya con nueve años destacaba con su  habilidad. La puerta de roble tallado del estudio se encontraba entreabierta y sus padres adoptivos mantenían una intensa conversación.

-Silver, ella tiene derecho a saber, al menos a visitar las tumbas de sus padres, ellos se sacrificaron por ella- reclamaba Chandra, su madre adoptiva.

-Es muy pequeña todavía, además es más seguro para ella no  saber

-¡¿Más seguro?! ¡¿Siquiera te escuchas, Silver?! Rose es demasiado inteligente, demasiado avispada y muchísimo más curiosa de lo recomendable, ella comenzará a hacerse preguntas acerca de sus padres biológicos.

-¿Y qué se supone que le diga? ¿Cómo le explico a mi pequeña que sus padres murieron a manos del Señor Tenebroso? ¿O que fue su hermano de sangre quien lo derrotó siendo sólo un bebé?

Rose no se quedó para escuchar el resto, eso podía averiguarlo por su cuenta, sólo necesitaba la biblioteca del colegio y a su cómplice favorito.

Sirius Black, Sirius Black... Ése era el nombre del traidor, por su culpa James y Lilly Potter fueron asesinados, el hombre en quien confiaban los  traicionó de la peor manera. Los objetos de su habitación levitaban describiendo un círculo a su alrededor, su cabello rojo parecía flotar en una corriente invisible y sus ojos aunque verdes parecían tener una chispa oscura en su interior.

-Rose, ábreme- pidió su hermano desde fuera de la habitación

-¡Vete! ¡No quiero hablarte ahora!- y al decir esto varios de los objetos se estrellaron contra la puerta que permanecía firmemente sellada.

-Rose, por favor, tienes que calmarte o te harás daño- pidió nuevamente.

-¡Dije largo, no hablaré con nadie ahora!

-Bien Rose, esperaré a que te calmes.

Y pasaron horas, en las que la pequeña  dejó que el dolor la consumiera, la ira, hasta que sus fuerzas alcanzaron el límite y cayó rendida en el suelo. La siguiente vez que despertó estaba acurrucada en el pecho de su hermano, ambos en una camilla de la enfermería.

-Hola hermanita- la saludó y Rose pudo verse reflejada en la mirada miel del castaño.

-Lo siento, lo siento por gritarte, hermano.

-Está bien- la abrazó contra él y besó la sien de la niña- duerme un poco más Rose.

Poco después sus padres entraron al cubículo, sabían que dejar que Rose se calmara junto a Vinish era lo mejor que podían hacer.
A partir de ese día un hombre se volvió su pequeña gran obsesión, tenía la imperiosa necesidad de confrontarlo de preguntarle por qué había destruido a su familia, de echarle en cara que no conocía a su mellizo por su culpa; fue entonces que comenzó a trazar un nuevo plan y los muros de Azkaban no la detendrían.

...

Un cuervo se posó en la ventana de la celda de Sirius Black, soltó un graznido llamando la atención del oscuro perro negro que se hallaba tirado en una esquina. Canuto apenas alzó la cabeza antes de regresar la mirada lejos del ave.
Otro graznido, unos minutos y el sonido se repitió, una y otra vez sin lograr una reacción por parte del prisionero. El cuervo entró en la celda, se posó en el suelo sin apartar la vista del otro animal y repitió sus intentos por llamar su atención.
Canuto se esforzaba por evitar al pajarraco que ya lo estaba hartando, esperó a que la criatura se acercara, cada vez un poco más hasta que estaba al alcance de su boca, se lanzó contra el ave, pudo sentir las plumas en sus fauces pero cuando las cerró fue sobre una nube de humo negro. Eso no se lo esperaba, otro graznido, el pajarraco estaba del otro lado de la habitación, Canuto volvió a lanzarse al ataque y la escena se repitió una y otra vez hasta que finalmemte el perro cayó rendido al suelo, el ave se posó a unos centímetros de su hocico que comenzó a metamorfosearse en un rostro humano, al igual que el resto del cuerpo, pronto un delgado y golpeado Sirius Black quedó en el suelo de la celda.

-Maldito pajarraco; ¿qué al ministerio no le basta con los dementores ahora también mandan pajarracos?

Con otro graznido el humo negro comenzó a rodear al cuervo, cuando se dispersó en lugar del ave había una figura sentada en el suelo, completamente cubierta por una capa negra.

-No me envía el Ministerio, Sirius Black- dijo la voz de una niña, el prisionero  la miró sorprendido.

-¿Quién eres?

-No te interesa mi nombre, Sirius Black.

-¿Y qué haces aquí? Si no es para llevarte mi alma, aunque podrías ser otra alucinación.

-Puedo asegurarle que no soy una alucinación, Sirius Black -la figura encapuchada se inclinó hacia adelante permitiendo al condenado ver un hermoso rostro infantil de mejillas sonrosadas, piel pálida y preciosos ojos color esmeralda.

-Pareces más bien un ángel- se rió de sus propias palabras- pero no creo que un ángel vendría a este helado infierno.

-Vengo buscando respuestas, Sirius Black y las obtendré sin importar que- el rostro de la pequeña se acercó al demacrado prisionero, sus labios se posaron sobre su frente por un instante dejándolo atónito, su vida pasaba frente a sus ojos, su familia, Hogwarts, los Merodeadores, sus amigos, ser borrado del árbol familiar, su nueva familia junto a los Potter, el bautizo de sus sobrinos, la muerte de la bebé, la de sus amigos, la traición de Colagusano, el juicio, su injusto encierro. Ella rompió finalmente el contacto, lágrimas caían por los rostros de ambos, los brazos de la niña rodearon el cuello de Sirius que primero se sorprendió pero luego correspondió el abrazo.

-Perdóname, Sirius Black y gracias.

-¿Quién eres?- repitió él y retiró la capucha de la niña, sorprendiéndose al ver las ondas de cabello rojo caer sobre el rostro de la pequeña de no más de nueve años-¿Realmente eres  un ángel?

Ella dejó escapar una media sonrisa.

-Hasta pareces un muggle de tanto hablar de ángeles, Sirius Black.

-Pero yo vi, cuando te... Cuando te llevaron, eras tan sólo una bebé- la voz de Canuto se quebró.

-Es cierto que esa noche alguien me llevó, pero mi cuerpo no estaba sin vida, eso se dijo para protegerme y mi nombre se borró de los registros para proteger el secreto de mi nacimiento.

-¿Entonces eres tú realmente? ¿Cómo es posible? ¿Cómo lograste entrar aquí? -de pronto pareció enojarse- Azakaban no es lugar para una niña.

-Tengo mis mañas- respondió altanera.

-¿Quién más sabe que estás aquí?

-Debo irme ya, Sirius Black, volveré pronto.

-No vuelvas, este no es lugar para una niña.

Ella sólo le dio una media sonrisa burlona antes de volver a transformarse en cuervo y salir volando por la ventana.

Black's RoseOnde histórias criam vida. Descubra agora