𝟞- ℕ𝕦𝕖𝕧𝕒 𝕞𝕦𝕟𝕕𝕒𝕟𝕒

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El corazón de la rizada no había dejado de bailar desde que escuchó la primera palabra que le dirigió el amor de su vida, aquella sexy pelinegra que era suya, pero aún no lo sabía

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El corazón de la rizada no había dejado de bailar desde que escuchó la primera palabra que le dirigió el amor de su vida, aquella sexy pelinegra que era suya, pero aún no lo sabía.

Carajo, seguro sigo dormida.

Si, eso debe ser.

Iba caminando por los pasillos del instituto cuando vio de nuevo al profesor de "Biología del Licántropos". El casi trasparente lazo que Eva veía en su pecho desde que lo conoció, se encontraba más tenso y brillante que nunca, lo que indicaba que su mate estaba cerca, demasiado cerca.

El profesor era un hombre de (al parecer) más de 200 años. Era un lobo muy sabio y bastante sexy. Tenía un cuerpo que hacía babear a muchas personas, pero realmente a él parecía no importarle. Jamás fue marcado ni marcó a nadie.

La sonrisa de Evanna creció en su cara al ver que el hilo estaba más tenso que nunca, más plateado que nunca. Se preparó para lo que se venía.

La rizada vio como el profesor se tensaba notablemente y comenzaba a pararse muy recto. Dio la vuelta hacia el lugar donde estaba Evanna, y comenzó a caminar en su dirección, con los ojos verdes más brillantes que nunca.

La rizada se hizo a un lado y lo dejo pasar, ya que iba dando pasos muy grandes.

Lo siguiente pasó a cámara lenta.

Una cabellera verde llegó al pasillo y dando pequeños golpes con su andar se paró a unos casilleros del profesor. El cual se había quedado estático en su sitio, sin saber que hacer.

La peliverde sacó un papel de su mochila y comenzó a abrir el candado de su casillero, pero al no poder ni la primera, ni la segunda vez de intentarlo, miró a su alrededor, advirtiendo al profesor cerca de ella.

Acomodó el fleco que le llegaba hasta los azulados ojos y señaló el candado con su pulgar.

—¿Podría ayudarme? La inútil clave que me dieron no sirve.

Los hombros del profesor subieron y bajaron. Se acercó a su alumna rápidamente, sin darle tiempo de alejarse, quedaron en una posición muy incómoda. La chica de pelo verde atrapada entre el hombre y el casillero.

El profesor llevó su mano al casillero, y sin dejar de mirarla a los ojos tomó el candado entre sus dedos y lo rompió, asustando a la joven.

—En dirección te entregarán otro.

Y después de decir eso, se fue casi corriendo del lugar. Dejando a su alumna confundida y asustada.

La rizada, después de salir del shock que le había dejado aquella escena se acercó a la nueva y le sonrió, pero no recibió una respuesta.

—Hola, soy Evan-

—¿Todos los profesores están así de locos?— La interrumpió.

La chica era bajita y tenía la voz un poco más aguda que Evanna.

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