Secretos no tan secretos

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Harry salió del cercado aún jadeando y vio a la entrada de la segunda tienda a la señora Pomfrey que parecía preocupada.

–¡Dragones!– exclamó en tono de indignación, tirando de Harry hacia adentro.

La tienda estaba dividida en cubículos, Harry notó la figura de Chandra acercándose hacia él con semblante preocupado.

–¡Harry, cielo!– se acercó de inmediato para observar su hombro– ven déjame revisarte.

–El joven Potter es un alumno de Hogwarts, señora Silver, es mi responsabilidad atenderlo.

–Harry es amigo de mi hija, Madame Pomfrey, ella estaba muy preocupada por él y por lo tanto pienso asegurarme de su bienestar.

–Pues sepa que…

Harry pasaba la vista de una mujer a otra sintiendo que un escalofrío le recorría la espalda, hasta que una frase captó su atención.

–Debería atender a su propia hija que…

–¿Rose está herida?– inquirió Harry de inmediato.

–Así es cielo, ella– comenzó a explicar Chandra pero él la interrumpió.

–¿Dónde está?– ante el semblante preocupado del chico ambas mujeres parecieron ponerse de acuerdo y Chandra lo guió hasta el cubículo de Rose con Pomfrey siguiéndoles los pasos.

La chica en cuestión estaba sentada en una camilla, sosteniendo en alto un lado de la blusa por encima de la altura de las costillas mientras Vinish usaba su varita emitiendo una suave luz verde sobre el corte, podía verse como las capas de piel se regeneraban lentamente de adentro hacia fuera, la zona alrededor del corte estaba morada aunque el área también iba disminuyendo poco a poco, la pelirroja estaba aún un poco pálida pero su rostro se iluminó cuando lo vió entrar, le dedicó una sonrisa retadora que hizo poco por tranquilizar al muchacho.

–¿A ti también te alcanzó, eh Potter?

–Sí, pero creo que lo llevaste peor– añadió estudiando la ropa de la chica aún cubierta de hollín y polvo.

–Si vas a quedarte aquí, al menos siéntate, vamos a revisarte– declaró la señora Pomfrey

Así lo hicieron, por lo que cuando Pomfrey y Chandra abandonaron el cubículo, Vinish y Rose fueron mudos testigos de la reconciliación del trío dorado, así como un enorme perro negro que se coló en el cubículo. Canuto volteó a ver a Rose, parándose en dos patas en la camilla y olisqueando la herida.

–¿Puedo saber de quién es este perro que está acosando a mi hermana?– protestó Vinish sin abandonar su labor, recibiendo una mirada reprobatoria por parte del can.

–¡Canuto!– la atención del animal se desvió hacia Harry.

–¿Canuto cómo…?

–Por Merlín; ¿cómo ha hecho para…?

–Chicos, ¿no deberían ir a ver la puntuación o algo?– sugirió Rose.

Así lo hicieron, Harry sosteniendo su Saeta de Fuego y el Huevo de Oro con más entusiasmo del que había pensado, acompañado por Ron, Hermione había salido corriendo momentos antes con una sonrisa de oreja a oreja.

Canuto volvió a la posición anterior apoyándose en la camilla con las patas delanteras y lanzándole un gruñido bajo a la chica.

–Oh, por Morrigan, Canuto, estoy bien, el corte ni siquiera llegó al hueso. Es más ruido que nueces y ya está terminando de cerrarse ¿ves? Ahora márchate antes de que alguien más entre ¿de acuerdo?

Black's RoseWhere stories live. Discover now