Enlazadas

𝟝- 𝕄𝕖𝕟𝕥𝕚𝕣𝕠𝕤𝕒

La clase de Entrenamiento Anti-Demoniaco era una de las clases favoritas de Samantha, era tan buena que nadie podría superarla. Era ágil, rápida, destructiva, fuerte y engañosa. Incluso los mismos cazadores no le llegaban ni a los talones.

Desde que era una niña, su sueño siempre fue pertenecer al ejercito de la Reina, aquella mujer que ha admirado desde que era una niña, Dynthea Moon. Aquella guerrera que derrotó el reinado oscuro de su malvada madre.

Además de ser la licántropa más poderosa que ha existido, es inteligente y el cruchazo de Sam hacia ella, sigue latente a pesar de los años.

—¡Muy Bien Wolff, ahora vaya contra McCall!— Samantha sacó su rodilla del cuello de un grandulón de último año y se dirigió hacia aquél delgado pero veloz vampiro que ahora lucía asustado.

Se pararon uno frente a otro y al sonar el silbato de la entrenadora comenzaron a pelear. El vampiro de aspecto desaliñado comenzó a rodear a la pelinegra, si, era rápido ya que él tenía la velocidad de un vampiro.

Pero por extraño que parezca, Samantha logró pararlo.

Alargó su brazo en un rápido movimiento, y poniéndola mano en su pecho lo tiró al suelo. Un alarido de dolor salió del vampiro.

—¡Excelente!— Gritó la entrenadora, haciendo que una sonrisa de lado llegara a los labios de Sam. —¡Acércate, Wolff!

La pelinegra dejó en el suelo a su contrincante y se acercó a su profesora favorita. Era una cazadora de tez oscura, la mitad de su cabeza estaba rapada y en la otra mitad tenía trenzas que llenaban ese lado, era musculosa y muy respetuosa, aparte de que estaba emparejada con un vampiro y no veía a Samantha como un bocadillo, como lo hacían los demás profesores.

—Una vez más, tengo que repetirte que es imposible que tengas este nivel de fortaleza, velocidad y agilidad aún sin tu primera transformación. No puedo llegar a imaginar que tan poderosa llegarás a ser de seguir así.

La mirada de Sam se llenó de esperanza al oír a la mujer decir aquello.

—Muchas gracias, entrenadora Fray.

Ella asintió y dando un silbatazo dio por terminada la clase.

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Entró al salón de clases de "Biología del Licántropo" demasiado temprano, creía que no habría nadie ahí, pero estaba muy equivocada, pues una cabeza rizada se entrometió en su campo de visión.

Recordando lo que había escuchado el día anterior en la oficina del director, su mirada se oscureció. Sin embargo, al escuchar un bufido proveniente de la chica, sus defensas se relajaron y se limitó a analizar la situación.

Al parecer, Evanna seguía sin notar su presencia. Tenía un pedazo de cuerda muy gruesa en las manos (ya muy rojas), intantando hacer una especie de nudo, pasándola de un lado a otro. Su cara de concentración e impotencia hicieron a Sam acercarse con curiosidad.