𝟟- ℙ𝕣𝕠𝕪𝕖𝕔𝕥𝕠 𝕛𝕦𝕟𝕥𝕒𝕤

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—¿Entonces irás a la fiesta?— Iván tomó un cigarrillo de la mesa de noche de la pelinegra y lo prendió con un encendedor que se encontraba en la cama

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—¿Entonces irás a la fiesta?— Iván tomó un cigarrillo de la mesa de noche de la pelinegra y lo prendió con un encendedor que se encontraba en la cama. Inhaló el humo y mientras lo soltaba veía a su novia ponerse el sujetador.

—Esa mierda que hacen los de último año no puede ser llamada "fiesta"— Dijo mientras le quitaba el cigarro de la boca a su novio y daba una larga calada— Pero, el estúpido de Matt quiere que le lleve a Evanna a la fiesta, al parecer cree que si está cerca de su elemento será una especie de conquistador.

—¿De su elemento?

La pelinegra rodó los ojos ante las pocas neuronas que podia tener su novio.

—Es un tritón y la fiesta será en la playa— Sus cejas seguían juntas—El agua es su elemento, ¿qué hay en la playa?

—Vale, ya entendí.

—Vaya, hasta acá oí lo mucho que trabajó tu cerebro, estoy orgullosa.—Iván solo soltó una carcajada y la miró con gracia.

Sam tomó su playera y la pasó por su torso.

—¿Te vas a ir?

Asintió con la cabeza un par de veces y luego volteó hacia su escritorio por las cosas que se llevaría.

—Se supone que tengo que hacer un proyecto con Evanna, no he avanzado nada con ella, cada que quiero hablar de algo más personal para meterle al idiota de Matthew en la cabeza, ella me cambia de tema. Espero que al estar en su casa tenga la guardia baja.

El chico apagó el cigarrillo en un recipiente de vidrio y se dejó caer en la cama boca abajo.

—Pues buena suerte con ella.

Se puso la mochila en el hombro y tomo una almohada en sus manos para posteriormente aventarla en la espalda de su novio.

—Vístete, te quiero fuera de mi casa para cuando llegue, ¿entendido?

Soltó un sonido de afirmación.

La pelinegra bajo las escaleras de su casa y se topó con el inútil de su padre.

—¿A dónde vas?

La irritación llegó al cuerpo de la joven tan solo con escuchar su voz.

—¿Qué te importa?

—Maldita perra maleducada, ¡contéstame bien!

La pelinegra rodó los ojos y salió de su casa dejando al hombre con la palabra en la boca.

Tomó su motocicleta y se subió a ella, para dirigirse a la famosa mansión de los alfas.

Esperaba de una vez por todas tener una conversación de más de 10 palabras con la rizada, ya que fue imposible estas últimas dos semanas.

La rizada se la pasaba diciendo que tenían que trabajar y al no quererla hacer enojar, tenía que ceder y dejar de hablar.

Necesitaba hacerse su amiga, cueste lo que cueste.

EnlazadasWhere stories live. Discover now