𝟡- ℂ𝕒𝕝𝕠𝕣

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—¿De qué hablas? ¡Son las 6 AM Samantha!— La adolescente alejó el celular de su oreja al escuchar el grito del tritón del otro lado de la bocina—¿Por qué caracoles quieres que esté allí tan temprano?

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—¿De qué hablas? ¡Son las 6 AM Samantha!— La adolescente alejó el celular de su oreja al escuchar el grito del tritón del otro lado de la bocina—¿Por qué caracoles quieres que esté allí tan temprano?

—Ayer te dije que a Evanna la iba a traer su padre, no hay nadie a esta hora. Estarán solos y podrás preguntarle si quiere ir a la fiesta contigo.

Bueno, eso no hubiera tenido que pasar si no la hubieras invitado tú, en primer lugar...

La mano de la chica pasó por su cuero cabelludo, llevándolo hacia atrás, se estaba frustrando.

—¡Deja de ser un hijo de puta malagradecido y mueve esa cola de pescado para acá!

Ya vo- ¿¡Estás ahí!?—Un sonido de afirmación salió de la garganta de la pelinegra—¿Qué haces con tu vida, loba?

—No te debo explicaciones, pescado pendejo. Apúrate.

Y colgó.

La verdad es que Samantha había decidido llegar temprano para hablar con Evanna antes de que ese pescado hablara con ella. Aún no habían hablado suficiente de él con ella como para que acepte ir con él a la fiesta.

Recorrió los pasillos y la encontró en su casillero, bailando, moviendo las caderas de un lado a otro, no podía ver nada de su cintura para arriba, pero era ella.

¿Qué mierda hace?

Se escondió tras de una pila de casilleros y observó como la castaña comenzaba a mover la cadera en lentos movimientos circulares, a pesar de tener unas grandes caderas, su cintura era notable gracias a la ropa que usaba.

La falda de cuero negro que llevaba el día de hoy marcaba sus prominentes curvas, el movimiento circular dejó embobada a la pelinegra.

La sensualidad en sus movimientos la dejaron estática en su lugar, jamás la había visto moverse de esa manera tan provocativa, de hecho, jamás había visto a nadie hacerlo como ella.

El conocido calor en su pecho (aquel que solo llegaba cuando estaba con Evanna) la llenó de golpe, haciéndola recargarse en el casillero, apretando sus nudillos al ver como una libreta se caía del interior del casillero de la rizada y esta se agachaba mientras su trasero se restregaba ante la confundida pelinegra.

Mierda, Evanna...

Desde aquel día en casa de la castaña, la forma del cuerpo de la rizada no había salido de su mente y esto lo empeoraba.

El sudor cubría su frente, y comenzaban a crearse gotas en su pecho descubierto por una blusa en V.

El trance se fue cuando un golpe secó retumbó en el pasillo. Evanna había cerrado su casillero y se estaba alejando por el pasillo.

El corazón de Samantha parecía que iba a salirse de su pecho, así que optó por ir al baño a despejar su mente, antes de pararse frente a ella.

Recorrió los pasillos y al llegar al baño del primer piso entró corriendo. Dejó su mochila en el suelo y se dirigió a los lavabos para posteriormente echarse agua fría en la cara. Al cerrar los ojos esos movimientos de cadera y la imagen del cuerpo de Evanna de espaldas en esa cama llegaron a su mente, haciendo que su corazón fuera aún más rápido.

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