𝟠- ℂ𝕒𝕝𝕖𝕟𝕥𝕦𝕣𝕒

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La risa de Evanna surgía de lo más profundo de su ser, aún sin poder creer que el día había pasado de ser lo más estresante del mundo a estar carcajeando sin parar al lado de su alma gemela

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La risa de Evanna surgía de lo más profundo de su ser, aún sin poder creer que el día había pasado de ser lo más estresante del mundo a estar carcajeando sin parar al lado de su alma gemela.

Llevaban siendo compañeras de clase desde hace dos semanas y por más que había tratado de acercarse a Samantha un instinto la reprimía a cada minuto, y era frustrante, porque por más raro que pareciera Samantha si se había tratado de acercar a ella.

Unos golpes llamaron a la puerta y la rizada se levantó de su asiento para ver quién era el que llamaba a la puerta. La risa ya se había esfumado cuando tomó el pomo de la puerta, al girarlo vio a Claudia, parada frente a ella con una charola llena de comida.

Le sonrió a su amiga y tomó la charola, pero antes de cerrar la puerta escucho a la chica decir unas palabras que le arruinarían el buen humor.

—Tu madre quiere que guarden silencio, dice que puede oír su escandalo desde el primer piso.

La rizada asintió y cerró la puerta cuando vio que la joven dio la vuelta para subir por las escaleras. Caminó lentamente hacia la mini sala en donde se encontraba la pelinegra y dejó la charola frente a ella.

—Wow, ¿piensan que alimentarás un ejército o algo por el estilo?—Soltó una risilla falsa sin querer, y agachó la cabeza al darse cuenta.

Carajo Evanna.

—¿Comenzamos ya? Se está haciendo tarde— Se alejó de la pelinegra para ir al segundo piso en su habitación y al subir las escaleras vio a la chica venir tras ella— Oh, solo voy por los libros.

—Lo supuse— Dijo apuntando la mesa que se veía desde abajo —Ahora mueve el culo.

Siguió su camino con la cara roja (como ya era costumbre) y sin poder evitarlo, meneo las caderas de más mientras subía las escaleras, esperando que la mirada de la pelinegra se quedara justo en ese lugar estratégico.

Al llegar a la mesa redonda frente a su enorme librería tomó tres libros del montón y vio por el rabillo del ojo que Samantha leía el proyecto que le estaba haciendo a Gally.

—¿Esto es de la rubia con la que te juntas?— La rizada asintió lentamente mientras mordía su labio con nerviosismo. Y cerró los ojos al ver que Sam comenzaba a leer— La Gran Guerra y sus repercusiones, trabajo de recuperación.... ¡No me digas que esa vampirucha te obliga a hacerle los deberes!

La rizada bajó las escaleras sin responderle a la pelinegra. Era suficiente con que su familia le recordara lo estúpida que creían que era al comportarse así, no soportaría que ella lo hiciera también.

Al llegar al piso de abajo dejó los libros en la mesa, se sentó en el sillón y abrió el primer libro que encontró al tener a la chica frente a ella a los segundos.

—Evanna. Te estoy hablando— Fingió leer el libro—No estoy acostumbrada a que los estúpidos me ignoren, así que no lo hagas.

Un pinchazo llegó a su pecho al escucharla decir aquello.

EnlazadasOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz