𝟙𝟝- 𝕃𝕚𝕓𝕖𝕣𝕒𝕔𝕚ó𝕟 (𝑀 𝟦/?)

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El llanto de la más baja no disminuía y el sentimiento de culpa carcomía a Samantha

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El llanto de la más baja no disminuía y el sentimiento de culpa carcomía a Samantha. Tal vez si no hubiera dicho las pendejadas que suele decir nada de esto estuviera pasando, pero como siempre, le encanta mandar todo a la mierda.

La pobre castaña estaba contra su pecho, refugiándose en él, como si la culpable de todo lo que acababa de pasar no fuera ella.

Maldita sea, no puedo dejar mi maldita boca callada.

El llanto de la rizada fue disminuyendo hasta que el silencio inundo el lugar.

—¿Quieres que me aleje?— Preguntó dudosa.

—No, quédate así, por favor.

El corazón de la pelinegra comenzó a bombear rápidamente y solo asintió con la cabeza.

—Llegó a mí cuando tenía 5 años.

—No tienes que-

—Lo necesito, solo escucha...

Samantha cerró la boca de inmediato y afirmó su agarre, lista para al fin escuchar la verdad.

—Lo que sea que sea esto, ha estado conmigo por largos años. Yo le llamaba "super poder" cuando era una cachorra, mi madre le decía "enfermedad" así que después de un tiempo comencé a verlo de esa forma. Yo...—Tomó un largo suspiro antes de continuar— Mis papas me van a matar... Soy capaz de ver los lazos que unen a las personas con sus almas gemelas.

La confusión inundó el cuerpo de la pelinegra. La incredulidad se hizo notable en su rostro.

—No entiendo, ¿ves lazos uniéndonos?— El cuerpo de la castaña se puso tenso de repente y lo único que le llegó a la pelinegra fue más confusión.—¿A todos? ¿A qué te refieres con lazos?

Samantha sintió como la relajación llegaba al cuerpo de la castaña.

—Si, puedo ver el lazo de todos. Y es literal eso, un hilo, uno plateado y brillante.

Sam se levantó de su sitio y comenzó a dar vueltas por el lugar, analizando la información.

Ella en verdad creía que lo que le ocultaba era que sus padres eran unos asesinos en serie que habían matado a la antigua familia de alfas y habían usurpado su lugar, no esto.

—Wow, eso es...—De pronto se sintió más sobria que nunca—Entonces, puedes saber quién es el mate de todos aquí, incluso antes de que ellos lo sepan.

—Supongo que si...

La pelinegra tragó saliva, intentando que su garganta deje de estar tan seca.

—Entonces— Se acercó a la castaña con un extraño sentimiento en su pecho y estómago. Las manos le hormigueaban—¿Sabes, digo, t-tu s-sabes... Quién es mi mate?

La castaña abrió los ojos como platos y bajó la cabeza. La frente de Samantha comenzaba a ser cubierta por una fina capa de sudor.

—Dime, por favor...

EnlazadasWhere stories live. Discover now